La cara B de la selección española, si cabe la referencia en estos tiempos a una época ya pasada en la industria musical, cumplió de sobra con su cometido frente a Georgia. Sacó adelante el partido con solvencia, facturó más de medio billete para el próximo Mundial y apenas cometió errores. Por ejemplo, no concedió un metro a Kvaratskhelia, que de eso se trataba.
La cara B de la selección española, si cabe la referencia en estos tiempos a una época ya pasada en la industria musical, cumplió de sobra con su cometido frente a Georgia. Sacó adelante el partido con solvencia, facturó más de medio billete para el próximo Mundial y apenas cometió errores. Por ejemplo, no concedió un metro a Kvaratskhelia, que de eso se trataba.Seguir leyendo…
La cara B de la selección española, si cabe la referencia en estos tiempos a una época ya pasada en la industria musical, cumplió de sobra con su cometido frente a Georgia. Sacó adelante el partido con solvencia, facturó más de medio billete para el próximo Mundial y apenas cometió errores. Por ejemplo, no concedió un metro a Kvaratskhelia, que de eso se trataba.
A menos de un año del Mundial, el encuentro ofrecía un repentino interés. En las últimas semanas se había enturbiado la atmósfera, por razones extradeportivas (el conflicto Flick-De la Fuente por la gestión de Lamine Yamal) y la sucesión de bajas, algunas de medio y largo alcance, otras de última hora. No figuraba en esta convocatoria la mitad del equipo titular que ganó la Eurocopa hace un año. Fuera han quedado Carvajal, Laporte, Rodri, Fabián, Lamine, Morata y Nico Williams, una sangría para cualquier equipo, pero no irreparable para la selección. Funcionó con energía y sin distracciones.
Una vez más, Zubimendi, Merino y Oyarzabal demostraron lo competentes que son
El sistema de equilibrios en el fútbol es frágil por naturaleza. Los equipos crecen y declinan con o sin motivos aparentes. El ruido, tanto interno como externo, es un factor notable en el desgaste, lo mismo que los egos mal administrados. Durante los dos últimos años, la selección ha vivido en un estado de máxima felicidad, producto de sus éxitos y del respeto que despierta a su alrededor. Un equipo joven, además, encabezado por Lamine Yamal, que a los 18 años es la gran sensación del fútbol mundial.
Contra Georgia, el partido venía cargado por los recelos de los clubs a perder a sus jugadores por el camino. Es una fricción que no tiene visos de resolverse. Enfrenta sin remedio a los dos sectores dominantes del fútbol, se podría considerar que en las antípodas uno del otro. Los clubs sostienen que están parasitados por los intereses de las federaciones, que se agarran a la reglamentación y al orgullo nacional para mantener su posición de jerarquía.
El caso de Lamine Yamal explica ese choque tectónico. Flick argumentó, De la Fuente contestó, cada uno en defensa de sus intereses, y de repente se abrió una brecha conflictiva en la selección. Lamine Yamal se resintió de sus problemas en el partido contra el PSG; Nico Williams, que lesionó en septiembre en el enfrentamiento con Turquía, jugó unos minutos en el reciente partido contra el Mallorca, pero no fue convocado por el seleccionador; Huijsen y el Real Madrid también se refirieron a los problemas físicos del joven central para abandonar la convocatoria.

Ángel Martínez / EFE
Se alteró el feliz clima de la selección y quedaba saber la respuesta del equipo en unas circunstancias en las que se medía a muchos jugadores no habituales. La respuesta fue impecable. Georgia es una selección menor con un par o tres de jugadores notables, capaces de volcar un partido si las circunstancias lo permiten. España no las permitió. La defensa borró del mapa a Kvaratskhelia y Georgia añadió el resto. Fue incapaz de encontrar a su estrella en Elx.
A una buena primera parte, cerrada con una ventaja de España menor de la que merecía, le siguió un excelente segundo tiempo. Muchos remates, tiros a los palos, estupendas intervenciones de Mamardashvili y una distancia sideral entre los dos equipos. Una vez más, Zubimendi, Merino y Oyarzabal demostraron lo competentes que son y lo mucho que aportan al equipo. Cubarsí regresó a la titularidad, con una compostura que le asegura una plaza en la lista para el Mundial. Pero sobre todo, fue una noche de confirmación: hay ruido, pero por el momento no afecta ni a titulares, ni a suplentes.
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