Cada verano, miles de personas con enfermedades inflamatorias o autoinmunes notan cómo empeoran sus síntomas sin comprender del todo por qué. Y no, no todo es sibo.La inflamación es una respuesta del sistema inmunológico ante una lesión, infección o irritación. También es un proceso natural y protector que ayuda a sanar el cuerpo pero, si se prolonga o se vuelve excesiva, puede causar problemas. Y hay dos tipos: la aguda y la crónica. Mientras que la aguda es la respuesta inmediata del cuerpo ante una lesión o infección, como cuando te cortas o tienes una infección viral, la crónica es cuando esta persiste durante un largo período de tiempo y puede causar artritis, enfermedades autoinmunes o incluso debido a un estilo de vida poco saludable (alimentación inadecuada, estrés , falta de ejercicio). La inflamación crónica está vinculada a muchas enfermedades graves, como enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer.Noticias relacionadas estandar No Cinco ensaladas para cenar más ligero en verano Elisa Escorihuela estandar No Hummus de aguacate y alubias: así es el picoteo más sano del verano Chef BosquetLa inflamación es sútil cuando es temporal y controlada, pero si no se resuelve adecuadamente o se vuelve excesiva, puede dañar los tejidos y contribuir a diversas enfermedades.Tal como indica el estudio de Guo, Y. et al. (2025), el calor y la humedad elevados, frecuentes en verano, no solo afectan al bienestar general, sino que alteran la microbiota intestinal y elevan la inflamación sistémica. Natalia Durán, dietista integrativa especializada en microbiota y autoinmunidad, indica que «esto puede agravar síntomas en personas con enfermedades autoinmunes, reforzando la necesidad de estrategias preventivas que protejan la mucosa y el ecosistema intestinal». En periodos como el verano, donde el cuerpo se enfrenta a comidas fuera de casa, cambios de ritmo y estrés térmico, mantener el equilibrio intestinal se vuelve clave para evitar brotes y recaídas. «En verano tendemos a abandonarnos pensando que disfrutar y cuidarnos son cosas opuestas. Pero la clave está en elegir las herramientas que nos permitan hacer ambas cosas: cuidarnos sin renunciar al disfrute», afirma Natalia Durán.Tres aliados contra la inflamaciónPor eso, y con el objetivo de ayudar a las personas con enfermedades autoinmunes a disfrutar del verano sin descuidar su salud intestinal ni agravar su inflamación, Natalia Durán comparte tres aliados que recomienda habitualmente a sus pacientes. No se trata de compensar excesos, sino de prevenir desequilibrios que, en esta época del año, son especialmente frecuentes en personas con la microbiota alterada o el sistema inmune hiperreactivo. 1. Un probiótico de Saccharomyces boulardii«Estudios muestran que S. boulardii ayuda significativamente a revertir la disbiosis intestinal y a prevenir diarreas: un ensayo en humanos y meta-análisis revelan una eficacia del 84% en la prevención de diarrea asociada a antibióticos, y otros demuestran que esta levadura restituye la microbiota tras desequilibrios agudos», cuenta la experta.La dietista-nutricionista Ana Colomer dice que ayudan a modular la microbiota, reducir la inflamación intestinal y mejorar la tolerancia digestiva. Ideal en personas con digestiones pesadas o con SIBO/colon irritable.Por qué elegirlo : al viajar o comer fuera de casa, esta cepa probiótica refuerza la barrera intestinal y modula la inflamación, evitando brotes, molestias digestivas o diarreas estacionales. 2. Enzimas digestivas antes de las comidas principales Un ensayo clínico en pacientes con dispepsia (síndrome de digestión difícil) confirmó que un complemento de enzimas redujo significativamente la hinchazón, el dolor abdominal, mejoró la calidad de vida y favoreció el descanso nocturno Por qué son útiles : en verano, con comidas copiosas o diferentes a las habituales, estas enzimas apoyan la digestión y reducen síntomas relacionados con la inflamación intestinal.3. L-Glutamina para proteger la mucosa intestinal. Numerosos estudios, como Achamrah et al., (2017) señalan que la glutamina mejora la expresión de proteínas clave de la barrera intestinal y disminuye la hiperpermeabilidad, restaurando la función de la mucosa. Ana Colomer indica que es un aminoácido que actúa como ‘reparador’ de la mucosa intestinal. Muy útil en planes antiinflamatorios digestivos, sobre todo si hay permeabilidad intestinal o tras infecciones.Por qué incluirla : en condiciones de calor, estrés o alimentación fuera de la rutina, mantener la integridad del intestino es esencial para prevenir la inflamación crónica y proteger el sistema inmune.Alimentos a evitar o moderarDurante los meses de calor, hay varios factores que pueden contribuir a esa sensación de inflamación. La dietista-nutricionista Ana Colomer cuenta cuáles son:- Mayor retención de líquidos por las altas temperaturas.