La digestión está siendo lenta. Y puede hacerse larga. Los socios del Gobierno han dado un giro en su discurso tras el escándalo de Santos Cerdán , después de saberse -gracias al informe de la UCO de la Guardia Civil- que él era un elemento central en la trama corrupta de José Luis Ábalos y Koldo García. La prudencia inicial ha dado paso a las advertencias. Y la desconfianza sigue siendo enorme. Los grupos parlamentarios no tienen garantías de que el caso no vaya a ir a más y acabe salpicando al PSOE en su conjunto y, por eso, tampoco están dispuestos a dar garantías a Pedro Sánchez.El Gobierno aspiraba en las últimas horas a conseguir un apoyo cerrado de todos sus socios. Y lo que tiene encima de la mesa son mensajes de una desconfianza que va en aumento. El líder del PNV, Aitor Esteban, habló por primera vez de que «no vale todo con tal de evitar que llegue un Gobierno de derechas, atacando el principal argumento esgrimido por Sánchez. En Junts mostraron su preocupación porque la caída de Santos Cerdán les ha dejado sin interlocutor , y apuntan a que decidirán si «vale la pena o no» continuar en función de las garantías sobre el cumplimiento de sus acuerdos y del nuevo negociador que designen.Noticia Relacionada La crisis llega a Europa estandar Si El presidente, debilitado: «El Gobierno español; sacudido por un caso de corrupción» Enrique Serbeto La publicación digital ‘Político’ se hace eco de la fragilidad parlamentaria y los escándalos que cercan al presidenteERC está especialmente incómoda con el debate de la corrupción y la falta de explicaciones del presidente hasta el día 9 de julio. Y los distintos actores que forman parte de Sumar, el socio pequeño de la coalición, tampoco evitaron sus discrepancias. En Compromís incluso hablan de moción de confianza, separándose de la línea oficial de Yolanda Díaz.Demostrar «gestos» con los sociosLa iniciativa de hacer una ronda de consultas que comenzó el lunes en Moncloa y que continuará el miércoles tenía por objetivo demostrar «gestos» con los socios. En el fondo, se trataba de amarrar su respaldo. Una tarea que comenzó el fin de semana el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y que reiteró el presidente del Gobierno en su comparecencia del lunes en Ferraz. Sin embargo, como ocurrió el jueves pasado, sus palabras tras la Ejecutiva socialista no solo no tranquilizaron a los socios, sino que en muchos casos levantaron ampollas.La sensación en los grupos parlamentarios, según trasladan a ABC, es que Sánchez no abandonó su habitual «soberbia» . Les pareció un error que exhibiera un exceso de confianza al retar al PP de Alberto Núñez Feijóo a presentar una moción de censura «si tan seguro está», dijo, de que el Gobierno ha perdido sus apoyos parlamentarios. Incluso le sugirió que se diera prisa en hacerlo. Algunos aliados del Ejecutivo consideran que lo que hizo Sánchez fue «ponerles deberes» al trasladar la presión hacia ellos si hay riesgo de que el «Gobierno progresista» caiga. En algunos casos, como ERC, el enfado también vino motivado al ver que Moncloa anunciaba una ronda de reuniones sin tener su confirmación. Tanto es así que el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, se negó a asistir el día previsto (el martes) y pidió que la cita fuera al día siguiente. ERC también ha pedido que no haya fotografías. Otro gesto con el que marca distancias.El gran temor para la mayoría de socios es lo que todavía puede estar por salir. Aitor Esteban lo dijo este martes: «Hay que ver si esto es el principio del hilo del ovillo», dejando claro que su formación tomará posición cuando sepa realmente «qué hay en la madeja».Sánchez aseguró el lunes que el PSOE es «una organización limpia», descartando por completo que el caso pueda escalar a la financiación ilegal de su partido, distinguiéndose del PP. «Esto no va a ser otra Gürtel», aseguraban en el núcleo duro del presidente. Pero los socios no lo ven igual de claro. Recuerdan que «hasta hace dos días» Santos Cerdán «tampoco iba a estar implicado». Y el informe de la UCO «iba a quedar en nada». Esa espina está clavada y no será fácil de sustraer. Los nacionalistas vascos, que tienen más presión porque en 2018 apoyaron la moción de censura contra Mariano Rajoy para sacar al PP del poder, precisamente por un caso de corrupción, no quieren dar pasos en falso. Y el hecho de que Aitor Esteban dijera con todas las letras que «no vale todo» solo para impedir que la derecha gobierne, es también un dardo directo al discurso de Sánchez. En el partido vasco insisten: se necesita algo más para recuperar la confianza y sostener a Sánchez. La