A finales de los años ochenta, el paisaje árido y montañoso de Amorgós, junto con sus impresionantes fondos marinos, fue escenarios de la mítica película de Luc Besson «El gran azul». Sin embargo, en la última década, los efectos del cambio climático, la sobrepesca y la contaminación han degradado gravemente el fondo marino . Aquellas playas idílicas retratadas por Besson se han convertido en auténticos vertederos de basura. Por iniciativa de los 42 pescadores que integran la Asociación de Pescadores de Amorgós, nació «Amorgorama», uno de los proyectos comunitarios más ambiciosos de Grecia, que pretende recuperar los ecosistemas marinos de la isla a través de tres pilares fundamentales: la prohibición de la pesca durante la época de reproducción de las especies endémicas, la creación de áreas marinas protegidas y la limpieza del litoral. Mijalis Crossman , pescador y presidente de la asociación, explica a ABC que la contaminación y la sobrepesca han provocado una reducción de más del 50% de la mayoría de las especies autóctonas, y la casi desaparición de otras, como la langosta. Según datos de 2019 de la Autoridad Estadística de Grecia, la flota de caiques tradicionales representa el 96,5% de la flota pesquera del país y realiza el 40% de las capturas, frente al 60% correspondiente a los barcos de arrastre, que apenas suponen el 3,5% de la flota.«El periodo turístico en Amorgós es corto, así que los pescadores de la isla no hemos abandonado el sector para dedicarnos a las embarcaciones turísticas, como ha ocurrido en las islas vecinas. Aquí no tenemos esa opción. Si queremos seguir siendo pescadores, tenemos que cuidar el mar», explica Crossman. Por esta razón, y desde hace un lustro, los pescadores cuelgan las redes durante abril y mayo y, en lugar de salir a faenar, organizan patrullas de limpieza a lo largo de los cerca de 45 kilómetros de costa norte, donde las mareas arrastran plástico procedentes de toda Europa, que luego son llevados a plantas de reciclaje. «El problema de la basura no es solo de Amorgós, es de todo el Mediterráneo. Según estudios, cada día se vierten en este mar residuos equivalentes a quinientos contenedores de plástico. Lo ideal sería llegar a un acuerdo internacional sobre la producción de plásticos, pero este verano no se alcanzó un compromiso vinculante en Ginebra, así que el próximo año volveremos a tener más plástico en nuestras playas».Futuro optimista«Amorgorama» presentó el proyecto al Ministerio de Agricultura y, tras un informe favorable elaborado por la Universidad Agrícola de Atenas, fue aprobada en el Consejo Presidencial el pasado agosto la primera reserva pesquera del Egeo. Estas medidas entrarán en vigor el próximo mes de noviembre. A pesar de que «Amorgorama» es una iniciativa pionera en Grecia, Crossman se muestra optimista con el futuro del sector: «La comunidad pesquera griega está atenta a lo que ocurre en Amorgós. Cuando los pescadores griegos empiecen a ver resultados aquí, surgirán iniciativas similares en otras partes del país».Al igual que en Amorgós, en el norte del archipiélago del Dodecaneso, en el grupo de islotes conocido como Lipsí, se está desarrollando una innovadora iniciativa que podría transformar el futuro de los fondos marinos de la región. Se trata de un proyecto pionero de jardinería submarina en el que buzos especializados y científicos de varias universidades europeas colaboran para reforestar las praderas de Posidonia oceánica y revitalizar los ecosistemas marinos. Los jardines submarinos del EgeoLa «Posidonia oceánica» es mucho más que una planta marina: es el auténtico pulmón del Mediterráneo. Esta especie puede absorber hasta 35 veces más de carbono que los bosques tropicales. Además, cada metro cuadrado de pradera puede generar hasta 20 litros de oxígenos al día. También actúa como barrera natural contra la erosión costera, protege las playas y alberga una extraordinaria biodiversidad, sirviendo como refugio, zona de reproducción, crianza y alimentación de más de 1300 especies de animales y plantas marinas.A pesar de su enorme valor ecológico, las praderas de posidonia están desapareciendo a un ritmo alarmante. Se estima que el Mediterráneo ha perdido el 