A lo largo de su vida de Kathi Rüd ( @kathirud ) ha recorrido un camino marcado por la búsqueda de experiencias que al final le ha llevado al autodescubrimiento . Nació en Alemania, pero creció en Argentina, donde desplegó su pasión por el voleibol, se convirtió en una deportista de élite como jugadora de la selección argentina y logró una beca deportiva en Estados Unidos. Trabajó como ejecutiva de alto nivel en el sector del software como experta en ventas en Atlanta, Georgia y Londres. Hasta que en un nuevo giro de su vida provocado por un bloqueo existencial y tras formarse en yoga terapéutico decidió instalarse en Madrid con su pareja, el inversor británico y especialista en el sector de salud Alexander Chilvers, para fundar juntos Casa Kavi ( @casakavi.madrid ), un estudio de Yoga y Movimiento consciente con clases multidisciplinares ubicado en el madrileño barrio de Chamberí (Calle Alburquerque, 14). Su proceso es la prueba de que no siempre el éxito va ligado a las emociones positivas. De hecho, asegura que llegó a tocar fondo tras la acumulación de desgaste y desconexión consigo misma que vivió durante su etapa profesional cuando trabajaba en una empresa de software. «Sabía que no estaba haciendo lo que quería y que me estaba dejando llevar por las circunstancias y busqué distintas formas de evadirme hasta que un día toqué fondo y empecé a fantasear con la idea de desaparecer», confiesa. Durante esta etapa sentía que estaba todo el tiempo en alerta y que, a pesar de que su entorno le decía que su vida parecía perfecta, ella sentía una angustia, un vacío y un estrés que no lograba quitarse de la cabeza. Afortunadamente decidió buscar ayuda y se trató tanto con terapia cognitiva conductual, coaching y terapia tradicional. «Esto me ayudó a entender lo que estaba perjudicando y frenando a nivel mental, pero yo seguía exigiéndome, así que no dejé de buscar», explica.Una de las claves de su vida de la que fue consciente es que siempre había tenido una relación consigo misma, con el deporte y con todo lo que abordaba desde la exigencia. «Había aprendido a trabajar duro, exigirme, ponerme objetivos, cumplirlos, ir a por ello y esperar el éxito. El éxito era para mí sobresalir y para ello me focalicé en trabajar duro. Pero he tenido que trabajar mucho con ese diálogo interno y a día de hoy lo sigo haciendo», revela. En su búsqueda de calma interior y a pesar de su inicial escepticismo descubrió la meditación, primero a través del documental Headspace de Netflix, que le hizo entender la ciencia que hay detrás de los beneficios de la meditación para el cerebro, y después durante una formación online con DavidJi, autor de las meditaciones de la app de Insight Timer. Gracias a la meditación asegura que comenzó a tomar mejores decisiones, empezó a cultivar en su día a día una sensación de quietud y de paz y aprendió a observarse más para entender cómo me estaba sintiendo en cada momento. Sin embargo, aclara: «Todo esto requería práctica pues meditar no consiste en alcanzar un estado de paz o de calma, sino que se trata de observar los pensamientos y dejarlos ir una y otra vez».Ayudar con propósitoEl punto de inflexión fue que en su empresa hicieron recortes y decidieron dejar de contar con ella. Y lo que inicialmente supuso un problema se convirtió en una liberación pues, tal como explica, tuvo la suerte de contar con ahorros, con inversiones y con el hogar de su pareja. En esos meses de paréntesis laboral disfrutó mucho aprendiendo distintas disciplinas pero sentía la necesidad de aportar. Durante gran parte de su vida Rüd no cesó de buscar su propósito o aquello en lo que estaba dispuesta a entregarse en cuerpo y alma. De hecho confiesa que solía envidiar a aquellas personas que lo tenían claro casi desde la infancia, ya que en su caso tuvo que probar muchas experiencias para saber lo que quería. Eso sí, según reconoce, con el tiempo descubrió que todas ellas llevaban intrínseco su verdadero propósito que era ayudar a los demás . «En ese momento no me daba cuenta pero cuando hacía entrevistas para grandes empresas corporativas les dejaba claro que solo podía vincularme a la venta de un producto si sentía que servía para hacer mejor la vida de las personas o para ayudarles de alguna manera. Tenía claro que quería estar