Sara tiene miedo. Pánico. Está desesperada. Una sentencia del Juzgado de Violencia de la Mujer 1 de Marbella acaba de darle la patria potestad de su hijo pequeño, así como la guarda y custodia. Además, suspende el régimen de visitas del padre sobre el pequeño. Tras un calvario de supuestos malos tratos tiene una primera victoria. Sus hijos no tendrán que ver a su padre, pero eso la inquieta. «Amenazó con romper el cuello al niño si no lo veía» , afirma esta madre a ABC. Esta madre de Marbella quiere que sus hijos sean protegidos igual que ella, que tiene una orden de alejamiento y un dispositivo de aviso a la Policía si ven al presunto agresor. « A ellos se puede acercar , quiero que protejan a mis hijos», añade Sara, quien aportó al juzgado un audio en el que su exmarido decía: «le parto el cuello al niño». Los dos menores narran un infierno desatado por su padre en los testimonios aportados a la sentencia, así como en las diferentes valoraciones forenses que se les realizaron antes del juicio. «Me pegaba como un toro» , relata el menor de los hermanos, que dijo en la salta que su padre del gritaba «hijo de la gran puta» o «inútil» y que tenía miedo de que se lo llevara a por la fuerza a Marruecos. El pequeño narra como su padre lo golpeaba y le dejaba «el culo rojo». «El dolor era brutal» , reconoció el niño, que entonces tenía seis años y que relató como era encerrado en el cuarto de baño o en una habitación a oscuras como castigo. «El niño no puede quedarse solo en el baño o a oscuras, entra en pánico», reconoce la madre, como una de las secuelas de ese calvario. El menor dijo a los forenses que tenía miedo a su padre. «No creo que se vuelva bueno», «tengo miedo de que me lleve» o «nunca me ha tratado bien» son algunas de las reflexiones ante los forenses que lo trataron y evaluaron, a los que dijo: «nunca me leía cuentos, no íbamos de paseo, con papá no quiero estar». El pequeño narra como era testigo de las vejaciones a la madre y de cómo su padre la llamaba «puta», «guarra» o «zorra» y como «la cogía del cuello y del pelo para arrastrarla por el pasillo» . El propio niño añade que el mismo trato sufría él y también su hermano mayor, que no es hijo de este hombre. Sara fue madre soltera antes de este matrimonio, que hizo que su hijo no quisiera ver a su padre. «No quería entrar al punto de encuentro cuando le tocaba la visita. Me tenía que poner de rodillas para suplicarle que entrara. Me siento mala madre por eso», añade la mujer, que dice que su hijo fue agredido en este lugar «seguro». «Desde bebé ha sido agredido, lo lanzaba contra la cuna porque su llanto le taladraba la cabeza» Declaración del hermano mayorEl menor lo refleja en el juzgado, y así lo recoge la sentencia, dice que su padre le dio una patada. «Con ellos había una monitora, que lo negó. Hasta declaró que no fue así en el juicio», añade la madre, que se ha querellado contra esta profesional por mentir en su declaración como testigo. « En el punto de encuentro de Marbella no había cámaras . ¿Cómo no puede haberlas en un lugar así?», apunta la mujer, cuya lucha por salvar a sus hijos continúa. La sentencia narra como el mayor de los dos hermanos también sufrió malos tratos. El niño tenía once años en los hechos que se relatan en la sentencia. Ante el tribunal contó como su padre «le dio una patada a la silla de su hermano y este se caía. «Desde bebé ha sido agredido, lo lanzaba contra la cuna porque decía que su llanto le taladraba la cabeza», reseña el hermano mayor, que también narró como sufrió malos tratos por parte de su padrastro.El hijo mayor de Sara cuenta a los forenses como su presunto maltratador se oponía que hiciera danza. Según la documentación lo llegó a apuntar varios meses a artes marciales y el decía que los homosexuales eran «enfermos mentales» y que Alá lo iba a castigar . El niño narra agresiones a su madre, además de a su hermano, diciendo cómo Sara era golpeada y abofeteada por su marido. Cuando llegaba del trabajo irritado, le molestaba que los niños no lo dejaran dormir. «Inútil, cabrón, hijo de la gran puta, me cago en toda tu nación» , asegura el menor que le decía mientras los golpeaba. El menor narra que después de las agresiones les llevaba chocolate con churros como si no hubiera pasado nada. Los forenses destacan en la sentencia que los relatos de los niños coinciden, así como el de la madre. Por otro lado, el progenitor negó todo, mostrando un perfil amable , que no le sirvió para retener la custodia de su hijo. La historia no acaba aquí. Esto es solo una de la batallas que se han librado en los tres últimos años. «Solo quiero justicia. No quiero vengarme de nada. Solo justicia y que protejan