Como el modelo sanitario, al que la Junta de Andalucía le está dando una vuelta para que entre en una «nueva era» , el educativo también necesita una reflexión profunda para que se adapte a la realidad del siglo XXI bien empezado y deje atrás el corsé del último tramo de la centuria anterior en el que fue concebido como un instrumento fundamental para garantizar la igualdad de oportunidades y evitar que ningún niño con talento —o sin él— se quedara atrás por falta de medios económicos.Noticia Relacionada EDUCACIÓN estandar No Un tercio de las aulas de niños de 3 años está vacía en Andalucía Rafael Aguilar Hay 14.600 plazas escolares sin uso en el primer curso de la segunda etapa de Infantil, lo que equivale a 663 clasesEl resumen de lo que está pasando es claro: la red de colegios públicos —incluyendo en ella a los que prestan sus servicios en régimen de concierto con la Junta de Andalucía— es excesiva. Hay menos, muchos menos niños que pupitres. ¿Y qué está haciendo la Administración autonómica para hacer frente a este hecho incontestable? Básicamente, dos cosas. La primera, volcar los recursos educativos —profesores, personal administrativo, infraestructuras— que ya no hacen tanta falta para la educación reglada en la atención a los estudiantes que tienen la necesidad de una atención más continua o especializada por vivir en zonas vulnerables, con un nivel de renta menguado y, por lo tanto, que conocen una situación de partida más dura que sus colegas de barrios más acomodados.Optimización de recursosY, en segundo lugar, optimizar recursos, o llevado al terreno de las decisiones prácticas: fusionar colegios allí donde las plazas vacantes son más frecuentes. La Consejería de Desarrollo Educativo ha ejecutado en los últimos meses al menos tres unificaciones de centros que han racionalizado los recursos y que funcionan ya con resultados satisfactorios, si bien en su origen no estuvieron libres de polémica. Porque cerrar un colegio es una mala noticia se mire por donde se mire.Ríos de tinta consumió, por ejemplo, la clausura el curso pasado de los colegios públicos Alfonso Churruca y Duque de Rivas, en la barriada de Las Palmeras de Córdoba capital —una de las más deprimidas de la ciudad y de las más pobres de España — para que se integraran en el vecino centro Pedagogo García Navarro. Los datos le daban la razón a la Junta: el Alfonso Churruca tenía matriculados a 36 alumnos distribuidos en cuatro unidades, tres de ellas mixtas —es decir, en las que se impartían enseñanzas de más de un curso—, y en el Duque de Rivas había 30 alumnos en tres unidades también mixtas.Sevilla y San FernandoHay dos casos recientes más. En enero de este año, la Consejería que dirige María del Carmen Castillo decidió integrar los colegios Los Esteros y Cecilio Pujazón de San Fernando. El argumento de la Junta fue que Los Esteros había experimentado una progresiva pérdida de alumnado, pasando de 176 alumnos en el curso 2013/14 a solo 22 en el presente curso 2024/25, con una previsión de 15 alumnos para el próximo año, lo que supone un descenso del 93 por ciento del alumnado en poco más de la década.Un caso similar se vivió en Sevilla capital en marzo. Entonces, el Gobierno regional decidió que el colegio del Polígono San Pablo de Sevilla, tras la fusión de los colegios de Infantil y Primaria San Juan de Ribera y San Ignacio de Loyola, será un centro de referencia en educación inclusiva y en atención a la diversidad. Esta operación, explicó la Consejería, respondía a un principio fundamental de eficiencia «dado el descenso de matriculaciones de los últimos años». Como el modelo sanitario, al que la Junta de Andalucía le está dando una vuelta para que entre en una «nueva era» , el educativo también necesita una reflexión profunda para que se adapte a la realidad del siglo XXI bien empezado y deje atrás el corsé del último tramo de la centuria anterior en el que fue concebido como un instrumento fundamental para garantizar la igualdad de oportunidades y evitar que ningún niño con talento —o sin él— se quedara atrás por falta de medios económicos.Noticia Relacionada EDUCACIÓN estandar No Un tercio de las aulas de niños de 3 años está vacía en Andalucía Rafael Aguilar Hay 14.600 plazas escolares sin uso en el primer curso de la segunda etapa de Infantil, lo que equivale a 663 clasesEl resumen de lo que está pasando es claro: la red de colegios públicos —incluyendo en ella a los que prestan sus servicios en régimen de concierto con la Junta de Andalucía— es excesiva. Hay menos, muchos menos niños que pupitres. ¿Y qué está haciendo la Administración autonómica para hacer frente a este hecho incontestable? Básicamente, dos cosas. La primera, volcar los recursos educativos —profesores, personal administrativo, infraestructuras— que ya no hacen tanta falta para la educación reglada en la atención a los estudiantes que tienen la necesidad de una atención más continua o especializada por vivir en zonas vulnerables, con un nivel de renta menguado y, por lo tanto, que conocen una situación de partida más dura que sus colegas de barrios más acomodados.Optimización de recursosY, en segundo lugar, optimizar recursos, o llevado al terreno de las decisiones prácticas: fusionar colegios allí donde las plazas vacantes son más frecuentes. La Consejería de Desarrollo