al servicio de los demás pero aún no sabía cómo», apunta.Buscó la conexión entre su cuerpo, su mente y su alma en diferentes vías de expresión, como el canto, aunque finalmente lo que le abrió la puerta de su propósito fue el yoga terapéutico. «Durante mi infancia había probado energías muy distintas como la danza, el ballet, el flamenco, el tap, el jazz…No tenía un objetivo, así que tampoco conseguía conectar con lo que disfrutaba. Pero eso cambió cuando mi pareja me sugirió que me formase como profesora de yoga en Indonesia y me di el permiso de probar y reconectar con lo que me hacía feliz que era impartir clases de yoga».Kathi Rüd, el día de la inauguración de Casa Kavi, en junio de 2025Tras esta experiencia decidió sumar a su sueño a su pareja, el inversor británico y especialista en el sector de salud Alexander Chilvers. Ambos deseaban probar a vivir en Madrid y encontraron en esta ciudad el lugar perfecto para crear el proyecto soñado por Kathi. Pasaron dos años gestando el proyecto que finalmente llevaron a cabo tras el hallazgo y la obra integral de un antiguo bazar chino abandonado de 236 metros cuadrados, en la calle Alburquerque, 14, en el barrio de Chamberí, en Madrid. Allí abrieron este verano el estudio de yoga y movimiento consciente , Casa Kavi, un espacio de calma caracterizado por una arquitectura de estilo neutro, orgánico y acogedor con materiales naturales y sutiles juegos de iluminación, todo ello diseñado por Zinc Arquitectos, donde se ofrecen herramientas de autoconocimiento y exploración para ser uno mismo, explorar la salud emocional y la conexión espiritual, a través del movimiento. La puesta en marca de Casa Kavi, en junio de 2025, nació del deseo de crear un refugio de conexión espiritual y un centro de bienestar donde fuera posible reconectar con la sabiduría interior a través del yoga, el movimiento, la danza, el canto y la respiración, pero a nivel personal para Rüd fue algo más: «Transformé mi autoexigencia y propósito y ahora ayudo a los demás a reconectar con lo que les hace felices». Por eso lo que propone la fundadora es acudir al centro desde el amor y no desde la exigencia. «No busco que vean en ello una obligación más ni deseo que sientan miedo o inseguridad, sino que vean en este encuentro una forma de usar el movimiento para sanarse y cuidarse escuchando lo que necesita su cuerpo en cada momento», argumenta.Sala Ashana, en Casa Kavi. Así es Casa Kavi El espacio a pie de calle da la bienvenida a sus visitantes con una zona de healthy bar con café, matcha, té, y comida consciente- como zona de encuentro y conexión para descansar, recargar y compartir. Además de los vestuarios y servicios, el estudio dispone de tres salas: Sala Asana. Significa «postura» en sánscrito y se cultiva no sólo la postura física, sino también nuestra postura ante la vida. Un lugar donde cuerpo y consciencia se encuentran. Es la sala de mayor tamaño donde tienen lugar la mayoría de las prácticas. Sala Yuj, que significa «Unión«, es el corazón de Casa Kavi, la antesala de la práctica, un espacio que invita a reconectar con la raíz del yoga y donde tomar un agua de bienvenida y dejar el ego y los zapatos. Sala Moksha, representa la «libertad emocional»: un espacio dedicado a liberar el sufrimiento, el apego y las limitaciones del mundo material. Una sala más pequeña con un pilar-árbol central que conecta la Tierra con el Cielo y abre un portal hacia el bienestar integral. La sala de las meditaciones, de los rituales, canalizaciones, de sesiones individuales y la más íntima. El Sendero es el pasillo que conecta todos los espacios: símbolo del viaje interior que se despliega paso a paso.Las propuestas, cambiantes y dinámicas de Casa Kavi ( puedes reservar aquí tu práctica y vivir la experiencia ) incluyen Yoga (Yin, Nidra, Rocket, Hatha, Raja Vinyasa…), Pilates, Awaking Flow, Chi-Kung, movilidad y fuerza, expresión, danza, kundalini, meditación, Breathwork, canto, registros akáshicos, viajes de sonido, hipopresivos, pre y post natal, así como eventos y talleres relacionados con el bienestar físico, mental, emocional y espiritual y con una esencia clara como guía que, tal como explica Kathi Rüd, está inspirada precisamente en el término ‘Kavi’, que significa ‘sabiduría’, ‘buscador’ y ‘poeta’ en sánscrito. A