Un «mendigo digital», así se describe Simón Pérez, el gurú de las hipotecas. Ocho años después del mayor linchamiento viral, Pérez y Silvia Charro muestran cuál es su vida ahora: «Una pesadilla» Leer Un «mendigo digital», así se describe Simón Pérez, el gurú de las hipotecas. Ocho años después del mayor linchamiento viral, Pérez y Silvia Charro muestran cuál es su vida ahora: «Una pesadilla» Leer
«Este vídeo desató el mayor linchamiento de los últimos años». Pon a esta frase la voz de Glòria Serra y ponga el rostro de Simón Pérez y Silvia Charro. El que fuera gurú de las hipotecas perdió todo su patrimonio por un vídeo en el que junto a Charro, su pareja, hacían un balance sobre las hipotecas. Dicho así, nadie entiende cómo es posible perder todo por un vídeo, pero es el que vídeo en cuestión les convirtió a ambos en la risa y la mofa de toda de España. Ocho años después de aquella publicación Simón Pérez y Silvia Charro han relatado su caída a los infiernos.
«Lo que tendría que haber sido una simple pieza de economía se convirtió en una bomba viral», es la descripción de Serra en el programa de Equipo de investigación que ha analizado el fenómeno y las consecuencias del mismo. Unas consecuencias «imprevisibles», unas consecuencias que han convertido al conocido como gurú de las hipotecas en un «indigente digital». Se vende en redes al mejor postor. Cualquier cosa que le pidan, la hará siempre y cuando le paguen por ello. Mil euros por raparse las cejas, 200 por tirar una impresora por la ventana, «si me pagas 50 euros ahora me rapo de nuevo las cejas».
El programa empieza con una grabación de Simón Pérez fechada el 25 de febrero de 2025. En ella se ve al gurú de las hipotecas salir a la calle disfrazado de Picachu a voz en grito: «¡Estoy loco! ¡Que me limpien la casa! ¡Necesito un bocado de pollo!». Cualquiera que le viese pensaría, ‘un perturbardo’. En realidad es un hombre ganándose un dinero para sobrevivir llevando a cabo un reto viral que alguien en las redes le había propuesto. El hombre, Simón Pérez; el motivo, es la única manera que ha encontrado de vivir después de haber caído a lo más bajo, después del «linchamiento» al que se refería Glòria Serra al inicio del programa. «La humillación en directo convertida en espectáculo».
En las imágenes, se ve como le para la policía por escándalo público. Simón Pérez baja la cámara, está retransmitiendo en directo, es parte del acuerdo para que le paguen. Sin alterarse explica a la Policía lo que está haciendo. Huele a marihuana, lleva un porro en la mano. No le ocurre nada. Reto conseguido. Simón Pérez cobrará.
Vídeos como estos se intercalan constantemente en el reportaje. Vive de lo que él llama «mendicidad digital». Ésta es su vida ahora, pero para llegar a este ahora hay que explicar lo que fue. Quien le conoció en su infancia y adolescencia asegura que era «mucho más inteligente que la media de la gente» de su localidad natal, Vilanova i la Geltrú. «Era el más responsable, estudiar era sagrado para él. Te sentías orgulloso de él», recuerdan los amigos de entonces. Sacó una media de 9,7 en la universidad. No era ningún gilipollas. Licenciado con excelencia, asesor de banca privada, profesor universitario…
En 2013 los medios buscaban economistas que explicaran la crisis. Simón Pérez era uno de los más solicitados. En aquellos tiempos, «mi ideología es el dinero». «Soy como una especie de prostituta financiera», afirmaba en aquellos tiempos en un programa de Intereconomía. Le mostraba el programa un vídeo discutiendo con Ramoncín. Simón Pérez no lo soportaba. Abandonaba la grabación y se iba a fumar. «Me da mucha pena verme tan arreglado. Ese ya no soy yo. Está muy lejos», aseguraba al volver.