34% de sus praderas debido a factores como la la acuicultura, la contaminación y la pesca de arrastre, entre otros. Su destrucción conlleva la pérdida de ecosistemas completos, cuya recuperación puede tardar más de un siglo, ya que esta planta tiene un ciclo de crecimiento lento, de solo seis centímetros al año. Para frenar su destrucción, los científicos del Instituto Archipiélago de Conservación Marina lideran, desde hace más de 15 años, un proyecto piloto que emplea técnicas innovadoras para trasplantar fragmentos de posidonia arrancados por las anclas de los barcos. También, pero en menor medida, plantan semillas —estas plantas solo producen semillas cada 5 o 10 años—. Los brotes se cultivan en laboratorios y, cuando alcanzan la fuerza y el tamaño necesarios, son trasplantados en los jardines submarinos. Sin embargo, la labor no termina ahí, porque estás plantas necesitarán cuidados semanales durante sus primeros años de vida. Aunque la Posidonia oceánica está protegida por ley en Grecia , las medidas de conservación no se aplican de forma eficaz. Su principal amenaza es el fondeo descontrolado de embarcaciones de recreo, que cada verano superan las 35.000 en aguas griegas. Sus anclas arrancan las plantas del lecho marino, causando daños a menudo irreversibles. Para revertir esta situación, los científicos proponen instalar fondeaderos temporales que permitan anclar sin perjudicar las praderas. A finales de los años ochenta, el paisaje árido y montañoso de Amorgós, junto con sus impresionantes fondos marinos, fue escenarios de la mítica película de Luc Besson «El gran azul». Sin embargo, en la última década, los efectos del cambio climático, la sobrepesca y la contaminación han degradado gravemente el fondo marino . Aquellas playas idílicas retratadas por Besson se han convertido en auténticos vertederos de basura. Por iniciativa de los 42 pescadores que integran la Asociación de Pescadores de Amorgós, nació «Amorgorama», uno de los proyectos comunitarios más ambiciosos de Grecia, que pretende recuperar los ecosistemas marinos de la isla a través de tres pilares fundamentales: la prohibición de la pesca durante la época de reproducción de las especies endémicas, la creación de áreas marinas protegidas y la limpieza del litoral. Mijalis Crossman , pescador y presidente de la asociación, explica a ABC que la contaminación y la sobrepesca han provocado una reducción de más del 50% de la mayoría de las especies autóctonas, y la casi desaparición de otras, como la langosta. Según datos de 2019 de la Autoridad Estadística de Grecia, la flota de caiques tradicionales representa el 96,5% de la flota pesquera del país y realiza el 40% de las capturas, frente al 60% correspondiente a los barcos de arrastre, que apenas suponen el 3,5% de la flota.«El periodo turístico en Amorgós es corto, así que los pescadores de la isla no hemos abandonado el sector para dedicarnos a las embarcaciones turísticas, como ha ocurrido en las islas vecinas. Aquí no tenemos esa opción. Si queremos seguir siendo pescadores, tenemos que cuidar el mar», explica Crossman. Por esta razón, y desde hace un lustro, los pescadores cuelgan las redes durante abril y mayo y, en lugar de salir a faenar, organizan patrullas de limpieza a lo largo de los cerca de 45 kilómetros de costa norte, donde las mareas arrastran plástico procedentes de toda Europa, que luego son llevados a plantas de reciclaje. «El problema de la basura no es solo de Amorgós, es de todo el Mediterráneo. Según estudios, cada día se vierten en este mar residuos equivalentes a quinientos contenedores de plástico. Lo ideal sería llegar a un acuerdo internacional sobre la producción de plásticos, pero este verano no se alcanzó un compromiso vinculante en Ginebra, así que el próximo año volveremos a tener más plástico en nuestras playas».Futuro optimista«Amorgorama» presentó el proyecto al Ministerio de Agricultura y, tras un informe favorable elaborado por la Universidad Agrícola de Atenas, fue aprobada en el Consejo Presidencial el pasado agosto la primera reserva pesquera del Egeo. Estas medidas entrarán en vigor el próximo mes de noviembre. A pesar de que «Amorgorama» es una iniciativa pionera en