lo largo de su vida de Kathi Rüd ( @kathirud ) ha recorrido un camino marcado por la búsqueda de experiencias que al final le ha llevado al autodescubrimiento . Nació en Alemania, pero creció en Argentina, donde desplegó su pasión por el voleibol, se convirtió en una deportista de élite como jugadora de la selección argentina y logró una beca deportiva en Estados Unidos. Trabajó como ejecutiva de alto nivel en el sector del software como experta en ventas en Atlanta, Georgia y Londres. Hasta que en un nuevo giro de su vida provocado por un bloqueo existencial y tras formarse en yoga terapéutico decidió instalarse en Madrid con su pareja, el inversor británico y especialista en el sector de salud Alexander Chilvers, para fundar juntos Casa Kavi ( @casakavi.madrid ), un estudio de Yoga y Movimiento consciente con clases multidisciplinares ubicado en el madrileño barrio de Chamberí (Calle Alburquerque, 14). Su proceso es la prueba de que no siempre el éxito va ligado a las emociones positivas. De hecho, asegura que llegó a tocar fondo tras la acumulación de desgaste y desconexión consigo misma que vivió durante su etapa profesional cuando trabajaba en una empresa de software. «Sabía que no estaba haciendo lo que quería y que me estaba dejando llevar por las circunstancias y busqué distintas formas de evadirme hasta que un día toqué fondo y empecé a fantasear con la idea de desaparecer», confiesa. Durante esta etapa sentía que estaba todo el tiempo en alerta y que, a pesar de que su entorno le decía que su vida parecía perfecta, ella sentía una angustia, un vacío y un estrés que no lograba quitarse de la cabeza. Afortunadamente decidió buscar ayuda y se trató tanto con terapia cognitiva conductual, coaching y terapia tradicional. «Esto me ayudó a entender lo que estaba perjudicando y frenando a nivel mental, pero yo seguía exigiéndome, así que no dejé de buscar», explica.Una de las claves de su vida de la que fue consciente es que siempre había tenido una relación consigo misma, con el deporte y con todo lo que abordaba desde la exigencia. «Había aprendido a trabajar duro, exigirme, ponerme objetivos, cumplirlos, ir a por ello y esperar el éxito. El éxito era para mí sobresalir y para ello me focalicé en trabajar duro. Pero he tenido que trabajar mucho con ese diálogo interno y a día de hoy lo sigo haciendo», revela. En su búsqueda de calma interior y a pesar de su inicial escepticismo descubrió la meditación, primero a través del documental Headspace de Netflix, que le hizo entender la ciencia que hay detrás de los beneficios de la meditación para el cerebro, y después durante una formación online con DavidJi, autor de las meditaciones de la app de Insight Timer. Gracias a la meditación asegura que comenzó a tomar mejores decisiones, empezó a cultivar en su día a día una sensación de quietud y de paz y aprendió a observarse más para entender cómo me estaba sintiendo en cada momento. Sin embargo, aclara: «Todo esto requería práctica pues meditar no consiste en alcanzar un estado de paz o de calma, sino que se trata de observar los pensamientos y dejarlos ir una y otra vez».Ayudar con propósitoEl punto de inflexión fue que en su empresa hicieron recortes y decidieron dejar de contar con ella. Y lo que inicialmente supuso un problema se convirtió en una liberación pues, tal como explica, tuvo la suerte de contar con ahorros, con inversiones y con el hogar de su pareja. En esos meses de paréntesis laboral disfrutó mucho aprendiendo distintas disciplinas pero sentía la necesidad de aportar. Durante gran parte de su vida Rüd no cesó de buscar su propósito o aquello en lo que estaba dispuesta a entregarse en cuerpo y alma. De hecho confiesa que solía envidiar a aquellas personas que lo tenían claro casi desde la infancia, ya que en su caso tuvo que probar muchas experiencias para saber lo que quería. Eso sí, según reconoce, con el tiempo descubrió que todas ellas llevaban intrínseco su verdadero propósito que era ayudar a los demás . «En ese momento no me daba cuenta pero cuando hacía entrevistas para grandes empresas corporativas les dejaba claro que solo podía vincularme a la venta de un producto si sentía que servía para hacer mejor la vida de las personas o para ayudarles de alguna manera. Tenía claro que quería estar