a mis hijos» Sara, madre de los dos niñosSara tiene una guerra judicial y personal por salvar a sus hijos. No solo ha presentado una querella por falso testimonio contra una de las monitorias del punto de encuentro, sino que tiene abierto un proceso penal contra su exmarido por malos tratos continuados y agresión sexual. En ese procedimiento Sara cuenta el infierno que vivió a su lado y pide su ingreso en prisión. «Solo quiero justicia. No quiero vengarme de nada . Solo justicia y que mis hijos estén a salvo», afirma la mujer. Ahí tiene una de sus cruzadas más importantes: la salud mental de su hijo mayor. El niño tiene ya 14 años y, como su hermano, un cuadro de traumas y miedos que superar. Sin embargo, en su caso, la depresión se ha manifestado de la manera más cruel. El menor ha tenido episodios de autolesiones con cuchillas graves, así como dos intentos de suicidio asociados a la gestión de los traumas que tiene diagnosticados. Hace ya casi tres años, en enero de 2023, Sara lloraba en la puerta de uno de los juzgados de Violencia sobre la Mujer de Marbella. Por aquel entonces ya había retirado una denuncia contra su marido por malos tratos y había puesto otra que le llevó a una orden de alejamiento. Aquel día, tras un supuesto quebrantamiento de esa orden había pedido una pulsera de protección y le había sido negada. Lloraba desesperada, temiendo por su vida . Casi tres años después, tras perder un juicio por quebrantamiento de orden de alejamiento, vuelve a hacerlo, pero esta vez para que protejan a sus hijos. Sara tiene miedo. Pánico. Está desesperada. Una sentencia del Juzgado de Violencia de la Mujer 1 de Marbella acaba de darle la patria potestad de su hijo pequeño, así como la guarda y custodia. Además, suspende el régimen de visitas del padre sobre el pequeño. Tras un calvario de supuestos malos tratos tiene una primera victoria. Sus hijos no tendrán que ver a su padre, pero eso la inquieta. «Amenazó con romper el cuello al niño si no lo veía» , afirma esta madre a ABC. Esta madre de Marbella quiere que sus hijos sean protegidos igual que ella, que tiene una orden de alejamiento y un dispositivo de aviso a la Policía si ven al presunto agresor. « A ellos se puede acercar , quiero que protejan a mis hijos», añade Sara, quien aportó al juzgado un audio en el que su exmarido decía: «le parto el cuello al niño». Los dos menores narran un infierno desatado por su padre en los testimonios aportados a la sentencia, así como en las diferentes valoraciones forenses que se les realizaron antes del juicio. «Me pegaba como un toro» , relata el menor de los hermanos, que dijo en la salta que su padre del gritaba «hijo de la gran puta» o «inútil» y que tenía miedo de que se lo llevara a por la fuerza a Marruecos. El pequeño narra como su padre lo golpeaba y le dejaba «el culo rojo». «El dolor era brutal» , reconoció el niño, que entonces tenía seis años y que relató como era encerrado en el cuarto de baño o en una habitación a oscuras como castigo. «El niño no puede quedarse solo en el baño o a oscuras, entra en pánico», reconoce la madre, como una de las secuelas de ese calvario. El menor dijo a los forenses que tenía miedo a su padre. «No creo que se vuelva bueno», «tengo miedo de que me lleve» o «nunca me ha tratado bien» son algunas de las reflexiones ante los forenses que lo trataron y evaluaron, a los que dijo: «nunca me leía cuentos, no íbamos de paseo, con papá no quiero estar». El pequeño narra como era testigo de las vejaciones a la madre y de cómo su padre la llamaba «puta», «guarra» o «zorra» y como «la cogía del cuello y del pelo para arrastrarla por el pasillo» . El propio niño añade que el mismo trato sufría él y también su hermano mayor, que no es hijo de este hombre. Sara fue madre soltera antes de este matrimonio, que hizo que su hijo no quisiera ver a su padre. «No quería entrar al punto de encuentro cuando le tocaba la visita. Me tenía que poner de rodillas para suplicarle que entrara. Me siento mala madre por eso», añade la mujer, que dice que su hijo fue agredido en este lugar «seguro». «Desde bebé ha sido agredido, lo lanzaba contra la cuna porque su llanto le taladraba la cabeza» Declaración del hermano mayorEl menor lo refleja en el juzgado, y así lo recoge la sentencia, dice que su padre le dio una patada. «Con ellos había una monitora, que lo negó. Hasta declaró que no fue así en el juicio», añade la madre, que se ha querellado contra esta profesional por mentir en su declaración como testigo. « En el punto de encuentro de Marbella no había cámaras . ¿Cómo no puede haberlas en un lugar así?», apunta la mujer, cuya lucha por salvar a sus hijos continúa. La sentencia