Educativo ha ejecutado en los últimos meses al menos tres unificaciones de centros que han racionalizado los recursos y que funcionan ya con resultados satisfactorios, si bien en su origen no estuvieron libres de polémica. Porque cerrar un colegio es una mala noticia se mire por donde se mire.Ríos de tinta consumió, por ejemplo, la clausura el curso pasado de los colegios públicos Alfonso Churruca y Duque de Rivas, en la barriada de Las Palmeras de Córdoba capital —una de las más deprimidas de la ciudad y de las más pobres de España — para que se integraran en el vecino centro Pedagogo García Navarro. Los datos le daban la razón a la Junta: el Alfonso Churruca tenía matriculados a 36 alumnos distribuidos en cuatro unidades, tres de ellas mixtas —es decir, en las que se impartían enseñanzas de más de un curso—, y en el Duque de Rivas había 30 alumnos en tres unidades también mixtas.Sevilla y San FernandoHay dos casos recientes más. En enero de este año, la Consejería que dirige María del Carmen Castillo decidió integrar los colegios Los Esteros y Cecilio Pujazón de San Fernando. El argumento de la Junta fue que Los Esteros había experimentado una progresiva pérdida de alumnado, pasando de 176 alumnos en el curso 2013/14 a solo 22 en el presente curso 2024/25, con una previsión de 15 alumnos para el próximo año, lo que supone un descenso del 93 por ciento del alumnado en poco más de la década.Un caso similar se vivió en Sevilla capital en marzo. Entonces, el Gobierno regional decidió que el colegio del Polígono San Pablo de Sevilla, tras la fusión de los colegios de Infantil y Primaria San Juan de Ribera y San Ignacio de Loyola, será un centro de referencia en educación inclusiva y en atención a la diversidad. Esta operación, explicó la Consejería, respondía a un principio fundamental de eficiencia «dado el descenso de matriculaciones de los últimos años».
Como el modelo sanitario, al que la Junta de Andalucía le está dando una vuelta para que entre en una «nueva era», el educativo también necesita una reflexión profunda para que se adapte a la realidad del siglo XXI bien empezado y deje … atrás el corsé del último tramo de la centuria anterior en el que fue concebido como un instrumento fundamental para garantizar la igualdad de oportunidades y evitar que ningún niño con talento —o sin él— se quedara atrás por falta de medios económicos.
El resumen de lo que está pasando es claro: la red de colegios públicos —incluyendo en ella a los que prestan sus servicios en régimen de concierto con la Junta de Andalucía— es excesiva. Hay menos, muchos menos niños que pupitres. ¿Y qué está haciendo la Administración autonómica para hacer frente a este hecho incontestable? Básicamente, dos cosas. La primera, volcar los recursos educativos —profesores, personal administrativo, infraestructuras— que ya no hacen tanta falta para la educación reglada en la atención a los estudiantes que tienen la necesidad de una atención más continua o especializada por vivir en zonas vulnerables, con un nivel de renta menguado y, por lo tanto, que conocen una situación de partida más dura que sus colegas de barrios más acomodados.
Optimización de recursos
Y, en segundo lugar, optimizar recursos, o llevado al terreno de las decisiones prácticas: fusionar colegios allí donde las plazas vacantes son más frecuentes. La Consejería de Desarrollo Educativo ha ejecutado en los últimos meses al menos tres unificaciones de centros que han racionalizado los recursos y que funcionan ya con resultados satisfactorios, si bien en su origen no estuvieron libres de polémica. Porque cerrar un colegio es una mala noticia se mire por donde se mire.
Ríos de tinta consumió, por ejemplo, la clausura el curso pasado de los colegios públicos Alfonso Churruca y Duque de Rivas, en la barriada de Las Palmeras de Córdoba capital —una de las más deprimidas de la ciudad y de las más pobres de España— para que se integraran en el vecino centro Pedagogo García Navarro. Los datos le daban la razón a la Junta: el Alfonso Churruca tenía matriculados a 36 alumnos distribuidos en cuatro unidades, tres de ellas mixtas —es decir, en las que se impartían enseñanzas de más de un curso—, y en el Duque de Rivas había 30 alumnos en tres unidades también mixtas.
Sevilla y San Fernando
Hay dos casos recientes más. En enero de este año, la Consejería que dirige María del Carmen Castillo decidió integrar los colegios Los Esteros y Cecilio Pujazón de San Fernando. El argumento de la Junta fue que Los Esteros había experimentado una progresiva pérdida de alumnado, pasando de 176 alumnos en el curso 2013/14 a solo 22 en el presente curso 2024/25, con una previsión de 15 alumnos para el próximo año, lo que supone un descenso del 93 por ciento del alumnado en poco más de la década.
Un caso similar se vivió en Sevilla capital en marzo. Entonces, el Gobierno regional decidió que el colegio del Polígono San Pablo de Sevilla, tras la fusión de los colegios de Infantil y Primaria San Juan de Ribera y San Ignacio de Loyola, será un centro de referencia en educación inclusiva y en atención a la diversidad. Esta operación, explicó la Consejería, respondía a un principio fundamental de eficiencia «dado el descenso de matriculaciones de los últimos años».
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