digestión está siendo lenta. Y puede hacerse larga. Los socios del Gobierno han dado un giro en su discurso tras el escándalo de Santos Cerdán , después de saberse -gracias al informe de la UCO de la Guardia Civil- que él era un elemento central en la trama corrupta de José Luis Ábalos y Koldo García. La prudencia inicial ha dado paso a las advertencias. Y la desconfianza sigue siendo enorme. Los grupos parlamentarios no tienen garantías de que el caso no vaya a ir a más y acabe salpicando al PSOE en su conjunto y, por eso, tampoco están dispuestos a dar garantías a Pedro Sánchez.El Gobierno aspiraba en las últimas horas a conseguir un apoyo cerrado de todos sus socios. Y lo que tiene encima de la mesa son mensajes de una desconfianza que va en aumento. El líder del PNV, Aitor Esteban, habló por primera vez de que «no vale todo con tal de evitar que llegue un Gobierno de derechas, atacando el principal argumento esgrimido por Sánchez. En Junts mostraron su preocupación porque la caída de Santos Cerdán les ha dejado sin interlocutor , y apuntan a que decidirán si «vale la pena o no» continuar en función de las garantías sobre el cumplimiento de sus acuerdos y del nuevo negociador que designen.Noticia Relacionada La crisis llega a Europa estandar Si El presidente, debilitado: «El Gobierno español; sacudido por un caso de corrupción» Enrique Serbeto La publicación digital ‘Político’ se hace eco de la fragilidad parlamentaria y los escándalos que cercan al presidenteERC está especialmente incómoda con el debate de la corrupción y la falta de explicaciones del presidente hasta el día 9 de julio. Y los distintos actores que forman parte de Sumar, el socio pequeño de la coalición, tampoco evitaron sus discrepancias. En Compromís incluso hablan de moción de confianza, separándose de la línea oficial de Yolanda Díaz.Demostrar «gestos» con los sociosLa iniciativa de hacer una ronda de consultas que comenzó el lunes en Moncloa y que continuará el miércoles tenía por objetivo demostrar «gestos» con los socios. En el fondo, se trataba de amarrar su respaldo. Una tarea que comenzó el fin de semana el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y que reiteró el presidente del Gobierno en su comparecencia del lunes en Ferraz. Sin embargo, como ocurrió el jueves pasado, sus palabras tras la Ejecutiva socialista no solo no tranquilizaron a los socios, sino que en muchos casos levantaron ampollas.La sensación en los grupos parlamentarios, según trasladan a ABC, es que Sánchez no abandonó su habitual «soberbia» . Les pareció un error que exhibiera un exceso de confianza al retar al PP de Alberto Núñez Feijóo a presentar una moción de censura «si tan seguro está», dijo, de que el Gobierno ha perdido sus apoyos parlamentarios. Incluso le sugirió que se diera prisa en hacerlo. Algunos aliados del Ejecutivo consideran que lo que hizo Sánchez fue «ponerles deberes» al trasladar la presión hacia ellos si hay riesgo de que el «Gobierno progresista» caiga. En algunos casos, como ERC, el enfado también vino motivado al ver que Moncloa anunciaba una ronda de reuniones sin tener su confirmación. Tanto es así que el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, se negó a asistir el día previsto (el martes) y pidió que la cita fuera al día siguiente. ERC también ha pedido que no haya fotografías. Otro gesto con el que marca distancias.El gran temor para la mayoría de socios es lo que todavía puede estar por salir. Aitor Esteban lo dijo este martes: «Hay que ver si esto es el principio del hilo del ovillo», dejando claro que su formación tomará posición cuando sepa realmente «qué hay en la madeja».Sánchez aseguró el lunes que el PSOE es «una organización limpia», descartando por completo que el caso pueda escalar a la financiación ilegal de su partido, distinguiéndose del PP. «Esto no va a ser otra Gürtel», aseguraban en el núcleo duro del presidente. Pero los socios no lo ven igual de claro. Recuerdan que «hasta hace dos días» Santos Cerdán «tampoco iba a estar implicado». Y el informe de la UCO «iba a quedar en nada». Esa espina está clavada y no será fácil de sustraer. Los nacionalistas vascos, que tienen más presión porque en 2018 apoyaron la moción de censura contra Mariano Rajoy para sacar al PP del poder, precisamente por un caso de corrupción, no quieren dar pasos en falso. Y el hecho de que Aitor Esteban dijera con todas las letras que «no vale todo» solo para impedir que la derecha gobierne, es también un dardo directo al discurso de Sánchez. En el partido vasco insisten: se necesita algo más para recuperar la confianza y sostener a Sánchez.
