La Princesa adopta modismos de su generación, habla de «scroll» y «boomers» y destaca, junto a su padre, la importancia de la convivencia Leer La Princesa adopta modismos de su generación, habla de «scroll» y «boomers» y destaca, junto a su padre, la importancia de la convivencia Leer
El cielo despejado y el viento sur han acompañado la jornada de la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Es por ello que la llegada al Teatro Campoamor de los más de mil invitados que tenían reservada su butaca ha sido cómoda y lucida. A las seis y media de la tarde, la Familia Real, con los Reyes, la Princesa Leonor, la Infanta Sofía y la Reina Emérita hacían su entrada a la sala al ritmo de gaitas y entre los aplausos del auditorio.
Don Felipe lleva años advirtiendo que su presencia en este acto cada vez tiene menos peso debido al paso adelante de su heredera, la Princesa de Asturias, pero esta edición, después de 44 años, ha sido más contundente que nunca: «Me corresponde ir cediéndole ya este espacio», ha confesado el Rey, para advertir después que tiene la «intención firme» de mantenerse «vinculado a los premios, a la Fundación y a Asturias». El Monarca ha concluido: «Presente o no, estaré siempre comprometido con sus objetivos, sus valores y su futuro».
Es por este motivo por el que el discurso de la Princesa era el que llevaba el peso de la gala. La Heredera no sólo ha hecho la laudatio a los galardonados, sino que ha puesto el foco y aprovechado el altavoz para hablar de los problemas actuales de la sociedad. «Quizá debamos volver a lo esencial, a los básicos», ha pedido la Princesa.
A continuación, ha desgranado una lista de necesidades que retomar. Ha pedido volver «al respeto por quienes piensan diferentes, por quienes son diferentes«. También «a la educación, a valorar a nuestras maestras y maestros y considerar nuestro tiempo escolar como una tapa crucial en la que todos deben implicarse para que cada ciudadano libre tenga oportunidades». La Princesa, en un momento de plena actualidad, ha pedido «no olvidarnos de atender a quienes no lo tienen fácil, a las personas más vulnerables, a los jóvenes que pelean para formarse, para tener un trabajo, para tener un hogar«. También ha recordado «a las personas mayores que no desean estar solas, a nuestros niños y niñas en riesgo de pobreza».
La Princesa ha ido un paso más allá asegurando que «quizá haya que recordar lo que significa tratar bien al prójimo, salir de la trinchera, sacudirnos el miedo, unirnos para hacer las cosas mejor». Entonces, la joven ha afirmado: «La convivencia no es fácil, pero es el único camino para lograr el progreso compartido».
Una sentencia que minutos después ha conectado con las palabras con las que su padre ha cerrado el discurso. Porque el Rey ha hablado también de la «convivencia» afirmando que «tiene su gran pilar en la educación«. Así, tras afirmar que «mientras seamos capaces de inculcar en quienes vienen detrás de nosotros los valores por los que hemos luchado, les estaremos dando las herramientas para construir su futuro».
Sin embargo, el Monarca ha alertado de que «vivimos en un mundo que se debate entre dos extremos que son, por igual, inquietantes». Ha hecho referencia al «individualismo radical» y a «una pulsión globalizadora que todo lo homogeneiza, que degrada la diversidad». Es por ello que la solución pasa por «educar en valores» que para el Jefe del Estado «consiste en encontrar ese camino intermedio entre la comunidad y la persona, entre el respeto por lo colectivo y el valor del individuo».
Leonor ha encontrado en esta edición el idioma para llegar a su generación y a los profesionales que también la escuchan. La Princesa ha recordado que es «de la generación zeta e hija de una equis y de un boomer«. Ha hablado de «scroll infinito» o del emoticono al que a una cara «le explota el cerebro». Pero también ha resumido con acierto los méritos de cada ganador, lo ha querido hacer en forma de carta, formato que «permite pararse, profundizar y pensar más».
De Mario Draghi ha alabado «la defensa de los valores europeos, de la solidaridad entre países y de la idea de que juntos somos más fuertes». Sobre Serena Williams ha afirmado que «nadie podría entender el tenis» sin ella. Ha asegurado que le impresiona «la fuerza con la que siempre has jugado, tu técnica impecable». Además, ha hecho un guiño a Sofía a través de la tenista: «Es bonito lo que dices de tu hermana: ‘Sin Venus, no habría Serena’. Las hermanas cómplices son nuestras grandes compañeras de viaje.
De la genetista Marie Claire King -ausente al encontrarse indispuesta- ha mencionado no sólo la identificación de una región cromosómica humana que alberga un gen cuyas mutaciones predisponen al cáncer de mama y de ovario, sino su «compromiso social» para contribuir «a que los nietos de los desaparecidos por la represión de la dictadura argentina hayan podido reunirse con sus familias».
Leonor ha deseado poder adentrarse algún día «en ese bosque de Chapultepec y admirar más de tres mil años de historia» al loar a los representantes del Museo Nacional de Antropología de México y ha asegurado que proyectan «con vigor la fuerza de un pueblo que se mira a sí mismo con orgullo».
De la fotógrafa Graciela Iturbide ha alabado su capacidad para esperar y su paciencia: «Ojalá que los jóvenes de mi generación se detengan sin prisa a mirar sus fotografías». También ha reconocido el trabajo del profesor Massey sobre la inmigración: «Desde el rigor académico ha contribuido a rehumanizar la mirada hacia quien deja su país. Su trabajo nos permite comprender en toda su dimensión el gran desafío que tienen hoy muchos gobiernos con la inmigración».
Pero con quien se ha explayado más la Princesa en alabos ha sido con el escritor Eduardo Mendoza, cuyo discurso previamente había despertado risas y aplausos. La Heredera lleva desde verano leyendo la obra de Mendoza, y ha confesado que ese ejercicio de documentación, además de felicidad, la ha provisto «de curiosidad por palabras» que su generación no conoce. Ha citado «badulaque» o «chafarriñón». La princesa, además, ha subrayado que Mendoza desmonta con sus libros «ese debate tan presente sobre la literatura popular o la culta». La Princesa ha concluido: «Tu obra es necesaria para saber más, para comprender más, para aparcar el scroll infinito y permitir que la lectura profunda de tus libros nos lleve a hacer inferencias y deducciones».
Al filosofo Han le ha planteado la duda de cómo los jóvenes pueden recuperar la «trascendencia» para que la vida no sea la mera satisfacción de necesidades y exhibición narcisista». Y ha recomendado la lectura de su obra para «practicar la paciencia y la introspección».
Terminaba la gala con la Princesa convocando los premios del año 2026, con una heredera consolidada en su papel y con una voz para la gente de su generación.
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