Los referendos promovidos por la oposición y el mayor sindicato (CGIL) en Italia no alcanzaron el quórum del 50% y, por tanto, son nulos. Las cinco consultas —cuatro sobre derechos laborales y una sobre ciudadanía para extranjeros— fueron anuladas por la baja participación. La estrategia de abstención impulsada por Giorgia Meloni y los partidos de la coalición de gobierno ha resultado eficaz. La participación ha superado por poco el 30% (30,6%).
La estrategia de abstención de Meloni da resultado: en las consultas laborales y sobre ciudadanía votó el 30 % del electorado, muy lejos del 50 % previsto por la Constitución
Los referendos promovidos por la oposición en Italia no alcanzaron el quórum del 50% y, por tanto, son nulos. Las cinco consultas —cuatro sobre derechos laborales y una sobre ciudadanía para extranjeros— fueron anuladas por la baja participación. La estrategia de abstención impulsada por Giorgia Meloni y los partidos de la coalición de gobierno ha resultado eficaz. Según los primeros datos, la participación ha superado por poco el 30%.
Las urnas estuvieron abiertas durante dos días. Se proponía restablecer la readmisión en caso de despido improcedente, eliminar el tope a la indemnización en pequeñas empresas, restringir aún más el uso de contratos temporales, reforzar la responsabilidad de las empresas contratistas en accidentes laborales y reducir de diez a cinco años el período de residencia legal exigido a los ciudadanos extracomunitarios para obtener la ciudadanía italiana.
Para que un referendo sea válido, debe votar al menos el 50% del electorado: un umbral altísimo en tiempos de abstención generalizada, y más aún si una parte del Parlamento promueve activamente el boicot. El resultado era ampliamente esperado: en los últimos treinta años solo un referendo —el de 2011 sobre la gestión pública del agua— ha alcanzado el quórum. Los demás han fracasado en una larga serie de consultas invalidadas por la falta de participación. Una vez más, el instrumento del referendo queda profundamente en entredicho.
El umbral del 50%, previsto por la Constitución, fue establecido cuando la participación electoral rondaba el 90%. Pero Italia ha cambiado profundamente: en las elecciones generales de 2022 la participación fue del 64%, y en muchas elecciones locales ni siquiera se alcanza la mitad del electorado.
Meloni, la noche del domingo, acudió al colegio electoral en la zona sur de Roma donde reside, pero no recogió las papeletas. Una maniobra creativa, casi acrobática —aunque legalmente permitida— para cumplir con el deber institucional de acudir a votar sin contribuir al logro del quórum.
La decisión fue duramente criticada por la oposición: “Es una estafa, un engaño. Si yo fuera votante de Meloni, me sentiría traicionado”, declaró Giuseppe Conte, ex primer ministro y actual líder del Movimiento 5 Estrellas. “Recordamos que se vota y que es importante participar. Quedarse en casa es una gran oportunidad democrática perdida”.
En las regiones del sur de Italia —feudos del Movimiento 5 Estrellas— la participación fue especialmente baja, mientras que las cifras más altas se registraron en zonas tradicionalmente de izquierda como Toscana y Emilia-Romaña. También hubo buenos resultados en las grandes ciudades: Roma, Milán, Turín, Florencia y Bolonia.
El centroizquierda mantuvo sus bastiones tradicionales, pero no consiguió movilizar más allá de su núcleo habitual.
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