Grecia, Crossman se muestra optimista con el futuro del sector: «La comunidad pesquera griega está atenta a lo que ocurre en Amorgós. Cuando los pescadores griegos empiecen a ver resultados aquí, surgirán iniciativas similares en otras partes del país».Al igual que en Amorgós, en el norte del archipiélago del Dodecaneso, en el grupo de islotes conocido como Lipsí, se está desarrollando una innovadora iniciativa que podría transformar el futuro de los fondos marinos de la región. Se trata de un proyecto pionero de jardinería submarina en el que buzos especializados y científicos de varias universidades europeas colaboran para reforestar las praderas de Posidonia oceánica y revitalizar los ecosistemas marinos. Los jardines submarinos del EgeoLa «Posidonia oceánica» es mucho más que una planta marina: es el auténtico pulmón del Mediterráneo. Esta especie puede absorber hasta 35 veces más de carbono que los bosques tropicales. Además, cada metro cuadrado de pradera puede generar hasta 20 litros de oxígenos al día. También actúa como barrera natural contra la erosión costera, protege las playas y alberga una extraordinaria biodiversidad, sirviendo como refugio, zona de reproducción, crianza y alimentación de más de 1300 especies de animales y plantas marinas.A pesar de su enorme valor ecológico, las praderas de posidonia están desapareciendo a un ritmo alarmante. Se estima que el Mediterráneo ha perdido el 34% de sus praderas debido a factores como la la acuicultura, la contaminación y la pesca de arrastre, entre otros. Su destrucción conlleva la pérdida de ecosistemas completos, cuya recuperación puede tardar más de un siglo, ya que esta planta tiene un ciclo de crecimiento lento, de solo seis centímetros al año. Para frenar su destrucción, los científicos del Instituto Archipiélago de Conservación Marina lideran, desde hace más de 15 años, un proyecto piloto que emplea técnicas innovadoras para trasplantar fragmentos de posidonia arrancados por las anclas de los barcos. También, pero en menor medida, plantan semillas —estas plantas solo producen semillas cada 5 o 10 años—. Los brotes se cultivan en laboratorios y, cuando alcanzan la fuerza y el tamaño necesarios, son trasplantados en los jardines submarinos. Sin embargo, la labor no termina ahí, porque estás plantas necesitarán cuidados semanales durante sus primeros años de vida. Aunque la Posidonia oceánica está protegida por ley en Grecia , las medidas de conservación no se aplican de forma eficaz. Su principal amenaza es el fondeo descontrolado de embarcaciones de recreo, que cada verano superan las 35.000 en aguas griegas. Sus anclas arrancan las plantas del lecho marino, causando daños a menudo irreversibles. Para revertir esta situación, los científicos proponen instalar fondeaderos temporales que permitan anclar sin perjudicar las praderas.
A finales de los años ochenta, el paisaje árido y montañoso de Amorgós, junto con sus impresionantes fondos marinos, fue escenarios de la mítica película de Luc Besson «El gran azul». Sin embargo, en la última década, los efectos del cambio climático, la … sobrepesca y la contaminación han degradado gravemente el fondo marino. Aquellas playas idílicas retratadas por Besson se han convertido en auténticos vertederos de basura.
Por iniciativa de los 42 pescadores que integran la Asociación de Pescadores de Amorgós, nació «Amorgorama», uno de los proyectos comunitarios más ambiciosos de Grecia, que pretende recuperar los ecosistemas marinos de la isla a través de tres pilares fundamentales: la prohibición de la pesca durante la época de reproducción de las especies endémicas, la creación de áreas marinas protegidas y la limpieza del litoral.
Mijalis Crossman, pescador y presidente de la asociación, explica a ABC que la contaminación y la sobrepesca han provocado una reducción de más del 50% de la mayoría de las especies autóctonas, y la casi desaparición de otras, como la langosta. Según datos de 2019 de la Autoridad Estadística de Grecia, la flota de caiques tradicionales representa el 96,5% de la flota pesquera del país y realiza el 40% de las capturas, frente al 60% correspondiente a los barcos de arrastre, que apenas suponen el 3,5% de la flota.
