En la lista de palestinos que Israel liberará como parte del alto el fuego en Gaza falta un nombre. Será el intercambio de presos más numeroso desde 1983, y verán la luz más de 1.700 personas, pero en las calles de Jerusalén Este se pregunta por alguien en concreto: “¿Por qué no sale Abu Qasem?”.
Liberar a Marwan Barghouti, partidario de una solución de los dos estados, es una “línea roja” para el gobierno de Netanyahu
En la lista de palestinos que Israel liberará como parte del alto el fuego en Gaza falta un nombre. Será el intercambio de presos más numeroso desde 1983, y verán la luz más de 1.700 personas, pero en las calles de Jerusalén Este se pregunta por alguien en concreto: “¿Por qué no sale Abu Qasem?”.
Así llaman a Marwan Barghouti, apodado por algunos en Occidente el Nelson Mandela palestino . Secretario general de Al Fatah hasta su detención en el 2002, Barghouti cumple entre prisión y prisión cinco cadenas perpetuas y 40 años más de condena por organizar atentados en los que murieron cinco israelíes durante la segunda intifada.
El ‘Mandela palestino’ ganaría unas elecciones, e Israel “no quiere que tengamos un líder que nos de esperanzas”
Su tiempo entre rejas no le ha impedido seguir activo. Durante las dos últimas décadas, Barghouti ha escrito cartas llamando a la desobediencia popular no violenta. En el 2006, promovió una declaración conjunta de Al Fatah, Hamas, la Yihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) en la que se llamaba al fin de las divisiones internas y a la búsqueda de una solución de dos estados.
Shadi al Shurafa, su compañero de celda en la prisión de Hadarim, lo describe como “laicista, pacifista y partidario de la involucración de las mujeres en la política”. La propuesta de Barghouti, que ha llegado a referirse a Israel como “nuestro futuro vecino”, no le ha impedido encontrar un lugar común con el resto de voces del panorama político palestino.
“Se entiende con los islamistas, con los marxistas. Es tan popular porque ve al pueblo palestino como uno”, cuenta Al Shurafa a La Vanguardia . Más de veinte años después de que desapareciera de la vida pública, las encuestas siguen demostrando su popularidad. Según un estudio realizado en mayo del 2025 por PCPSR, una consultora con sede en Ramala, Barghouti ganaría unas elecciones presidenciales contra Mahmud Abas, líder de la Autoridad Palestina (AP).
Siendo una alternativa a Hamas pacifista y dispuesta a convivir con Israel, ¿por qué el gobierno de Beniamin Netanyahu no lo libera? Según dijeron a la agencia Euronews fuentes de inteligencia israelíes, el caso de Barghouti es de hecho una “línea roja” para Tel Aviv, e insistir en su liberación “le garantizará a Hamas que haya guerra y no un acuerdo”.
“Saben que sería un buen líder para los palestinos y no quieren que tengamos algo así”, explica Azat en su barbería en la calle Saladino, arteria comercial de Jerusalén Este. En agosto, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, visitó a Barghouti en la cárcel de Ramon, al sur del país. Delante de las cámaras, le amenazó: “No te vas a salir con la tuya. Cualquiera que se meta con el pueblo de Israel, cualquiera que asesine a nuestros hijos o a nuestras mujeres… Lo eliminaremos”.
“Quieren que los palestinos sigamos enfrentados, no quieren que tengamos un líder único, mucho menos uno que nos de esperanzas”, añade Azat. El propio hijo de Barghouti, Arab, ha suscrito esta tesis. En una entrevista con la CNN, dijo este verano que Netanyahu no libera a su padre porque “no quiere un socio para la paz”.
Si la figura de Barghouti inspira en Tel Aviv el miedo a un renacer de una política unitaria palestina, en Ramala el exlíder de Fatah provoca tanto miedo o más. Shadi al Shurafa, el compañero de celda, confiesa también que, estando en prisión, un alto cargo de la AP visitó a Barghouti para decirle que no iban a luchar por su liberación en los siguientes intercambios de prisioneros con Israel.
“Más que un gobierno, la AP es una franquicia nacida en Oslo de la que se benefician también los israelíes”, expresa Al Shurafa. Azzat, el peluquero de Jerusalén, apostilla: “Barghouti quiere la paz como muchos de nosotros. Pero ni Israel ni la AP buscan cambiar el status quo”.
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