El PNV advierte de que no aceptarán todo solo por evitar que la derecha gobierne
La digestión está siendo lenta. Y puede hacerse larga. Los socios del Gobierno han dado un giro en su discurso tras el escándalo de Santos Cerdán, después de saberse -gracias al informe de la UCO de la Guardia Civil- que él era un elemento central en la trama corrupta de José Luis Ábalos y Koldo García. La prudencia inicial ha dado paso a las advertencias. Y la desconfianza sigue siendo enorme. Los grupos parlamentarios no tienen garantías de que el caso no vaya a ir a más y acabe salpicando al PSOE en su conjunto y, por eso, tampoco están dispuestos a dar garantías a Pedro Sánchez.
El Gobierno aspiraba en las últimas horas a conseguir un apoyo cerrado de todos sus socios. Y lo que tiene encima de la mesa son mensajes de una desconfianza que va en aumento. El líder del PNV, Aitor Esteban, habló por primera vez de que «no vale todo con tal de evitar que llegue un Gobierno de derechas, atacando el principal argumento esgrimido por Sánchez. En Junts mostraron su preocupación porque la caída de Santos Cerdán les ha dejado sin interlocutor, y apuntan a que decidirán si «vale la pena o no» continuar en función de las garantías sobre el cumplimiento de sus acuerdos y del nuevo negociador que designen.
ERC está especialmente incómoda con el debate de la corrupción y la falta de explicaciones del presidente hasta el día 9 de julio. Y los distintos actores que forman parte de Sumar, el socio pequeño de la coalición, tampoco evitaron sus discrepancias. En Compromís incluso hablan de moción de confianza, separándose de la línea oficial de Yolanda Díaz.
Demostrar «gestos» con los socios
La iniciativa de hacer una ronda de consultas que comenzó el lunes en Moncloa y que continuará el miércoles tenía por objetivo demostrar «gestos» con los socios. En el fondo, se trataba de amarrar su respaldo. Una tarea que comenzó el fin de semana el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y que reiteró el presidente del Gobierno en su comparecencia del lunes en Ferraz. Sin embargo, como ocurrió el jueves pasado, sus palabras tras la Ejecutiva socialista no solo no tranquilizaron a los socios, sino que en muchos casos levantaron ampollas.
La sensación en los grupos parlamentarios, según trasladan a ABC, es que Sánchez no abandonó su habitual «soberbia». Les pareció un error que exhibiera un exceso de confianza al retar al PP de Alberto Núñez Feijóo a presentar una moción de censura «si tan seguro está», dijo, de que el Gobierno ha perdido sus apoyos parlamentarios. Incluso le sugirió que se diera prisa en hacerlo. Algunos aliados del Ejecutivo consideran que lo que hizo Sánchez fue «ponerles deberes» al trasladar la presión hacia ellos si hay riesgo de que el «Gobierno progresista» caiga.
En algunos casos, como ERC, el enfado también vino motivado al ver que Moncloa anunciaba una ronda de reuniones sin tener su confirmación. Tanto es así que el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, se negó a asistir el día previsto (el martes) y pidió que la cita fuera al día siguiente. ERC también ha pedido que no haya fotografías. Otro gesto con el que marca distancias.
El gran temor para la mayoría de socios es lo que todavía puede estar por salir. Aitor Esteban lo dijo este martes: «Hay que ver si esto es el principio del hilo del ovillo», dejando claro que su formación tomará posición cuando sepa realmente «qué hay en la madeja».
Sánchez aseguró el lunes que el PSOE es «una organización limpia», descartando por completo que el caso pueda escalar a la financiación ilegal de su partido, distinguiéndose del PP. «Esto no va a ser otra Gürtel», aseguraban en el núcleo duro del presidente. Pero los socios no lo ven igual de claro. Recuerdan que «hasta hace dos días» Santos Cerdán «tampoco iba a estar implicado». Y el informe de la UCO «iba a quedar en nada». Esa espina está clavada y no será fácil de sustraer.
Los nacionalistas vascos, que tienen más presión porque en 2018 apoyaron la moción de censura contra Mariano Rajoy para sacar al PP del poder, precisamente por un caso de corrupción, no quieren dar pasos en falso. Y el hecho de que Aitor Esteban dijera con todas las letras que «no vale todo» solo para impedir que la derecha gobierne, es también un dardo directo al discurso de Sánchez. En el partido vasco insisten: se necesita algo más para recuperar la confianza y sostener a Sánchez.
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