El comisario de Energía, Dan Jorgensen, ha prometido un nuevo «estudio en profundidad» sobre el recurrente tema del fin del cambio de hora. «Pueden contar con la Comisión para apoyar la búsqueda de una posición común en la UE . Vamos a fomentar el consenso entre los Estados miembros. La Comisión ha decidido responder a la solicitud de los Estados miembros para que se realice un análisis adicional. Se espera que pronto se inicie un estudio para apoyar la toma de decisiones». Sin embargo, el ministro danés de Energía, Lars Aagaard, que ejerce la presidencia rotatoria, ha echado balones fuera y ha recordado que «la cuestión la han de decidir los ministros y no voy a hablar yo en su nombre» y aplazó cualquier debate para cuando la Comisión termine ese nuevo informe. En los pasillos de la Comisión, sin embargo, se referían a este asunto como un tema recurrente que «reaparece dos veces al año» y que nadie se atreve a afrontar. La iniciativa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parece dirigirse hacia el mismo lugar que todas las anteriores: el archivo de los imposibles.El ministro danés, en efecto, no tenía más remedio que darse por enterado de que el secretario de estado de Energía, Joan Groizard, que representaba a España en el Consejo de ministros de Transporte y Energía, le había pedido que introdujese el tema en el orden del día, pero hasta el comisario -también presente- reconocía que este «puede que no sea uno de los aspectos más importantes de la a genda política europea ». El momento en el que este asunto estuvo más cerca de una decisión concreta fue en 2018, después de una consulta pública llevada a cabo por la Comisión Europea, presidida entonces por Jean-Claude Juncker. El 84% de los que participaron (la inmensa mayoría mayoría de alemanes y austriacos) votó por eliminar el cambio horario. « La gente lo quiere, pues lo haremos », dijo entonces Juncker a la vista del abrumador resultado. El paso siguiente era decidir entonces si cada país permanecía el horario de verano o el de invierno, algo en lo que no llegó a haber un consenso, por lo que la cuestión se volvió a meter en el congelador. En efecto, si cada país escoge si quiere uno u otro se produciría una una fragmentación con hasta tres o más husos horarios diferentes dentro de la UE continental, lo que complicaría el funcionamiento del mercado único en general . Es decir, la cuestión por ahora está entre aguantar las molestias de un cambio de hora dos veces al año o tener que hacerlo muchas más veces a causa de la fragmentación horaria entre países. El comisario de Energía, Dan Jorgensen, ha prometido un nuevo «estudio en profundidad» sobre el recurrente tema del fin del cambio de hora. «Pueden contar con la Comisión para apoyar la búsqueda de una posición común en la UE . Vamos a fomentar el consenso entre los Estados miembros. La Comisión ha decidido responder a la solicitud de los Estados miembros para que se realice un análisis adicional. Se espera que pronto se inicie un estudio para apoyar la toma de decisiones». Sin embargo, el ministro danés de Energía, Lars Aagaard, que ejerce la presidencia rotatoria, ha echado balones fuera y ha recordado que «la cuestión la han de decidir los ministros y no voy a hablar yo en su nombre» y aplazó cualquier debate para cuando la Comisión termine ese nuevo informe. En los pasillos de la Comisión, sin embargo, se referían a este asunto como un tema recurrente que «reaparece dos veces al año» y que nadie se atreve a afrontar. La iniciativa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parece dirigirse hacia el mismo lugar que todas las anteriores: el archivo de los imposibles.El ministro danés, en efecto, no tenía más remedio que darse por enterado de que el secretario de estado de Energía, Joan Groizard, que representaba a España en el Consejo de ministros de Transporte y Energía, le había pedido que introdujese el tema en el orden del día, pero hasta el comisario -también presente- reconocía que este «puede que no sea uno de los aspectos más importantes de la a genda política europea ». El momento en el que este asunto estuvo más cerca de una decisión concreta fue en 2018, después de una consulta pública llevada a cabo por la Comisión Europea, presidida entonces por Jean-Claude Juncker. El 84% de los que participaron (la inmensa mayoría mayoría de alemanes y austriacos) votó por eliminar el cambio horario. « La gente lo quiere, pues lo haremos », dijo entonces Juncker a la vista del abrumador resultado. El paso siguiente era decidir entonces si cada país permanecía el horario de verano o el de invierno, algo en lo que no llegó a haber un consenso, por lo que la cuestión se volvió a meter en el congelador. En efecto, si cada país escoge si quiere uno u otro se produciría una una fragmentación con hasta tres o más husos horarios diferentes dentro de la UE continental, lo que complicaría el funcionamiento del mercado único en general . Es decir, la cuestión por ahora está entre aguantar las molestias de un cambio de hora dos veces al año o tener que hacerlo muchas más veces a causa de la fragmentación horaria entre países. El comisario de Energía, Dan Jorgensen, ha prometido un nuevo «estudio en profundidad» sobre el recurrente tema del fin del cambio de hora. «Pueden contar con la Comisión para apoyar la búsqueda de una posición común en la UE . Vamos a fomentar el consenso entre los Estados miembros. La Comisión ha decidido responder a la solicitud de los Estados miembros para que se realice un análisis adicional. Se espera que pronto se inicie un estudio para apoyar la toma de decisiones». Sin embargo, el ministro danés de Energía, Lars Aagaard, que ejerce la presidencia rotatoria, ha echado balones fuera y ha recordado que «la cuestión la han de decidir los ministros y no voy a hablar yo en su nombre» y aplazó cualquier debate para cuando la Comisión termine ese nuevo informe. En los pasillos de la Comisión, sin embargo, se referían a este asunto como un tema recurrente que «reaparece dos veces al año» y que nadie se atreve a afrontar. La iniciativa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parece dirigirse hacia el mismo lugar que todas las anteriores: el archivo de los imposibles.El ministro danés, en efecto, no tenía más remedio que darse por enterado de que el secretario de estado de Energía, Joan Groizard, que representaba a España en el Consejo de ministros de Transporte y Energía, le había pedido que introdujese el tema en el orden del día, pero hasta el comisario -también presente- reconocía que este «puede que no sea uno de los aspectos más importantes de la a genda política europea ». El momento en el que este asunto estuvo más cerca de una decisión concreta fue en 2018, después de una consulta pública llevada a cabo por la Comisión Europea, presidida entonces por Jean-Claude Juncker. El 84% de los que participaron (la inmensa mayoría mayoría de alemanes y austriacos) votó por eliminar el cambio horario. « La gente lo quiere, pues lo haremos », dijo entonces Juncker a la vista del abrumador resultado. El paso siguiente era decidir entonces si cada país permanecía el horario de verano o el de invierno, algo en lo que no llegó a haber un consenso, por lo que la cuestión se volvió a meter en el congelador. En efecto, si cada país escoge si quiere uno u otro se produciría una una fragmentación con hasta tres o más husos horarios diferentes dentro de la UE continental, lo que complicaría el funcionamiento del mercado único en general . Es decir, la cuestión por ahora está entre aguantar las molestias de un cambio de hora dos veces al año o tener que hacerlo muchas más veces a causa de la fragmentación horaria entre países. RSS de noticias de sociedad
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