al servicio de los demás pero aún no sabía cómo», apunta.Buscó la conexión entre su cuerpo, su mente y su alma en diferentes vías de expresión, como el canto, aunque finalmente lo que le abrió la puerta de su propósito fue el yoga terapéutico. «Durante mi infancia había probado energías muy distintas como la danza, el ballet, el flamenco, el tap, el jazz…No tenía un objetivo, así que tampoco conseguía conectar con lo que disfrutaba. Pero eso cambió cuando mi pareja me sugirió que me formase como profesora de yoga en Indonesia y me di el permiso de probar y reconectar con lo que me hacía feliz que era impartir clases de yoga».Kathi Rüd, el día de la inauguración de Casa Kavi, en junio de 2025Tras esta experiencia decidió sumar a su sueño a su pareja, el inversor británico y especialista en el sector de salud Alexander Chilvers. Ambos deseaban probar a vivir en Madrid y encontraron en esta ciudad el lugar perfecto para crear el proyecto soñado por Kathi. Pasaron dos años gestando el proyecto que finalmente llevaron a cabo tras el hallazgo y la obra integral de un antiguo bazar chino abandonado de 236 metros cuadrados, en la calle Alburquerque, 14, en el barrio de Chamberí, en Madrid. Allí abrieron este verano el estudio de yoga y movimiento consciente , Casa Kavi, un espacio de calma caracterizado por una arquitectura de estilo neutro, orgánico y acogedor con materiales naturales y sutiles juegos de iluminación, todo ello diseñado por Zinc Arquitectos, donde se ofrecen herramientas de autoconocimiento y exploración para ser uno mismo, explorar la salud emocional y la conexión espiritual, a través del movimiento. La puesta en marca de Casa Kavi, en junio de 2025, nació del deseo de crear un refugio de conexión espiritual y un centro de bienestar donde fuera posible reconectar con la sabiduría interior a través del yoga, el movimiento, la danza, el canto y la respiración, pero a nivel personal para Rüd fue algo más: «Transformé mi autoexigencia y propósito y ahora ayudo a los demás a reconectar con lo que les hace felices». Por eso lo que propone la fundadora es acudir al centro desde el amor y no desde la exigencia. «No busco que vean en ello una obligación más ni deseo que sientan miedo o inseguridad, sino que vean en este encuentro una forma de usar el movimiento para sanarse y cuidarse escuchando lo que necesita su cuerpo en cada momento», argumenta.Sala Ashana, en Casa Kavi. Así es Casa Kavi El espacio a pie de calle da la bienvenida a sus visitantes con una zona de healthy bar con café, matcha, té, y comida consciente- como zona de encuentro y conexión para descansar, recargar y compartir. Además de los vestuarios y servicios, el estudio dispone de tres salas: Sala Asana. Significa «postura» en sánscrito y se cultiva no sólo la postura física, sino también nuestra postura ante la vida. Un lugar donde cuerpo y consciencia se encuentran. Es la sala de mayor tamaño donde tienen lugar la mayoría de las prácticas. Sala Yuj, que significa «Unión«, es el corazón de Casa Kavi, la antesala de la práctica, un espacio que invita a reconectar con la raíz del yoga y donde tomar un agua de bienvenida y dejar el ego y los zapatos. Sala Moksha, representa la «libertad emocional»: un espacio dedicado a liberar el sufrimiento, el apego y las limitaciones del mundo material. Una sala más pequeña con un pilar-árbol central que conecta la Tierra con el Cielo y abre un portal hacia el bienestar integral. La sala de las meditaciones, de los rituales, canalizaciones, de sesiones individuales y la más íntima. El Sendero es el pasillo que conecta todos los espacios: símbolo del viaje interior que se despliega paso a paso.Las propuestas, cambiantes y dinámicas de Casa Kavi ( puedes reservar aquí tu práctica y vivir la experiencia ) incluyen Yoga (Yin, Nidra, Rocket, Hatha, Raja Vinyasa…), Pilates, Awaking Flow, Chi-Kung, movilidad y fuerza, expresión, danza, kundalini, meditación, Breathwork, canto, registros akáshicos, viajes de sonido, hipopresivos, pre y post natal, así como eventos y talleres relacionados con el bienestar físico, mental, emocional y espiritual y con una esencia clara como guía que, tal como explica Kathi Rüd, está inspirada precisamente en el término ‘Kavi’, que significa ‘sabiduría’, ‘buscador’ y ‘poeta’ en sánscrito.