- Cambios en la rutina alimentaria (más comidas fuera, picoteos, helados, bebidas con gas o alcohol…).- Menor actividad física , especialmente si el calor nos hace reducir el movimiento diario.- Y en muchas ocasiones, una disbiosis intestinal latente , que se ve más afectada por los cambios estacionales.Algunos alimentos típicos del verano pueden empeorar la hinchazón o la inflamación intestinal:1. Bebidas azucaradas y carbonatadas (refrescos, tinto de verano, cervezas, incluso las «0» o sin alcohol).2. Helados industriales , salsas preparadas, snacks ultraprocesados o platos con exceso de sal.3. Exceso de frutas ricas en fructosa si hay una alteración digestiva de base (como sandía o mango).4. Comidas ricas en harinas refinadas (bocadillos, pizzas, empanadas…).5. Verduras flatulentas crudas o poco cocinadas, como cebolla, coliflor, pepino o pimiento (muy típicas en ensaladas veraniegas).Cómo prevenir la inflamaciónVanesa León, nutricionista y asesora técnica de Biogran, señala que antes de inclinarse hacia dietas restrictivas o eliminar grupos de alimentos, lo ideal es adoptar una alimentación variada, ecológica y natural: «El primer paso debería ser reducir el consumo de alimentos procesados y aditivos sintéticos y sustituirlos por alimentos ecológicos ya que no contienen pesticidas ni aditivos artificiales que puedan dañar la microbiota intestinal». Además, tengamos en cuenta lo siguiente:- No eliminar la fibra : su déficit puede empeorar los problemas digestivos. Vanesa León recomienda empezar el día con copos de avena integral o trigo sarraceno de El Granero, fruta fresca de temporada o tortitas de lenteja acompañadas de vegetales o aguacate.- Incluir fibra fermentable : este tipo de fibra específica está presente en alimentos como la alcachofa, cebolla, puerro, legumbres o cereales integrales, que tienen un perfil nutricional saludable. Si no existe sibo diagnosticado, este tipo de fibra alimenta y protege la microbiota.- Hidratarse bien : el agua, las infusiones ecológicas y de comercio justo como las de Cupper, o las bebidas vegetales sin azúcares añadidos como las de Isola Bio, ayudan a mejorar el tránsito intestinal.- Apostar por alimentos con omega 3 : como el pescado azul, nueces o semillas de chía o lino molidas, por su poder antiinflamatorio.- No olvidar los alimentos fermentados : como yogures, kéfir, kombucha o tempeh, que aportan fermentos vivos beneficiosos para la salud digestiva.Con todo, es esencial recordar que la salud digestiva no se construye a base de modas o restricciones innecesarias, sino con un enfoque integral que priorice hábitos saludables, alimentos ecológicos y la consulta con profesionales sanitarios.«Sin un diagnóstico previo de sibo, es mucho más recomendable apostar por una alimentación equilibrada y sostenible que por una dieta restrictiva que puede generar más perjuicios que beneficios», concluye Vanesa León.La dietista-nutricionista Ana Colomer comenta que tamién hay algunas prácticas recomendadas:- Priorizar cocciones suaves y platos frescos : cremas frías de calabacín, ensaladas templadas con arroz, quinoa, calabaza o patata cocida, gazpachos suaves sin ajo ni cebolla si hay sensibilidad.- Aumentar el consumo de alimentos ricos en agua y potasio (pepino sin piel, calabacín, melón, espárragos cocidos, piña madura).- Usar infusiones digestivas y drenantes : hinojo, diente de león, jengibre con limón, cola de caballo (evitar en embarazo o lactancia).- Mantener el aporte de proteínas de calidad (pescados suaves, huevos, tofu, carnes blancas cocinadas sin grasa).