Llevaba una vida a todo tren. Vivía feliz. Casa en Madrid y Barcelona, un BMW y llegó «la presión por los números». Cada vez su aspecto era peor. En sus participaciones en televisión salía sudando, sobre excitado, nervioso… «Empecé a meterme para trabajar», recuerda. Llega diciembre de 2017 y Simón Pérez acude a un programa digital para grabar una vídeo de hipotecas. Ocho minutos que arruinaron su carrera, se arruinó su carrera.
Los gestos, la mirada perdida, su forma de hablar y los de su acompañante, Silvia Charro. «Si no hubiéramos ido colocados, lo hacíamos bien», afirma. El medio digital emite el vídeo. Se convierte en una bomba: en pocas horas 100.000 visualizaciones. Todo el mundo se enviaba el vídeo, todo el mundo lo quería ver. Un hilo publicado en un foro un día después da paso «al linchamiento». Los comentarios colapsan la plataforma. Durante una semana entera el vídeo es tendencia en España. 120 millones de visualizaciones. Se convierten «en meme nacional».
Silvia Charro se sienta junto a Simón Pérez. Equipo de investigación le muestra el vídeo en cuestión. Charro rompe a llorar. «Nos cambió la vida. Nos equivocamos tanto… En el vídeo no estábamos bien ya», relata la analista financiera. Aquel vídeo fue su primer video. Estaba ebria, había tomado cocaína. Nada podía salir bien. «Estaba en un estado terrible», dice Charro. Grabaron el vídeo, se marcharon creyendo que el víde no iba a ser subido. Se fueron a cenar. Cuando llegaron a casa tenían 50 llamadas de su jefe. «Ahí nos dimos cuenta que había sido el vídeo y que todo el mundo me llamaba de todo».
«El linchamiento digital es imparable», señala Glòria Serra. A Charro la despiden, a Pérez también, dueño del 35% de su empresa pierde los 680.000 euros del valor de sus acciones. Se va con 30.000 euros, pero con un gasto diario de 5.000 u 8.000 euros. Sin mebargo, lejos de frenar, van a más. «Convierten la exposición en su modo de vida». En una entrevista con un Youtuber famoso es Pérez el que abre la caja de Pandora: «Por dinero ahora mismo seríamos capaces de hacer cualquier cosa».
Ofrecen tatuarse a cambio de dinero. Lo hacen. Endeudados aceptan hasta bolos en discotecas. Perdieron todo. Buscaron refugio en Galicia y vivieron prácticamente en la indigencia. Siguieron haciendo vídeos a cambio de dinero. Vuelven al ruedo. Crean una empresa nueva, se les ve más centrados, pero su siguiente destino es Macedonia del Norte.
Creen haber encontrado una oportunidad de negocio y, de nuevo, Silvia Charro aparece como administradora única. Realmente, es una empresa de cultivo y venta de cannabis. Todo lo muestran en redes. Tenían que invertir 1.100.000 euros, los consiguieron con los vídeos de YouTube en directo. Todo se vino al traste. No encuentran vendedores para la marihuana y se lo piden a los inversores. No vendieron ni un solo gramo porque «la hierba no salía buena».
«En 2023 llega el golpe definitivo: la empresa Macedonia rescinde el contrato», según cuenta Serra. Pierden toda la inversión y la de los que habían invertido confiando en ellos. Sin un duro de nuevo Simón Pérez promociona casinos online. Todo se desborda. «Cosas muy chungas y turbias», afirma Pérez. Quienes les atacan son personas a las que han estafado. «Ya que no me vas a devolver mi pasta, te voy a joder», asegura uno de ellos.
¿Y ahora? Ahora viven en el peor de los infiernos: drogas, inducción a la drogadicción, a las vejaciones físicas, humillaciones, retos, venganza… «Te despiertas por la mañana y durante cinco segundos no recuerdas el problema. Vivimos una especie de pesadilla. Asumo el 90% de la culpa, el 10% restante es culpa de la sociedad».
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