A lo largo de su vida de Kathi Rüd (@kathirud) ha recorrido un camino marcado por la búsqueda de experiencias que al final le ha llevado al autodescubrimiento. Nació en Alemania, pero creció en Argentina, donde desplegó su pasión por el voleibol, … se convirtió en una deportista de élite como jugadora de la selección argentina y logró una beca deportiva en Estados Unidos. Trabajó como ejecutiva de alto nivel en el sector del software como experta en ventas en Atlanta, Georgia y Londres. Hasta que en un nuevo giro de su vida provocado por un bloqueo existencial y tras formarse en yoga terapéutico decidió instalarse en Madrid con su pareja, el inversor británico y especialista en el sector de salud Alexander Chilvers, para fundar juntos Casa Kavi (@casakavi.madrid), un estudio de Yoga y Movimiento consciente con clases multidisciplinares ubicado en el madrileño barrio de Chamberí (Calle Alburquerque, 14).
Su proceso es la prueba de que no siempre el éxito va ligado a las emociones positivas. De hecho, asegura que llegó a tocar fondo tras la acumulación de desgaste y desconexión consigo misma que vivió durante su etapa profesional cuando trabajaba en una empresa de software. «Sabía que no estaba haciendo lo que quería y que me estaba dejando llevar por las circunstancias y busqué distintas formas de evadirme hasta que un día toqué fondo y empecé a fantasear con la idea de desaparecer», confiesa. Durante esta etapa sentía que estaba todo el tiempo en alerta y que, a pesar de que su entorno le decía que su vida parecía perfecta, ella sentía una angustia, un vacío y un estrés que no lograba quitarse de la cabeza.
Afortunadamente decidió buscar ayuda y se trató tanto con terapia cognitiva conductual, coaching y terapia tradicional. «Esto me ayudó a entender lo que estaba perjudicando y frenando a nivel mental, pero yo seguía exigiéndome, así que no dejé de buscar», explica.
Una de las claves de su vida de la que fue consciente es que siempre había tenido una relación consigo misma, con el deporte y con todo lo que abordaba desde la exigencia. «Había aprendido a trabajar duro, exigirme, ponerme objetivos, cumplirlos, ir a por ello y esperar el éxito. El éxito era para mí sobresalir y para ello me focalicé en trabajar duro. Pero he tenido que trabajar mucho con ese diálogo interno y a día de hoy lo sigo haciendo», revela.
En su búsqueda de calma interior y a pesar de su inicial escepticismo descubrió la meditación, primero a través del documental Headspace de Netflix, que le hizo entender la ciencia que hay detrás de los beneficios de la meditación para el cerebro, y después durante una formación online con DavidJi, autor de las meditaciones de la app de Insight Timer. Gracias a la meditación asegura que comenzó a tomar mejores decisiones, empezó a cultivar en su día a día una sensación de quietud y de paz y aprendió a observarse más para entender cómo me estaba sintiendo en cada momento. Sin embargo, aclara: «Todo esto requería práctica pues meditar no consiste en alcanzar un estado de paz o de calma, sino que se trata de observar los pensamientos y dejarlos ir una y otra vez».
