Del Son do Camiño al Festival da Luz, una furgoneta azul y verde se abrió paso este verano entre escenarios y hordas de melómanos. No vendía bebidas ni camisetas; lo que hacía era repartir, pero algo más intangible: conciencia ambiental. Esta fue la Van polo Clima, una iniciativa itinerante impulsada por la consellería de Medio Ambiente dentro del programa Mocidade polo Clima, que entre junio y agosto divulgó mensajes sobre el cambio climático a casi 8.400 jóvenes gallegos de entre 9 y 35 años.Durante más de dos meses y medio, un equipo de monitoras recorrió Galicia con una propuesta que combinaba divulgación y juegos, instalándose en algunos de los principales festivales del verano —O Son do Camiño, Portamérica, Atlántic Fest, Morriña Fest y Festival da Luz—, además de en doce campamentos infantiles y cuatro campos de voluntariado. La idea: convertir la sensibilización ambiental en una experiencia lúdica y participativa. «La Van polo Clima nace para acercar estos temas de una forma divertida, educativa y accesible», explica a ABC Alba Gallego, educadora social y coordinadora del programa. «No queríamos dar una charla ni repartir folletos, sino hacer que la gente se implicara. Lo planteamos como un concurso, con una ruleta en la que salían temas sobre clima, energía o contaminación, y cada respuesta daba pie a una pequeña conversación».Las escenas que se repitieron en los festivales mezclaron ocio y curiosidad: jóvenes girando la ruleta, familias con niños probando suerte, grupos de amigos debatiendo cómo contaminar menos o cómo limpiar la casa con productos ecológicos. «Queríamos que las preguntas fuesen cercanas —explica Gallego—, que invitasen a pensar sin aburrir. Algunas eran muy prácticas, como cómo ahorrar agua o qué productos naturales se pueden usar para limpiar. Lo importante era que se fuesen con algo útil y una reflexión».El formato funcionó. Según los datos de la Xunta, Van polo Clima superó con creces sus expectativas iniciales —fijadas en 5.000 participantes— y despertó una implicación real. «Nos sorprendió mucho ver a gente que repetía», cuenta la monitora. «Había personas que volvían en otros festivales y decían: ‘Esa categoría ya la hice, hazme otra pregunta’. No venían solo por el regalo, venían con ganas de aprender».El equipo observó una falta de conocimiento específico sobre el cambio climático, pese a la buena disposición del público. «La gente sabe bastante sobre cómo cuidar el medio ambiente, pero menos sobre el impacto real del cambio climático en Galicia», detalla Gallego: «Por eso nos centramos mucho en lo inmediato, en lo que cada uno puede hacer cerca de su entorno». Entre las conversaciones de más éxito estuvieron las que giraron en torno a la limpieza sostenible. «Sorprendía mucho descubrir que se puede limpiar con vinagre o bicarbonato, productos que usaban nuestras abuelas», comenta. Así se generaba «debate» y también «una sensación de que todos podemos ser parte del cambio».De ruta por campamentosLejos del retumbar de los conciertos, Van polo Clima también se trasladó a los campamentos de verano de la Xunta, en los que más de mil jóvenes participaron en una versión adaptada a grupos de las actividades. En este caso, las dinámicas adoptaron la forma de una yinkana con juegos, puzles y ejercicios sobre biodiversidad, reciclaje o incendios forestales, al hilo de la actualidad.«En los campamentos teníamos grupos grandes y trabajábamos con adolescentes o niños más pequeños. Y lo sorprendente fue ver lo concienciada que está la gente joven. Los chicos y chicas de 14, 16 o 17 años tienen una conciencia ambiental muy fuerte. Muchas veces saben más que los adultos sobre cómo actuar frente al cambio climático», valora la coordinadora. En los debates surgidos durante las actividades también afloró el intercambio cultural. «Tuvimos chavales de Galicia, Madrid, Asturias o Andalucía. Cada uno traía su experiencia: no es lo mismo venir de una zona de mar que del interior, y eso enriquece muchísimo», recuerda.El mensaje de sostenibilidad permeó incluso en el mobiliario del stand, fabricado con materiales reciclados —tableros de cascarilla de arroz y conchas de mejillón— por una empresa pontevedresa, Birdmind. «Eso daba pie a hablar de economía circular, de proximidad y de huella ecológica», explica Gallego: «Todo estaba pensado para que una cosa llevase a la otra». Gallego destaca que el éxito