«El periodo turístico en Amorgós es corto, así que los pescadores de la isla no hemos abandonado el sector para dedicarnos a las embarcaciones turísticas, como ha ocurrido en las islas vecinas. Aquí no tenemos esa opción. Si queremos seguir siendo pescadores, tenemos que cuidar el mar», explica Crossman.
Por esta razón, y desde hace un lustro, los pescadores cuelgan las redes durante abril y mayo y, en lugar de salir a faenar, organizan patrullas de limpieza a lo largo de los cerca de 45 kilómetros de costa norte, donde las mareas arrastran plástico procedentes de toda Europa, que luego son llevados a plantas de reciclaje. «El problema de la basura no es solo de Amorgós, es de todo el Mediterráneo. Según estudios, cada día se vierten en este mar residuos equivalentes a quinientos contenedores de plástico. Lo ideal sería llegar a un acuerdo internacional sobre la producción de plásticos, pero este verano no se alcanzó un compromiso vinculante en Ginebra, así que el próximo año volveremos a tener más plástico en nuestras playas».
Futuro optimista
«Amorgorama» presentó el proyecto al Ministerio de Agricultura y, tras un informe favorable elaborado por la Universidad Agrícola de Atenas, fue aprobada en el Consejo Presidencial el pasado agosto la primera reserva pesquera del Egeo. Estas medidas entrarán en vigor el próximo mes de noviembre.
A pesar de que «Amorgorama» es una iniciativa pionera en Grecia, Crossman se muestra optimista con el futuro del sector: «La comunidad pesquera griega está atenta a lo que ocurre en Amorgós. Cuando los pescadores griegos empiecen a ver resultados aquí, surgirán iniciativas similares en otras partes del país».
Al igual que en Amorgós, en el norte del archipiélago del Dodecaneso, en el grupo de islotes conocido como Lipsí, se está desarrollando una innovadora iniciativa que podría transformar el futuro de los fondos marinos de la región. Se trata de un proyecto pionero de jardinería submarina en el que buzos especializados y científicos de varias universidades europeas colaboran para reforestar las praderas de Posidonia oceánica y revitalizar los ecosistemas marinos.
Los jardines submarinos del Egeo
La «Posidonia oceánica» es mucho más que una planta marina: es el auténtico pulmón del Mediterráneo. Esta especie puede absorber hasta 35 veces más de carbono que los bosques tropicales. Además, cada metro cuadrado de pradera puede generar hasta 20 litros de oxígenos al día. También actúa como barrera natural contra la erosión costera, protege las playas y alberga una extraordinaria biodiversidad, sirviendo como refugio, zona de reproducción, crianza y alimentación de más de 1300 especies de animales y plantas marinas.
A pesar de su enorme valor ecológico, las praderas de posidonia están desapareciendo a un ritmo alarmante. Se estima que el Mediterráneo ha perdido el 34% de sus praderas debido a factores como la la acuicultura, la contaminación y la pesca de arrastre, entre otros. Su destrucción conlleva la pérdida de ecosistemas completos, cuya recuperación puede tardar más de un siglo, ya que esta planta tiene un ciclo de crecimiento lento, de solo seis centímetros al año.
Para frenar su destrucción, los científicos del Instituto Archipiélago de Conservación Marina lideran, desde hace más de 15 años, un proyecto piloto que emplea técnicas innovadoras para trasplantar fragmentos de posidonia arrancados por las anclas de los barcos. También, pero en menor medida, plantan semillas —estas plantas solo producen semillas cada 5 o 10 años—. Los brotes se cultivan en laboratorios y, cuando alcanzan la fuerza y el tamaño necesarios, son trasplantados en los jardines submarinos. Sin embargo, la labor no termina ahí, porque estás plantas necesitarán cuidados semanales durante sus primeros años de vida.
Aunque la Posidonia oceánica está protegida por ley en Grecia, las medidas de conservación no se aplican de forma eficaz. Su principal amenaza es el fondeo descontrolado de embarcaciones de recreo, que cada verano superan las 35.000 en aguas griegas. Sus anclas arrancan las plantas del lecho marino, causando daños a menudo irreversibles. Para revertir esta situación, los científicos proponen instalar fondeaderos temporales que permitan anclar sin perjudicar las praderas.
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