En el centro de la plaza de los Rehenes de Tel Aviv, rodeado de jolgorio y hurras por los secuestrados que veían la luz, Efraín Cohen ofrecía el lunes cuatro plantas. Etrog , lulav , hadás y aravá , señalaba este judío conservador, vestido de traje negro. Eran las cuatro especias de Sucot, la festividad hebrea que cumplía su séptimo día, el de la Gran Súplica. Según la tradición, en este día se leen pasajes específicos de la Tanaj. Pero el joven hombre solo recita uno: “Hoy será el día en que habrá libertad para el pueblo de Sion”.
Alegría en la ‘plaza de los Rehenes’ de Tel Aviv y en las calles de Ramala
En el centro de la plaza de los Rehenes de Tel Aviv, rodeado de jolgorio y hurras por los secuestrados que veían la luz, Efraín Cohen ofrecía el lunes cuatro plantas. Etrog , lulav , hadás y aravá , señalaba este judío conservador, vestido de traje negro. Eran las cuatro especias de Sucot, la festividad hebrea que cumplía su séptimo día, el de la Gran Súplica. Según la tradición, en este día se leen pasajes específicos de la Tanaj. Pero el joven hombre solo recita uno: “Hoy será el día en que habrá libertad para el pueblo de Sion”.
Efraín confiaba en que un milagro sucedería, por eso ha venido desde Harish, al norte del país. “Estaba escrito en la Biblia”, explica, mientras varios en la plaza se le acercan para sostener por un momento las cuatro especias del ritual. En la plaza, una pantalla enorme retransmite el Canal 12 israelí. Este lunes es un día para no despegarse de la tele: después de dos años de cautiverio en Gaza, Hamas entregará a los últimos 20 rehenes con vida dentro de la franja. Alrededor de Efraín, una ola de aplausos y vitoreos surge cada vez que un nuevo rehén aparece en la pantalla.
“Soñamos con una paz verdadera, ellos con su tierra y nosotros con la nuestra”, dice el habitante de un kibutz
Esta plaza, otrora la de la ira contra Netanyahu, es ya también la del agradecimiento a Trump. Las banderas estadounidenses hacen hoy competencia a las israelíes, y los ‘Thank you, Mr. President’ inundan el palco. “Es el rey de Israel. Es el Ciro contemporáneo”, dice Guy Leibovitz, un padre de familia secular que ha acudido con su hija a la celebración, comparando a Trump con el rey persa que liberó a los judíos del cautiverio babilónico hace 27 siglos.
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“Ahora soñamos con una paz verdadera. Fronteras abiertas, ellos con su tierra y nosotros con la nuestra”, explica Leibovitz, vecino de un kibutz en el centro de Israel. “Eso sí, queremos que cambien la manera en la que educan a sus hijos. Desde los libros de texto hasta la manera en la que mandan a sus hijos de seis años a disparar con armas a imágenes de israelíes”, advierte.
La pantalla vuelve a llevarse la atención de la plaza. Es Avinatan Or, novio de Noa Argamani, liberada durante el intercambio de rehenes del alto el fuego de enero y acompañante de Netanyahu a Washington durante su visita al Congreso estadounidense. Hamas secuestró a la pareja, Avinatan y Noa, aquel infame 7 de octubre en el festival de música Nova. Desde que salió del cautiverio, Noa se volcó en el activismo y en luchar por que Avinatan también viera la luz.

Los aplausos se solapan con el ruido que llega del cielo. Tres helicópteros de las Fuerzas de Defensa israelíes sobrevuelan, uno detrás de otro, la plaza de los Rehenes. Llevan a tres de los 20 rehenes que verán la luz este lunes. Reut, de 19 años, se emociona: “No conocía a ninguno, pero todos se han convertido en personas importantes en mi vida. Soy tan feliz como si hubieran liberado a mis hermanos”, dice la joven, que en un par de meses será llamada para integrarse en el ejército.
En el fondo de la plaza, en un área reservada para las familias de los rehenes, Adi llora. Es miembro de la familia adoptiva de Bipin Joshi, un estudiante nepalí que no correrá la suerte de Avinatan y los otros 19: a diferencia de ellos, Joshi murió durante la guerra. Por fortuna, el suyo es uno de los cuatro cuerpos que Hamas tenía que entregar a las autoridades israelíes. “Estoy inmensamente feliz, pero es imposible no sentir tristeza hoy. Ojalá hubiera llegado sano y salvo”, dice Adi. Después de los restos de estas cuatro personas, Israel espera que Hamas entregue los cadáveres de otros 24 rehenes muertos durante el cautiverio.
En Cisjordania, donde el lunes llegaron también algunos de los 1.968 presos y detenidos palestinos liberados como parte del alto el fuego, Israel no ha dejado celebrar como en Tel Aviv. El acuerdo prohibía que se albergaran festejos en Ramala y otras ciudades, y los palestinos han tenido que conformarse con recibir en multitud los autobuses llenos de exprisioneros que llegaban de las cárceles israelíes. Eso sí, momentáneamente, sin pantallas, altavoces, ni profecías. De los 250 presos con cadenas perpetuas o de larga duración liberados ayer, sólo ocho fueron llevados a Gaza. Otros 154 fueron deportados a Egipto y, los últimos 88, distribuidos entre Cisjordania y Jerusalén.
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