de la iniciativa se basó en la participación. «Las preguntas estaban diseñadas para provocar conversación. Lo importante no era acertar, sino reflexionar juntos. Llegaron a formarse colas de sesenta personas, y aun así intentábamos que cada grupo saliese con una idea clara o una inquietud nueva». La acogida, dice, fue «fantástica». «Nadie se lo tomaba a broma ni con escepticismo. Todo el mundo venía con ganas de saber, incluso agradecidos de que estos temas estuviesen presentes en un entorno de ocio. Creo que eso fue lo más bonito».Acabado el verano y viendo el balance exitoso, la Van polo Clima es ahora mismo la herramienta más visible del programa Mocidade polo Clima, que en menos de un año superó los 23.700 participantes, rebasando ampliamente el objetivo inicial de 15.000. La Consellería de Medio Ambiente, de hecho, ya anunció que la experiencia se desestacionalizará y se extenderá al curso escolar 2024-2025 —dentro del programa Inspiradores polo Clima— y que habrá una segunda edición para 2026.MÁS INFORMACIÓN estandar Si Los jóvenes quieren más oferta cultural en gallego y el sector está «dispuesto» a dársela Pablo BaamondeEn clave futura, las monitoras creen que «el formato lúdico y participativo es lo que mejor funciona. Cuando la gente manipula, experimenta y vive lo que está aprendiendo, la información cala mucho más (…). El objetivo es que se vayan a casa con la copla, que se preocupen por el clima y se sientan parte del cambio. Si conseguimos eso, ya está cumplida la misión». Del Son do Camiño al Festival da Luz, una furgoneta azul y verde se abrió paso este verano entre escenarios y hordas de melómanos. No vendía bebidas ni camisetas; lo que hacía era repartir, pero algo más intangible: conciencia ambiental. Esta fue la Van polo Clima, una iniciativa itinerante impulsada por la consellería de Medio Ambiente dentro del programa Mocidade polo Clima, que entre junio y agosto divulgó mensajes sobre el cambio climático a casi 8.400 jóvenes gallegos de entre 9 y 35 años.Durante más de dos meses y medio, un equipo de monitoras recorrió Galicia con una propuesta que combinaba divulgación y juegos, instalándose en algunos de los principales festivales del verano —O Son do Camiño, Portamérica, Atlántic Fest, Morriña Fest y Festival da Luz—, además de en doce campamentos infantiles y cuatro campos de voluntariado. La idea: convertir la sensibilización ambiental en una experiencia lúdica y participativa. «La Van polo Clima nace para acercar estos temas de una forma divertida, educativa y accesible», explica a ABC Alba Gallego, educadora social y coordinadora del programa. «No queríamos dar una charla ni repartir folletos, sino hacer que la gente se implicara. Lo planteamos como un concurso, con una ruleta en la que salían temas sobre clima, energía o contaminación, y cada respuesta daba pie a una pequeña conversación».Las escenas que se repitieron en los festivales mezclaron ocio y curiosidad: jóvenes girando la ruleta, familias con niños probando suerte, grupos de amigos debatiendo cómo contaminar menos o cómo limpiar la casa con productos ecológicos. «Queríamos que las preguntas fuesen cercanas —explica Gallego—, que invitasen a pensar sin aburrir. Algunas eran muy prácticas, como cómo ahorrar agua o qué productos naturales se pueden usar para limpiar. Lo importante era que se fuesen con algo útil y una reflexión».El formato funcionó. Según los datos de la Xunta, Van polo Clima superó con creces sus expectativas iniciales —fijadas en 5.000 participantes— y despertó una implicación real. «Nos sorprendió mucho ver a gente que repetía», cuenta la monitora. «Había personas que volvían en otros festivales y decían: ‘Esa categoría ya la hice, hazme otra pregunta’. No venían solo por el regalo, venían con ganas de aprender».El equipo observó una falta de conocimiento específico sobre el cambio climático, pese a la buena disposición del público. «La gente sabe bastante sobre cómo cuidar el medio ambiente, pero menos sobre el impacto real del cambio climático en Galicia», detalla Gallego: «Por eso nos centramos mucho en lo inmediato, en lo que cada uno puede hacer cerca de su entorno». Entre las conversaciones de más éxito estuvieron las que giraron en torno a la limpieza sostenible. «Sorprendía mucho descubrir que se puede limpiar con vinagre o bicarbonato, productos que usaban nuestras abuelas», comenta. Así se generaba «debate» y también «una sensación de que todos podemos ser parte del cambio».De ruta por campamentosLejos del retumbar de los conciertos, Van polo Clima también se trasladó a los campamentos de verano de la Xunta, en los que más de mil jóvenes participaron en una versión adaptada a grupos de las actividades. En este caso, las dinámicas adoptaron la forma de una yinkana con juegos, puzles y ejercicios sobre biodiversidad, reciclaje o incendios forestales, al hilo de la actualidad.