Hay noticias que le hielan a uno la sangre. Ocurre cuando se descubre que, escondidos entre las paredes de ese bar por delante del cual uno pasa a diario, había dos cadáveres. Dos seres humanos que perdieron la vida de forma violenta. Muertes que nadie reclamó, y que salieron a la luz por pura casualidad, cuando unos albañiles realizaban unas obras en el sótano del local.Se llamaba Mesón del Lobo Feroz, y estaba situada en la calle Lucientes número 9. El establecimiento llevaba por entonces, enero de 1989, más de un año cerrado; antes de dedicarse a la restauración, aquello había sido un bar de alterne, que cerró sus puertas en el verano de 1987. Desde entonces, pasó a ser un mesón, pero no duró mucho abierto. Esas navidades cerró, tras sufrir un atraco, según declararon los vecinos.El caso es que cambió de titular y el nuevo dueño decidió realizar algunas obras para acondicionar el local. Y ahí fue cuando llegó el sobresalto, y los albañiles se encontraron lo que jamás hubieran pensado: un cuerpo debajo de una escalera, y el otro en una estancia cercana. Ambos, cubiertos por tabiques de escayola. Los cadáveres no tenían signos evidentes de violencia, y sí presentaban aún restos de cuero cabelludo y ropa.Noticia Relacionada estandar No Pódcast | La doble muerte de Juana Canal ABC PÓDCAST Con este primer episodio, ABC Pódcast inaugura su nuevo proyecto ‘Tiros y Puñales: Crónica de sucesos de Madrid’, que abordará los crímenes y delitos que han ocurrido en el centro de la Península.Los investigadores de la Policía se pusieron rápidamente manos a la obra, mientras la prensa especulaba un día y otro sobre lo que hubiera podido ocurrir en aquellos crímenes ‘del Lobo Feroz’. Hasta que el lobo terminó apareciendo. El trabajo policial dio sus frutos y se identificó a la persona que se había hecho cargo de aquel negocio en sus últimos meses abierto. Un hombre llamado Santiago, que definieron como de carácter hosco, conocido también como ‘el legionario’ por haber estado alistado en este cuerpo.La investigación determinó que Santiago, con problemas con la bebida, en agosto de 1987 requirió los servicios de una prostituta en la calle de la Cruz y la llevó hasta el mesón. La mujer, Mariluz, de 22 años de edad, fue asesinada con un cuchillo jamonero tras una discusión con ‘el legionario’ en el interior del establecimiento. Después, él la emparedó, para ocultar el cadáver. Puso por encima una tela de arpillera y varias cajas de cerveza.Mesón del Lobo Feroz, en la calle de Lucientes, en 1989 José sánchez martínezMeses después, en octubre, volvió a repetir la operación, con una mujer que nunca fue identificada. Tras asesinarla con la misma arma, también emparedó su cuerpo, y tapió la pared con unas baldosas. Y de nuevo en diciembre, contrató los servicios de otra meretriz, de nombre Araceli, con la que fue al mesón. Ya dentro, se produjo un forcejeo entre ellos y los gritos de la mujer alertaron al vecindario, que llamó a la Policía. Allí encontraron los agentes a ambos, semidesnudos y ensangrentados. Sus versiones fueron opuestas: él la acusó de haberla pillado intentando robar; ella contó lo que había ocurrido. Tras unos días en los calabozos, ‘el legionario’ salió en libertad sin cargos.MÁS INFORMACIÓN La inédita ola de calor de la primavera de 1905 que acabó hundiendo el tercer depósito del Canal La cárcel del barrio de Salamanca donde Miguel Hernández escribió sus ‘Nanas de la cebolla’El mesón se cerró definitivamente, hasta que un nuevo propietario decidió hacer obras en el mismo. Y los albañiles se encontraron con aquellos esqueletos prácticamente intactos. Tirando del hilo, la Policía llegó hasta Santiago, que confesó los crímenes y dio todo tipo de detalles. Fue condenado a un total de 72 años y cuatro meses de prisión. Se le puso en libertad en 2004 y la última noticia que se tuvo de él es que vivía de forma anónima en el sur de la Península. Hay