- Y, por supuesto, hidratarse bien , no solo con agua, sino también con alimentos que hidraten sin sobrecargar el aparato digestivo. Cada verano, miles de personas con enfermedades inflamatorias o autoinmunes notan cómo empeoran sus síntomas sin comprender del todo por qué. Y no, no todo es sibo.La inflamación es una respuesta del sistema inmunológico ante una lesión, infección o irritación. También es un proceso natural y protector que ayuda a sanar el cuerpo pero, si se prolonga o se vuelve excesiva, puede causar problemas. Y hay dos tipos: la aguda y la crónica. Mientras que la aguda es la respuesta inmediata del cuerpo ante una lesión o infección, como cuando te cortas o tienes una infección viral, la crónica es cuando esta persiste durante un largo período de tiempo y puede causar artritis, enfermedades autoinmunes o incluso debido a un estilo de vida poco saludable (alimentación inadecuada, estrés , falta de ejercicio). La inflamación crónica está vinculada a muchas enfermedades graves, como enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer.Noticias relacionadas estandar No Cinco ensaladas para cenar más ligero en verano Elisa Escorihuela estandar No Hummus de aguacate y alubias: así es el picoteo más sano del verano Chef BosquetLa inflamación es sútil cuando es temporal y controlada, pero si no se resuelve adecuadamente o se vuelve excesiva, puede dañar los tejidos y contribuir a diversas enfermedades.Tal como indica el estudio de Guo, Y. et al. (2025), el calor y la humedad elevados, frecuentes en verano, no solo afectan al bienestar general, sino que alteran la microbiota intestinal y elevan la inflamación sistémica. Natalia Durán, dietista integrativa especializada en microbiota y autoinmunidad, indica que «esto puede agravar síntomas en personas con enfermedades autoinmunes, reforzando la necesidad de estrategias preventivas que protejan la mucosa y el ecosistema intestinal». En periodos como el verano, donde el cuerpo se enfrenta a comidas fuera de casa, cambios de ritmo y estrés térmico, mantener el equilibrio intestinal se vuelve clave para evitar brotes y recaídas. «En verano tendemos a abandonarnos pensando que disfrutar y cuidarnos son cosas opuestas. Pero la clave está en elegir las herramientas que nos permitan hacer ambas cosas: cuidarnos sin renunciar al disfrute», afirma Natalia Durán.Tres aliados contra la inflamaciónPor eso, y con el objetivo de ayudar a las personas con enfermedades autoinmunes a disfrutar del verano sin descuidar su salud intestinal ni agravar su inflamación, Natalia Durán comparte tres aliados que recomienda habitualmente a sus pacientes. No se trata de compensar excesos, sino de prevenir desequilibrios que, en esta época del año, son especialmente frecuentes en personas con la microbiota alterada o el sistema inmune hiperreactivo. 1. Un probiótico de Saccharomyces boulardii«Estudios muestran que S. boulardii ayuda significativamente a revertir la disbiosis intestinal y a prevenir diarreas: un ensayo en humanos y meta-análisis revelan una eficacia del 84% en la prevención de diarrea asociada a antibióticos, y otros demuestran que esta levadura restituye la microbiota tras desequilibrios agudos», cuenta la experta.La dietista-nutricionista Ana Colomer dice que ayudan a modular la microbiota, reducir la inflamación intestinal y mejorar la tolerancia digestiva. Ideal en personas con digestiones pesadas o con SIBO/colon irritable.Por qué elegirlo : al viajar o comer fuera de casa, esta cepa probiótica refuerza la barrera intestinal y modula la inflamación, evitando brotes, molestias digestivas o diarreas estacionales. 2. Enzimas digestivas antes de las comidas principales Un ensayo clínico en pacientes con dispepsia (síndrome de digestión difícil) confirmó que un complemento de enzimas redujo significativamente la hinchazón, el dolor abdominal, mejoró la calidad de vida y favoreció el descanso nocturno Por qué son útiles : en verano, con comidas copiosas o diferentes a las habituales, estas enzimas apoyan la digestión y reducen síntomas relacionados con la inflamación intestinal.3. L-Glutamina para proteger la mucosa intestinal. Numerosos estudios, como Achamrah et al., (2017) señalan que la glutamina mejora la expresión de proteínas clave de la barrera intestinal y disminuye la hiperpermeabilidad, restaurando la función de la mucosa. Ana Colomer indica que es un aminoácido que actúa como ‘reparador’ de la mucosa intestinal. Muy útil en planes antiinflamatorios digestivos, sobre todo si hay permeabilidad intestinal o tras infecciones.Por qué incluirla : en condiciones de calor, estrés o alimentación fuera de la rutina, mantener la integridad del intestino es esencial para prevenir la inflamación crónica y proteger el sistema inmune.Alimentos a evitar o moderarDurante los meses de calor, hay varios factores que pueden contribuir a esa sensación de inflamación. La dietista-nutricionista Ana Colomer cuenta cuáles son:- Mayor retención de líquidos por las altas temperaturas.