«En los campamentos teníamos grupos grandes y trabajábamos con adolescentes o niños más pequeños. Y lo sorprendente fue ver lo concienciada que está la gente joven. Los chicos y chicas de 14, 16 o 17 años tienen una conciencia ambiental muy fuerte. Muchas veces saben más que los adultos sobre cómo actuar frente al cambio climático», valora la coordinadora. En los debates surgidos durante las actividades también afloró el intercambio cultural. «Tuvimos chavales de Galicia, Madrid, Asturias o Andalucía. Cada uno traía su experiencia: no es lo mismo venir de una zona de mar que del interior, y eso enriquece muchísimo», recuerda.El mensaje de sostenibilidad permeó incluso en el mobiliario del stand, fabricado con materiales reciclados —tableros de cascarilla de arroz y conchas de mejillón— por una empresa pontevedresa, Birdmind. «Eso daba pie a hablar de economía circular, de proximidad y de huella ecológica», explica Gallego: «Todo estaba pensado para que una cosa llevase a la otra». Gallego destaca que el éxito de la iniciativa se basó en la participación. «Las preguntas estaban diseñadas para provocar conversación. Lo importante no era acertar, sino reflexionar juntos. Llegaron a formarse colas de sesenta personas, y aun así intentábamos que cada grupo saliese con una idea clara o una inquietud nueva». La acogida, dice, fue «fantástica». «Nadie se lo tomaba a broma ni con escepticismo. Todo el mundo venía con ganas de saber, incluso agradecidos de que estos temas estuviesen presentes en un entorno de ocio. Creo que eso fue lo más bonito».Acabado el verano y viendo el balance exitoso, la Van polo Clima es ahora mismo la herramienta más visible del programa Mocidade polo Clima, que en menos de un año superó los 23.700 participantes, rebasando ampliamente el objetivo inicial de 15.000. La Consellería de Medio Ambiente, de hecho, ya anunció que la experiencia se desestacionalizará y se extenderá al curso escolar 2024-2025 —dentro del programa Inspiradores polo Clima— y que habrá una segunda edición para 2026.MÁS INFORMACIÓN estandar Si Los jóvenes quieren más oferta cultural en gallego y el sector está «dispuesto» a dársela Pablo BaamondeEn clave futura, las monitoras creen que «el formato lúdico y participativo es lo que mejor funciona. Cuando la gente manipula, experimenta y vive lo que está aprendiendo, la información cala mucho más (…). El objetivo es que se vayan a casa con la copla, que se preocupen por el clima y se sientan parte del cambio. Si conseguimos eso, ya está cumplida la misión».
Del Son do Camiño al Festival da Luz, una furgoneta azul y verde se abrió paso este verano entre escenarios y hordas de melómanos. No vendía bebidas ni camisetas; lo que hacía era repartir, pero algo más intangible: conciencia ambiental. Esta fue la Van polo … Clima, una iniciativa itinerante impulsada por la consellería de Medio Ambiente dentro del programa Mocidade polo Clima, que entre junio y agosto divulgó mensajes sobre el cambio climático a casi 8.400 jóvenes gallegos de entre 9 y 35 años.
Durante más de dos meses y medio, un equipo de monitoras recorrió Galicia con una propuesta que combinaba divulgación y juegos, instalándose en algunos de los principales festivales del verano —O Son do Camiño, Portamérica, Atlántic Fest, Morriña Fest y Festival da Luz—, además de en doce campamentos infantiles y cuatro campos de voluntariado. La idea: convertir la sensibilización ambiental en una experiencia lúdica y participativa. «La Van polo Clima nace para acercar estos temas de una forma divertida, educativa y accesible», explica a ABC Alba Gallego, educadora social y coordinadora del programa. «No queríamos dar una charla ni repartir folletos, sino hacer que la gente se implicara. Lo planteamos como un concurso, con una ruleta en la que salían temas sobre clima, energía o contaminación, y cada respuesta daba pie a una pequeña conversación».