narra como el mayor de los dos hermanos también sufrió malos tratos. El niño tenía once años en los hechos que se relatan en la sentencia. Ante el tribunal contó como su padre «le dio una patada a la silla de su hermano y este se caía. «Desde bebé ha sido agredido, lo lanzaba contra la cuna porque decía que su llanto le taladraba la cabeza», reseña el hermano mayor, que también narró como sufrió malos tratos por parte de su padrastro.El hijo mayor de Sara cuenta a los forenses como su presunto maltratador se oponía que hiciera danza. Según la documentación lo llegó a apuntar varios meses a artes marciales y el decía que los homosexuales eran «enfermos mentales» y que Alá lo iba a castigar . El niño narra agresiones a su madre, además de a su hermano, diciendo cómo Sara era golpeada y abofeteada por su marido. Cuando llegaba del trabajo irritado, le molestaba que los niños no lo dejaran dormir. «Inútil, cabrón, hijo de la gran puta, me cago en toda tu nación» , asegura el menor que le decía mientras los golpeaba. El menor narra que después de las agresiones les llevaba chocolate con churros como si no hubiera pasado nada. Los forenses destacan en la sentencia que los relatos de los niños coinciden, así como el de la madre. Por otro lado, el progenitor negó todo, mostrando un perfil amable , que no le sirvió para retener la custodia de su hijo. La historia no acaba aquí. Esto es solo una de la batallas que se han librado en los tres últimos años. «Solo quiero justicia. No quiero vengarme de nada. Solo justicia y que protejan a mis hijos» Sara, madre de los dos niñosSara tiene una guerra judicial y personal por salvar a sus hijos. No solo ha presentado una querella por falso testimonio contra una de las monitorias del punto de encuentro, sino que tiene abierto un proceso penal contra su exmarido por malos tratos continuados y agresión sexual. En ese procedimiento Sara cuenta el infierno que vivió a su lado y pide su ingreso en prisión. «Solo quiero justicia. No quiero vengarme de nada . Solo justicia y que mis hijos estén a salvo», afirma la mujer. Ahí tiene una de sus cruzadas más importantes: la salud mental de su hijo mayor. El niño tiene ya 14 años y, como su hermano, un cuadro de traumas y miedos que superar. Sin embargo, en su caso, la depresión se ha manifestado de la manera más cruel. El menor ha tenido episodios de autolesiones con cuchillas graves, así como dos intentos de suicidio asociados a la gestión de los traumas que tiene diagnosticados. Hace ya casi tres años, en enero de 2023, Sara lloraba en la puerta de uno de los juzgados de Violencia sobre la Mujer de Marbella. Por aquel entonces ya había retirado una denuncia contra su marido por malos tratos y había puesto otra que le llevó a una orden de alejamiento. Aquel día, tras un supuesto quebrantamiento de esa orden había pedido una pulsera de protección y le había sido negada. Lloraba desesperada, temiendo por su vida . Casi tres años después, tras perder un juicio por quebrantamiento de orden de alejamiento, vuelve a hacerlo, pero esta vez para que protejan a sus hijos.
Sara tiene miedo. Pánico. Está desesperada. Una sentencia del Juzgado de Violencia de la Mujer 1 de Marbella acaba de darle la patria potestad de su hijo pequeño, así como la guarda y custodia. Además, suspende el régimen de visitas del padre sobre el pequeño. … Tras un calvario de supuestos malos tratos tiene una primera victoria. Sus hijos no tendrán que ver a su padre, pero eso la inquieta. «Amenazó con romper el cuello al niño si no lo veía», afirma esta madre a ABC.
Esta madre de Marbella quiere que sus hijos sean protegidos igual que ella, que tiene una orden de alejamiento y un dispositivo de aviso a la Policía si ven al presunto agresor. «A ellos se puede acercar, quiero que protejan a mis hijos», añade Sara, quien aportó al juzgado un audio en el que su exmarido decía: «le parto el cuello al niño».
Los dos menores narran un infierno desatado por su padre en los testimonios aportados a la sentencia, así como en las diferentes valoraciones forenses que se les realizaron antes del juicio. «Me pegaba como un toro», relata el menor de los hermanos, que dijo en la salta que su padre del gritaba «hijo de la gran puta» o «inútil» y que tenía miedo de que se lo llevara a por la fuerza a Marruecos.
El pequeño narra como su padre lo golpeaba y le dejaba «el culo rojo». «El dolor era brutal», reconoció el niño, que entonces tenía seis años y que relató como era encerrado en el cuarto de baño o en una habitación a oscuras como castigo. «El niño no puede quedarse solo en el baño o a oscuras, entra en pánico», reconoce la madre, como una de las secuelas de ese calvario.
