Perfecta interpretación del gato de Cheshire en “Trump en el país de las maravillas”: la sonrisa rutilante era lo primero en aparecer (y lo último en desaparecer) del famoso gato mágico de Cheshire a ojos de Alicia en la novela de Lewis Carroll. A los ojos del mundo, la sonrisa rutilante –dentífrica, deslumbrante, americanísima– de Trump en su photocall egipcio es lo que quedará de la teatralización de una paz (ojalá que duradera).
Perfecta interpretación del gato de Cheshire en “Trump en el país de las maravillas”: la sonrisa rutilante era lo primero en aparecer (y lo último en desaparecer) del famoso gato mágico de Cheshire a ojos de Alicia en la novela de Lewis Carroll. A los ojos del mundo, la sonrisa rutilante –dentífrica, deslumbrante, americanísima– de Trump en su photocall egipcio es lo que quedará de la teatralización de una paz (ojalá que duradera).Seguir leyendo…
Perfecta interpretación del gato de Cheshire en “Trump en el país de las maravillas”: la sonrisa rutilante era lo primero en aparecer (y lo último en desaparecer) del famoso gato mágico de Cheshire a ojos de Alicia en la novela de Lewis Carroll. A los ojos del mundo, la sonrisa rutilante –dentífrica, deslumbrante, americanísima– de Trump en su photocall egipcio es lo que quedará de la teatralización de una paz (ojalá que duradera).

EVAN VUCCI / AFP
Una sonrisa tan ancha como la egolatría de su amo, amplia como su ambición, de oreja a oreja como su narcisismo, una nsonrisa industrial y empresarial, una sonrisa profesional, técnicamente perfecta, impecable, fundada en un rictus espasmódico y automático, sonrisa plastificada al vacío y practicada en miles de horas de tele.
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Trump es un gatazo televisivo, un gatazo viejo y experimentado en el arte del engaño y del teatro ante cámaras y grandes auditorios. Esta sonrisa de Trump la he visto: es la sonrisa que emplea cuándo aparece en público junto a Melania, su esposa, para que veamos la sonrisa –“dientes, dientes”, decía Pantoja– y quede a oscuras todo lo que pasa por detrás.

Pool / Getty
Contaba John Lennon –el de Imagine (imagina un mundo en paz, ay)– que toda habilidad que practiques 10.000 horas te convierten en virtuoso de eso: ahí la sonrisa de Trump en el photocall a su mayor gloria global, practicada en platós y odeones, escenarios y polideportivos, desacomplejado. Pero bienvenidos sean este narcisismo, esta egolatría, esta ambición desmedida del gatazo si tales anti valores psicopáticos salvan vidas en Palestina e Israel por mucho tiempo. Si el maquiavelismo megalomaníaco de Trump trae paz, bienvenido De ahí el desfile de estadistas de todas las latitudes ante el photocall: esta paz local –y universal– bien vale una misa fotográfica.
También me he fijado en el dedazo trumpiano, en su dedo pulgar erguido, erecto, rampante en su “OK” como signo identitario estadounidense y celebratorio de victoria, rúbrica del propietario del dedo a sí mismo como ganador de una batalla tras otra –imaginarias unas y otra real, todas realísimas en su imaginario– y como “pacificador de ocho guerras”: así se ve ese pulgar a sí mismo, dedo que quiere ser falo a falta del otro miembro que exhibir ante sus homólogos del mundo.
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Todas las teles han difundido este photocall digno de una fiestecilla de “socialités” a base de estadistas de un montón de países junto a Trump, dientes y dedo. Algunos han intentado competir en esplendor dental con Trump (infructuosamente): Meloni ha sonreído ancho, por no parecer rancia, pero he notado sus prisas por salir rápido. Pedro Sánchez, en cambio, ¡ah, qué político profesionalísimo!: casi ha igualado en sonrisa a la sonrisa de Trump, ambos con similar talento escénico para la política y olvidando ambos táctica y diplomáticamente –y lo aplaudo– que anteayer Trump pedía públicamente que España fuese expulsada urgentemente de la OTAN por deslealtad.

Suzanne Plunkett / Reuters
Pero quizá Trump ahora quiera consultar a Pedro Sánchez –magister en indulctos y amnistias a políticos descarriados– cómo indultar a su amigo Bibi (Netanyahu) o, eventualmente, cómo amnistiarle de todo, porque de entrada amnistías no, pero quizá de salida conviniese. Para eso, para dar salida definitiva a una paz duradera a costa de archivar un propósito genocida que no queado más remedio que truncar para evitar males mayores después de una alocada bomba en Qatar. Cien mil bombas en Gaza son más aceptables, veo. que una sola bomba al amigo qatarí.
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