Las escenas que se repitieron en los festivales mezclaron ocio y curiosidad: jóvenes girando la ruleta, familias con niños probando suerte, grupos de amigos debatiendo cómo contaminar menos o cómo limpiar la casa con productos ecológicos. «Queríamos que las preguntas fuesen cercanas —explica Gallego—, que invitasen a pensar sin aburrir. Algunas eran muy prácticas, como cómo ahorrar agua o qué productos naturales se pueden usar para limpiar. Lo importante era que se fuesen con algo útil y una reflexión».
El formato funcionó. Según los datos de la Xunta, Van polo Clima superó con creces sus expectativas iniciales —fijadas en 5.000 participantes— y despertó una implicación real. «Nos sorprendió mucho ver a gente que repetía», cuenta la monitora. «Había personas que volvían en otros festivales y decían: ‘Esa categoría ya la hice, hazme otra pregunta’. No venían solo por el regalo, venían con ganas de aprender».
El equipo observó una falta de conocimiento específico sobre el cambio climático, pese a la buena disposición del público. «La gente sabe bastante sobre cómo cuidar el medio ambiente, pero menos sobre el impacto real del cambio climático en Galicia», detalla Gallego: «Por eso nos centramos mucho en lo inmediato, en lo que cada uno puede hacer cerca de su entorno». Entre las conversaciones de más éxito estuvieron las que giraron en torno a la limpieza sostenible. «Sorprendía mucho descubrir que se puede limpiar con vinagre o bicarbonato, productos que usaban nuestras abuelas», comenta. Así se generaba «debate» y también «una sensación de que todos podemos ser parte del cambio».
De ruta por campamentos
Lejos del retumbar de los conciertos, Van polo Clima también se trasladó a los campamentos de verano de la Xunta, en los que más de mil jóvenes participaron en una versión adaptada a grupos de las actividades. En este caso, las dinámicas adoptaron la forma de una yinkana con juegos, puzles y ejercicios sobre biodiversidad, reciclaje o incendios forestales, al hilo de la actualidad.
«En los campamentos teníamos grupos grandes y trabajábamos con adolescentes o niños más pequeños. Y lo sorprendente fue ver lo concienciada que está la gente joven. Los chicos y chicas de 14, 16 o 17 años tienen una conciencia ambiental muy fuerte. Muchas veces saben más que los adultos sobre cómo actuar frente al cambio climático», valora la coordinadora. En los debates surgidos durante las actividades también afloró el intercambio cultural. «Tuvimos chavales de Galicia, Madrid, Asturias o Andalucía. Cada uno traía su experiencia: no es lo mismo venir de una zona de mar que del interior, y eso enriquece muchísimo», recuerda.
El mensaje de sostenibilidad permeó incluso en el mobiliario del stand, fabricado con materiales reciclados —tableros de cascarilla de arroz y conchas de mejillón— por una empresa pontevedresa, Birdmind. «Eso daba pie a hablar de economía circular, de proximidad y de huella ecológica», explica Gallego: «Todo estaba pensado para que una cosa llevase a la otra». Gallego destaca que el éxito de la iniciativa se basó en la participación. «Las preguntas estaban diseñadas para provocar conversación. Lo importante no era acertar, sino reflexionar juntos. Llegaron a formarse colas de sesenta personas, y aun así intentábamos que cada grupo saliese con una idea clara o una inquietud nueva». La acogida, dice, fue «fantástica». «Nadie se lo tomaba a broma ni con escepticismo. Todo el mundo venía con ganas de saber, incluso agradecidos de que estos temas estuviesen presentes en un entorno de ocio. Creo que eso fue lo más bonito».
Acabado el verano y viendo el balance exitoso, la Van polo Clima es ahora mismo la herramienta más visible del programa Mocidade polo Clima, que en menos de un año superó los 23.700 participantes, rebasando ampliamente el objetivo inicial de 15.000. La Consellería de Medio Ambiente, de hecho, ya anunció que la experiencia se desestacionalizará y se extenderá al curso escolar 2024-2025 —dentro del programa Inspiradores polo Clima— y que habrá una segunda edición para 2026.
En clave futura, las monitoras creen que «el formato lúdico y participativo es lo que mejor funciona. Cuando la gente manipula, experimenta y vive lo que está aprendiendo, la información cala mucho más (…). El objetivo es que se vayan a casa con la copla, que se preocupen por el clima y se sientan parte del cambio. Si conseguimos eso, ya está cumplida la misión».
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