Las provincias protestan ante el cierre de la Dirección de Vialidad Nacional, el ente estatal encargado de supervisar la red de 46.000 kilómetros de carreteras nacionales Leer Las provincias protestan ante el cierre de la Dirección de Vialidad Nacional, el ente estatal encargado de supervisar la red de 46.000 kilómetros de carreteras nacionales Leer
Detrás de la «motosierra» y del alarde de Javier Milei por el superávit fiscal se esconden algunas cosas menos atractivas de exhibir: pensiones de miseria para los jubilados, porque aumentarlas pondría en riesgo el objetivo fiscal, y una red de carreteras en acelerado deterioro, porque el presidente argentino decidió que eso no es cosa suya, que el Estado no debe ocuparse ni de construir ni de mantener rutas nacionales.
«Atención, aquí empieza la ruta 12 mantenida por el Estado Nacional», dice un cartel rojo en la provincia de Santa Fe, una de las más ricas del país y que ya no está dispuesta a mantenerse en silencio ante la deserción del gobierno nacional.
«Las rutas nacionales están colapsando por falta de mantenimiento», denunció el gobernador Maximiliano Pullaro.
Ernesto Arriaga, veterano periodista especializado en transporte, coincide: «Tenemos 16 muertos por día en siniestros viales, la única forma de acabar con esta pandemia es con autovías para terminar con los choques frontales. También se deben mejorar los trenes y abaratar el coste de volar porque todo el transporte se complementa».
No es precisamente la idea de Milei, que anunció hace pocas semanas el cierre de la Dirección de Vialidad Nacional, el ente estatal encargado de supervisar la red de 46.000 kilómetros de carreteras nacionales. En el octavo país más grande del mundo, con su red de ferrocarriles disminuida al mínimo tras el desguace ejecutado en los años ’90 por el peronista Carlos Menem, el transporte por carretera es esencial. La justicia frenó el cierre de Vialidad Nacional, pero las carreteras siguen sin tener alguien que se ocupe de ellas.
«Hoy se están cobrando impuestos para el mantenimiento de rutas y no se está ejecutando un solo peso. Estamos poniendo en riesgo la vida de muchísimos argentinos», criticó el gobernador de la provincia patagónica de Chubut, Ignacio Torres.
Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas del gobierno peronista de la provincia de Buenos Aires, la mayor del país, denunció que el gobierno de Milei se guarda el dinero destinado a construcción y mantenimiento de carreteras: «Cada vez que los argentinos y argentinas cargan combustible en la estación de servicio, un tercio de eso va a una cuenta específica que tiene como único destino, por ley, el arreglo de las rutas, que están en un estado total de abandono. Milei lleva más de 500 días de gobierno y no hizo un solo kilómetro de ruta y paralizó las 2.308 obras que estaban en ejecución, esto no es gratis para la Argentina».
Recientemente, una mujer de 62 años, su hija de 19 y dos de sus nietos, de 19 y 7 años, murieron al chocar en su auto contra un camión en medio de una nevada en otra provincia patagónica, Río Negro. «Hay víctimas, hay familias destrozadas, y hay una realidad que venimos denunciando hace muchísimo: el abandono de las rutas nacionales en Río Negro», dijo el gobernador Alberto Weretilneck.
«La motosierra mata», sintetizó recientemente en un titular el diario opositor Página 12.
La deserción del Estado en su responsabilidad con la red vial puede asombrar y ser inviable, pero es coherente con el ideario de Milei. El presidente argentino, que se jacta de ser el primer jefe de Estado libertario de la historia, dijo más de una vez que su rol es el de ser un topo dentro del Estado para destruirlo desde sus entrañas. Ese topo está destruyendo, en efecto, carreteras que ya estaban en un estado deplorable desde hacía lustros.
«Acabo de hacer 20.000 kilómetros en el motorhome con mi señora. Recorrí todo el país y puedo decir que está hecha pelota la red vial. El 60 por ciento de las rutas están destruidas porque hace tres gobiernos que no se pone un peso», asegura Arriaga.
Milei cree además que la obra pública en Argentina es un foco enorme de corrupción, y razón no le falta, porque la ex presidenta Cristina Kirchner y otros altos cargos y contratistas de su gobierno han sido condenados precisamente por corrupción en la obra pública, y hay otros procesos en curso por temas similares.
Lo llamativo de Milei es que, ante una infección en una pierna, él no decidió limpiar la extremidad y liberarla de la infección. No, Milei decidió amputar, en este caso la obligación del Estado de cuidar las carreteras, convertidas hoy en peligrosa tierra de nadie.
¿Cómo sigue esto? Página 12 no tiene dudas: «El camino parece claro: tras el abandono, la privatización»
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