No cabía nadie más en el World Aquatics Arena de Singapur. Era un día grande para un país que solamente ha disfrutado de un campeón olímpico en toda su historia, y justamente fue un nadador en los Juegos de Río, de 2016, quien le quitó el oro más preciado al mismísimo Michael Phelps en los 100 mariposa. Se trata de Joseph Scholling, que el lunes entró en el Salón de la Fama después de acabar el servicio militar obligatorio que dura dos años, y que fue aplazando para poder seguir compitiendo en la elite y ganar medallas.
La estadounidense se impuso con la quinta marca de siempre en el 1.500 libre y suma seis títulos mundiales
No cabía nadie más en el World Aquatics Arena de Singapur. Era un día grande para un país que solamente ha disfrutado de un campeón olímpico en toda su historia, y justamente fue un nadador en los Juegos de Río, de 2016, quien le quitó el oro más preciado al mismísimo Michael Phelps en los 100 mariposa. Se trata de Joseph Scholling, que el lunes entró en el Salón de la Fama después de acabar el servicio militar obligatorio que dura dos años, y que fue aplazando para poder seguir compitiendo en la elite y ganar medallas.
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La natación singapurense se felicita de ver a otra nadadora en una final. Ching Hwee Gan, que se entrenaba con la española Carmen Weiler, compitió en la de los 1.500 y fue séptima. Fue testigo, como sus compatriotas que poblaron la grada, de otro recital de la leyenda Katie Ledecky.
No había emoción, pero siempre es un lujo ver en el agua a la ‘Goat’, que ganó con la quinta mejor marca de siempre (15m26s44) y acumula 15 años sin perder una sola carrera de 1.500 libre. Nadie puede seguir su ritmo, aunque en esta ocasión la italiana Simone Quadarella pulverizó el récord de Europa con una marca inimaginable, que de buen seguro perdurará tiempo si ella misma no la bate (15m31s39). Nadó siete segundos por debajo de la anterior plusmarca.
La estadounidense ganó la sexta medalla de oro mundial en esta prueba. El sábado tendrá lugar la carrera femenina más esperada en estos Mundiales de Singapur, en la que Ledecky, que tuvo palabras de elogio a Summer McIntosh, se mida a la canadiense en los 800 libre. Separadas por un segundo sus mejores marcas, realizadas en este 2025.
Popovici le sacó 97 centésimas a Hubson para adelantarlo en los 50 metros
Antes, la emoción fue máxima. No hay prueba más matemática que los 200 libre. No hay margen al error. El cuerpo va tan al límite que si te pasas un gramo, lo acabas notando. Todo lo que aceleras al inicio te acaba frenando al final. Y eso le pasó al estadounidense Luke Hobson, de 22 años, quien creyó que tenía el oro en su mano, que había sido capaz de destronar a libélula de Bucarest en la prueba en la que es campeón olímpico… Pero realmente había caído en su trampa. El rumano del barrio de Pantalimón repitió título con un tiempo de 1:43.53 y afila los cuchillos para los 100 libre ante el chino Pan Zhanle, en el duelo más esperado en categoría masculina de estos Mundiales.

Sarah Stier / Getty
Hobson marcó el ritmo desde el comienzo. Bajó de 24 segundos en el primer 50 e incluso estuvo a punto de bajar de 26 en el segundo. Popovici iba a su ritmo, de menos a más, en la mitad de la carrera por la calle 6, con 31 brazadas en el segundo largo, deslizándose ahorrando energía. Siguió Hubson a tope en el 150, pasando en 26.36. El ritmo del rumano era dos o tres décimas más lento, lo que le llevó a pasar a 65 centésimas a falta del último 50. Y ahí activó las turbinas.
Las carreras se ganan en el último 50. No hay que desesperarse antes ni tampoco perder la rueda. Y el rumano conoce su cuerpo desde que tenía 16 años. Empezó a meter pies y aumento la frecuencia (hizo 36 brazadas) y, aunque el efecto óptico desde la tribuna de prensa de Singapur hacía presagiar un final igualado, finalmente remontó con cierto margen. Tocó en 1:43.53 por 1:43.84. Nadó el último largo en 26s43 por 27s39 del estadounidense. Casi un segundo de diferencia. El bronce fue para el japonés Tatsuya Murasa, de 18 años (1m44s54).
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Siguieron de forma consecutiva las dos finales de los 100 espalda, que depararon una confirmación y una sorpresa. Kylee McKeown se adjudicó la prueba femenina en los metros finales a la estadounidense Regan Smith (57s35). Ambas llevan años protagonizando un mano a mano que ha llevado las marcas a otro nivel. La australiana, con 57s16, batió el récord de los campeonatos y el de Oceanía. Tercera fue la estadounidense Katharine Berkoff (58s15).
En la prueba masculina todo lo que se preveía no sucedió. Los finalistas llegaban con un margen mínimo, por lo que todo estaba abierto, aunque parecía que iba a ser un duelo entre el húngaro Hubert Kos y el ruso Kliment Kolesnikov. Dos medallistas olímpicos. Pero en la segunda mitad de la carrera, progresaron por las calles laterales el italiano Thomas Ceccon, que fue plata con 51s90, y el sudafricano Pietr Coetze, que unos días antes ya había advertido con una marca por debajo de 52s, y quien registró 51s85. Oro. El bronce se lo embolsó el francés Yohann Ndoye.
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