Ayudar con propósito
El punto de inflexión fue que en su empresa hicieron recortes y decidieron dejar de contar con ella. Y lo que inicialmente supuso un problema se convirtió en una liberación pues, tal como explica, tuvo la suerte de contar con ahorros, con inversiones y con el hogar de su pareja. En esos meses de paréntesis laboral disfrutó mucho aprendiendo distintas disciplinas pero sentía la necesidad de aportar.
Durante gran parte de su vida Rüd no cesó de buscar su propósito o aquello en lo que estaba dispuesta a entregarse en cuerpo y alma. De hecho confiesa que solía envidiar a aquellas personas que lo tenían claro casi desde la infancia, ya que en su caso tuvo que probar muchas experiencias para saber lo que quería. Eso sí, según reconoce, con el tiempo descubrió que todas ellas llevaban intrínseco su verdadero propósito que era ayudar a los demás. «En ese momento no me daba cuenta pero cuando hacía entrevistas para grandes empresas corporativas les dejaba claro que solo podía vincularme a la venta de un producto si sentía que servía para hacer mejor la vida de las personas o para ayudarles de alguna manera. Tenía claro que quería estar al servicio de los demás pero aún no sabía cómo», apunta.
Buscó la conexión entre su cuerpo, su mente y su alma en diferentes vías de expresión, como el canto, aunque finalmente lo que le abrió la puerta de su propósito fue el yoga terapéutico. «Durante mi infancia había probado energías muy distintas como la danza, el ballet, el flamenco, el tap, el jazz…No tenía un objetivo, así que tampoco conseguía conectar con lo que disfrutaba. Pero eso cambió cuando mi pareja me sugirió que me formase como profesora de yoga en Indonesia y me di el permiso de probar y reconectar con lo que me hacía feliz que era impartir clases de yoga».
Tras esta experiencia decidió sumar a su sueño a su pareja, el inversor británico y especialista en el sector de salud Alexander Chilvers. Ambos deseaban probar a vivir en Madrid y encontraron en esta ciudad el lugar perfecto para crear el proyecto soñado por Kathi.
Pasaron dos años gestando el proyecto que finalmente llevaron a cabo tras el hallazgo y la obra integral de un antiguo bazar chino abandonado de 236 metros cuadrados, en la calle Alburquerque, 14, en el barrio de Chamberí, en Madrid. Allí abrieron este verano el estudio de yoga y movimiento consciente, Casa Kavi, un espacio de calma caracterizado por una arquitectura de estilo neutro, orgánico y acogedor con materiales naturales y sutiles juegos de iluminación, todo ello diseñado por Zinc Arquitectos, donde se ofrecen herramientas de autoconocimiento y exploración para ser uno mismo, explorar la salud emocional y la conexión espiritual, a través del movimiento.
La puesta en marca de Casa Kavi, en junio de 2025, nació del deseo de crear un refugio de conexión espiritual y un centro de bienestar donde fuera posible reconectar con la sabiduría interior a través del yoga, el movimiento, la danza, el canto y la respiración, pero a nivel personal para Rüd fue algo más: «Transformé mi autoexigencia y propósito y ahora ayudo a los demás a reconectar con lo que les hace felices». Por eso lo que propone la fundadora es acudir al centro desde el amor y no desde la exigencia. «No busco que vean en ello una obligación más ni deseo que sientan miedo o inseguridad, sino que vean en este encuentro una forma de usar el movimiento para sanarse y cuidarse escuchando lo que necesita su cuerpo en cada momento», argumenta.
Las propuestas, cambiantes y dinámicas de Casa Kavi (puedes reservar aquí tu práctica y vivir la experiencia) incluyen Yoga (Yin, Nidra, Rocket, Hatha, Raja Vinyasa…), Pilates, Awaking Flow, Chi-Kung, movilidad y fuerza, expresión, danza, kundalini, meditación, Breathwork, canto, registros akáshicos, viajes de sonido, hipopresivos, pre y post natal, así como eventos y talleres relacionados con el bienestar físico, mental, emocional y espiritual y con una esencia clara como guía que, tal como explica Kathi Rüd, está inspirada precisamente en el término ‘Kavi’, que significa ‘sabiduría’, ‘buscador’ y ‘poeta’ en sánscrito.
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