- Cambios en la rutina alimentaria (más comidas fuera, picoteos, helados, bebidas con gas o alcohol…).- Menor actividad física , especialmente si el calor nos hace reducir el movimiento diario.- Y en muchas ocasiones, una disbiosis intestinal latente , que se ve más afectada por los cambios estacionales.Algunos alimentos típicos del verano pueden empeorar la hinchazón o la inflamación intestinal:1. Bebidas azucaradas y carbonatadas (refrescos, tinto de verano, cervezas, incluso las «0» o sin alcohol).2. Helados industriales , salsas preparadas, snacks ultraprocesados o platos con exceso de sal.3. Exceso de frutas ricas en fructosa si hay una alteración digestiva de base (como sandía o mango).4. Comidas ricas en harinas refinadas (bocadillos, pizzas, empanadas…).5. Verduras flatulentas crudas o poco cocinadas, como cebolla, coliflor, pepino o pimiento (muy típicas en ensaladas veraniegas).Cómo prevenir la inflamaciónVanesa León, nutricionista y asesora técnica de Biogran, señala que antes de inclinarse hacia dietas restrictivas o eliminar grupos de alimentos, lo ideal es adoptar una alimentación variada, ecológica y natural: «El primer paso debería ser reducir el consumo de alimentos procesados y aditivos sintéticos y sustituirlos por alimentos ecológicos ya que no contienen pesticidas ni aditivos artificiales que puedan dañar la microbiota intestinal». Además, tengamos en cuenta lo siguiente:- No eliminar la fibra : su déficit puede empeorar los problemas digestivos. Vanesa León recomienda empezar el día con copos de avena integral o trigo sarraceno de El Granero, fruta fresca de temporada o tortitas de lenteja acompañadas de vegetales o aguacate.- Incluir fibra fermentable : este tipo de fibra específica está presente en alimentos como la alcachofa, cebolla, puerro, legumbres o cereales integrales, que tienen un perfil nutricional saludable. Si no existe sibo diagnosticado, este tipo de fibra alimenta y protege la microbiota.- Hidratarse bien : el agua, las infusiones ecológicas y de comercio justo como las de Cupper, o las bebidas vegetales sin azúcares añadidos como las de Isola Bio, ayudan a mejorar el tránsito intestinal.- Apostar por alimentos con omega 3 : como el pescado azul, nueces o semillas de chía o lino molidas, por su poder antiinflamatorio.- No olvidar los alimentos fermentados : como yogures, kéfir, kombucha o tempeh, que aportan fermentos vivos beneficiosos para la salud digestiva.Con todo, es esencial recordar que la salud digestiva no se construye a base de modas o restricciones innecesarias, sino con un enfoque integral que priorice hábitos saludables, alimentos ecológicos y la consulta con profesionales sanitarios.«Sin un diagnóstico previo de sibo, es mucho más recomendable apostar por una alimentación equilibrada y sostenible que por una dieta restrictiva que puede generar más perjuicios que beneficios», concluye Vanesa León.La dietista-nutricionista Ana Colomer comenta que tamién hay algunas prácticas recomendadas:- Priorizar cocciones suaves y platos frescos : cremas frías de calabacín, ensaladas templadas con arroz, quinoa, calabaza o patata cocida, gazpachos suaves sin ajo ni cebolla si hay sensibilidad.- Aumentar el consumo de alimentos ricos en agua y potasio (pepino sin piel, calabacín, melón, espárragos cocidos, piña madura).- Usar infusiones digestivas y drenantes : hinojo, diente de león, jengibre con limón, cola de caballo (evitar en embarazo o lactancia).- Mantener el aporte de proteínas de calidad (pescados suaves, huevos, tofu, carnes blancas cocinadas sin grasa).- Y, por supuesto, hidratarse bien , no solo con agua, sino también con alimentos que hidraten sin sobrecargar el aparato digestivo.
Cada verano, miles de personas con enfermedades inflamatorias o autoinmunes notan cómo empeoran sus síntomas sin comprender del todo por qué. Y no, no todo es sibo.