noticias que le hielan a uno la sangre. Ocurre cuando se descubre que, escondidos entre las paredes de ese bar por delante del cual uno pasa a diario, había dos cadáveres. Dos seres humanos que perdieron la vida de forma violenta. Muertes que nadie reclamó, y que salieron a la luz por pura casualidad, cuando unos albañiles realizaban unas obras en el sótano del local.Se llamaba Mesón del Lobo Feroz, y estaba situada en la calle Lucientes número 9. El establecimiento llevaba por entonces, enero de 1989, más de un año cerrado; antes de dedicarse a la restauración, aquello había sido un bar de alterne, que cerró sus puertas en el verano de 1987. Desde entonces, pasó a ser un mesón, pero no duró mucho abierto. Esas navidades cerró, tras sufrir un atraco, según declararon los vecinos.El caso es que cambió de titular y el nuevo dueño decidió realizar algunas obras para acondicionar el local. Y ahí fue cuando llegó el sobresalto, y los albañiles se encontraron lo que jamás hubieran pensado: un cuerpo debajo de una escalera, y el otro en una estancia cercana. Ambos, cubiertos por tabiques de escayola. Los cadáveres no tenían signos evidentes de violencia, y sí presentaban aún restos de cuero cabelludo y ropa.Noticia Relacionada estandar No Pódcast | La doble muerte de Juana Canal ABC PÓDCAST Con este primer episodio, ABC Pódcast inaugura su nuevo proyecto ‘Tiros y Puñales: Crónica de sucesos de Madrid’, que abordará los crímenes y delitos que han ocurrido en el centro de la Península.Los investigadores de la Policía se pusieron rápidamente manos a la obra, mientras la prensa especulaba un día y otro sobre lo que hubiera podido ocurrir en aquellos crímenes ‘del Lobo Feroz’. Hasta que el lobo terminó apareciendo. El trabajo policial dio sus frutos y se identificó a la persona que se había hecho cargo de aquel negocio en sus últimos meses abierto. Un hombre llamado Santiago, que definieron como de carácter hosco, conocido también como ‘el legionario’ por haber estado alistado en este cuerpo.La investigación determinó que Santiago, con problemas con la bebida, en agosto de 1987 requirió los servicios de una prostituta en la calle de la Cruz y la llevó hasta el mesón. La mujer, Mariluz, de 22 años de edad, fue asesinada con un cuchillo jamonero tras una discusión con ‘el legionario’ en el interior del establecimiento. Después, él la emparedó, para ocultar el cadáver. Puso por encima una tela de arpillera y varias cajas de cerveza.Mesón del Lobo Feroz, en la calle de Lucientes, en 1989 José sánchez martínezMeses después, en octubre, volvió a repetir la operación, con una mujer que nunca fue identificada. Tras asesinarla con la misma arma, también emparedó su cuerpo, y tapió la pared con unas baldosas. Y de nuevo en diciembre, contrató los servicios de otra meretriz, de nombre Araceli, con la que fue al mesón. Ya dentro, se produjo un forcejeo entre ellos y los gritos de la mujer alertaron al vecindario, que llamó a la Policía. Allí encontraron los agentes a ambos, semidesnudos y ensangrentados. Sus versiones fueron opuestas: él la acusó de haberla pillado intentando robar; ella contó lo que había ocurrido. Tras unos días en los calabozos, ‘el legionario’ salió en libertad sin cargos.MÁS INFORMACIÓN La inédita ola de calor de la primavera de 1905 que acabó hundiendo el tercer depósito del Canal La cárcel del barrio de Salamanca donde Miguel Hernández escribió sus ‘Nanas de la cebolla’El mesón se cerró definitivamente, hasta que un nuevo propietario decidió hacer obras en el mismo. Y los albañiles se encontraron con aquellos esqueletos prácticamente intactos. Tirando del hilo, la Policía llegó hasta Santiago, que confesó los crímenes y dio todo tipo de detalles. Fue condenado a un total de 72 años y cuatro meses de prisión. Se le puso en libertad en 2004 y la última noticia que se tuvo de él es que vivía de forma anónima en el sur de la Península.