El menor dijo a los forenses que tenía miedo a su padre. «No creo que se vuelva bueno», «tengo miedo de que me lleve» o «nunca me ha tratado bien» son algunas de las reflexiones ante los forenses que lo trataron y evaluaron, a los que dijo: «nunca me leía cuentos, no íbamos de paseo, con papá no quiero estar». El pequeño narra como era testigo de las vejaciones a la madre y de cómo su padre la llamaba «puta», «guarra» o «zorra» y como «la cogía del cuello y del pelo para arrastrarla por el pasillo».
El propio niño añade que el mismo trato sufría él y también su hermano mayor, que no es hijo de este hombre. Sara fue madre soltera antes de este matrimonio, que hizo que su hijo no quisiera ver a su padre. «No quería entrar al punto de encuentro cuando le tocaba la visita. Me tenía que poner de rodillas para suplicarle que entrara. Me siento mala madre por eso», añade la mujer, que dice que su hijo fue agredido en este lugar «seguro».
«Desde bebé ha sido agredido, lo lanzaba contra la cuna porque su llanto le taladraba la cabeza»
Declaración del hermano mayor
El menor lo refleja en el juzgado, y así lo recoge la sentencia, dice que su padre le dio una patada. «Con ellos había una monitora, que lo negó. Hasta declaró que no fue así en el juicio», añade la madre, que se ha querellado contra esta profesional por mentir en su declaración como testigo. «En el punto de encuentro de Marbella no había cámaras. ¿Cómo no puede haberlas en un lugar así?», apunta la mujer, cuya lucha por salvar a sus hijos continúa.
La sentencia narra como el mayor de los dos hermanos también sufrió malos tratos. El niño tenía once años en los hechos que se relatan en la sentencia. Ante el tribunal contó como su padre «le dio una patada a la silla de su hermano y este se caía. «Desde bebé ha sido agredido, lo lanzaba contra la cuna porque decía que su llanto le taladraba la cabeza», reseña el hermano mayor, que también narró como sufrió malos tratos por parte de su padrastro.
El hijo mayor de Sara cuenta a los forenses como su presunto maltratador se oponía que hiciera danza. Según la documentación lo llegó a apuntar varios meses a artes marciales y el decía que los homosexuales eran «enfermos mentales» y que Alá lo iba a castigar. El niño narra agresiones a su madre, además de a su hermano, diciendo cómo Sara era golpeada y abofeteada por su marido.
Cuando llegaba del trabajo irritado, le molestaba que los niños no lo dejaran dormir. «Inútil, cabrón, hijo de la gran puta, me cago en toda tu nación», asegura el menor que le decía mientras los golpeaba. El menor narra que después de las agresiones les llevaba chocolate con churros como si no hubiera pasado nada.
Los forenses destacan en la sentencia que los relatos de los niños coinciden, así como el de la madre. Por otro lado, el progenitor negó todo, mostrando un perfil amable, que no le sirvió para retener la custodia de su hijo. La historia no acaba aquí. Esto es solo una de la batallas que se han librado en los tres últimos años.
«Solo quiero justicia. No quiero vengarme de nada. Solo justicia y que protejan a mis hijos»
Sara, madre de los dos niños
Sara tiene una guerra judicial y personal por salvar a sus hijos. No solo ha presentado una querella por falso testimonio contra una de las monitorias del punto de encuentro, sino que tiene abierto un proceso penal contra su exmarido por malos tratos continuados y agresión sexual. En ese procedimiento Sara cuenta el infierno que vivió a su lado y pide su ingreso en prisión. «Solo quiero justicia. No quiero vengarme de nada. Solo justicia y que mis hijos estén a salvo», afirma la mujer.
Ahí tiene una de sus cruzadas más importantes: la salud mental de su hijo mayor. El niño tiene ya 14 años y, como su hermano, un cuadro de traumas y miedos que superar. Sin embargo, en su caso, la depresión se ha manifestado de la manera más cruel. El menor ha tenido episodios de autolesiones con cuchillas graves, así como dos intentos de suicidio asociados a la gestión de los traumas que tiene diagnosticados.
Hace ya casi tres años, en enero de 2023, Sara lloraba en la puerta de uno de los juzgados de Violencia sobre la Mujer de Marbella. Por aquel entonces ya había retirado una denuncia contra su marido por malos tratos y había puesto otra que le llevó a una orden de alejamiento. Aquel día, tras un supuesto quebrantamiento de esa orden había pedido una pulsera de protección y le había sido negada. Lloraba desesperada, temiendo por su vida. Casi tres años después, tras perder un juicio por quebrantamiento de orden de alejamiento, vuelve a hacerlo, pero esta vez para que protejan a sus hijos.
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