Hay noticias que le hielan a uno la sangre. Ocurre cuando se descubre que, escondidos entre las paredes de ese bar por delante del cual uno pasa a diario, había dos cadáveres. Dos seres humanos que perdieron la vida de forma violenta. Muertes que … nadie reclamó, y que salieron a la luz por pura casualidad, cuando unos albañiles realizaban unas obras en el sótano del local.
Se llamaba Mesón del Lobo Feroz, y estaba situada en la calle Lucientes número 9. El establecimiento llevaba por entonces, enero de 1989, más de un año cerrado; antes de dedicarse a la restauración, aquello había sido un bar de alterne, que cerró sus puertas en el verano de 1987. Desde entonces, pasó a ser un mesón, pero no duró mucho abierto. Esas navidades cerró, tras sufrir un atraco, según declararon los vecinos.
El caso es que cambió de titular y el nuevo dueño decidió realizar algunas obras para acondicionar el local. Y ahí fue cuando llegó el sobresalto, y los albañiles se encontraron lo que jamás hubieran pensado: un cuerpo debajo de una escalera, y el otro en una estancia cercana. Ambos, cubiertos por tabiques de escayola. Los cadáveres no tenían signos evidentes de violencia, y sí presentaban aún restos de cuero cabelludo y ropa.
Los investigadores de la Policía se pusieron rápidamente manos a la obra, mientras la prensa especulaba un día y otro sobre lo que hubiera podido ocurrir en aquellos crímenes ‘del Lobo Feroz’. Hasta que el lobo terminó apareciendo. El trabajo policial dio sus frutos y se identificó a la persona que se había hecho cargo de aquel negocio en sus últimos meses abierto. Un hombre llamado Santiago, que definieron como de carácter hosco, conocido también como ‘el legionario’ por haber estado alistado en este cuerpo.
La investigación determinó que Santiago, con problemas con la bebida, en agosto de 1987 requirió los servicios de una prostituta en la calle de la Cruz y la llevó hasta el mesón. La mujer, Mariluz, de 22 años de edad, fue asesinada con un cuchillo jamonero tras una discusión con ‘el legionario’ en el interior del establecimiento. Después, él la emparedó, para ocultar el cadáver. Puso por encima una tela de arpillera y varias cajas de cerveza.
José sánchez martínez
Meses después, en octubre, volvió a repetir la operación, con una mujer que nunca fue identificada. Tras asesinarla con la misma arma, también emparedó su cuerpo, y tapió la pared con unas baldosas. Y de nuevo en diciembre, contrató los servicios de otra meretriz, de nombre Araceli, con la que fue al mesón. Ya dentro, se produjo un forcejeo entre ellos y los gritos de la mujer alertaron al vecindario, que llamó a la Policía. Allí encontraron los agentes a ambos, semidesnudos y ensangrentados. Sus versiones fueron opuestas: él la acusó de haberla pillado intentando robar; ella contó lo que había ocurrido. Tras unos días en los calabozos, ‘el legionario’ salió en libertad sin cargos.
El mesón se cerró definitivamente, hasta que un nuevo propietario decidió hacer obras en el mismo. Y los albañiles se encontraron con aquellos esqueletos prácticamente intactos. Tirando del hilo, la Policía llegó hasta Santiago, que confesó los crímenes y dio todo tipo de detalles. Fue condenado a un total de 72 años y cuatro meses de prisión. Se le puso en libertad en 2004 y la última noticia que se tuvo de él es que vivía de forma anónima en el sur de la Península.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de espana