La inflamación es una respuesta del sistema inmunológico ante una lesión, infección o irritación. También es un proceso natural y protector que ayuda a sanar el cuerpo pero, si se prolonga o se vuelve excesiva, puede causar problemas. Y hay dos tipos: la aguda y la crónica. Mientras que la aguda es la respuesta inmediata del cuerpo ante una lesión o infección, como cuando te cortas o tienes una infección viral, la crónica es cuando esta persiste durante un largo período de tiempo y puede causar artritis, enfermedades autoinmunes o incluso debido a un estilo de vida poco saludable (alimentación inadecuada, estrés, falta de ejercicio). La inflamación crónica está vinculada a muchas enfermedades graves, como enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer.
La inflamación es sútil cuando es temporal y controlada, pero si no se resuelve adecuadamente o se vuelve excesiva, puede dañar los tejidos y contribuir a diversas enfermedades.
Tal como indica el estudio de Guo, Y. et al. (2025), el calor y la humedad elevados, frecuentes en verano, no solo afectan al bienestar general, sino que alteran la microbiota intestinal y elevan la inflamación sistémica. Natalia Durán, dietista integrativa especializada en microbiota y autoinmunidad, indica que «esto puede agravar síntomas en personas con enfermedades autoinmunes, reforzando la necesidad de estrategias preventivas que protejan la mucosa y el ecosistema intestinal». En periodos como el verano, donde el cuerpo se enfrenta a comidas fuera de casa, cambios de ritmo y estrés térmico, mantener el equilibrio intestinal se vuelve clave para evitar brotes y recaídas.
«En verano tendemos a abandonarnos pensando que disfrutar y cuidarnos son cosas opuestas. Pero la clave está en elegir las herramientas que nos permitan hacer ambas cosas: cuidarnos sin renunciar al disfrute», afirma Natalia Durán.
Tres aliados contra la inflamación
Por eso, y con el objetivo de ayudar a las personas con enfermedades autoinmunes a disfrutar del verano sin descuidar su salud intestinal ni agravar su inflamación, Natalia Durán comparte tres aliados que recomienda habitualmente a sus pacientes. No se trata de compensar excesos, sino de prevenir desequilibrios que, en esta época del año, son especialmente frecuentes en personas con la microbiota alterada o el sistema inmune hiperreactivo.
1. Un probiótico de Saccharomyces boulardii
«Estudios muestran que S. boulardii ayuda significativamente a revertir la disbiosis intestinal y a prevenir diarreas: un ensayo en humanos y meta-análisis revelan una eficacia del 84% en la prevención de diarrea asociada a antibióticos, y otros demuestran que esta levadura restituye la microbiota tras desequilibrios agudos», cuenta la experta.
La dietista-nutricionista Ana Colomer dice que ayudan a modular la microbiota, reducir la inflamación intestinal y mejorar la tolerancia digestiva. Ideal en personas con digestiones pesadas o con SIBO/colon irritable.
Por qué elegirlo: al viajar o comer fuera de casa, esta cepa probiótica refuerza la barrera intestinal y modula la inflamación, evitando brotes, molestias digestivas o diarreas estacionales.
2. Enzimas digestivas antes de las comidas principales
Un ensayo clínico en pacientes con dispepsia (síndrome de digestión difícil) confirmó que un complemento de enzimas redujo significativamente la hinchazón, el dolor abdominal, mejoró la calidad de vida y favoreció el descanso nocturno
Por qué son útiles: en verano, con comidas copiosas o diferentes a las habituales, estas enzimas apoyan la digestión y reducen síntomas relacionados con la inflamación intestinal.
3. L-Glutamina para proteger la mucosa intestinal.
Numerosos estudios, como Achamrah et al., (2017) señalan que la glutamina mejora la expresión de proteínas clave de la barrera intestinal y disminuye la hiperpermeabilidad, restaurando la función de la mucosa.
Ana Colomer indica que es un aminoácido que actúa como ‘reparador’ de la mucosa intestinal. Muy útil en planes antiinflamatorios digestivos, sobre todo si hay permeabilidad intestinal o tras infecciones.
Por qué incluirla: en condiciones de calor, estrés o alimentación fuera de la rutina, mantener la integridad del intestino es esencial para prevenir la inflamación crónica y proteger el sistema inmune.
Alimentos a evitar o moderar
Durante los meses de calor, hay varios factores que pueden contribuir a esa sensación de inflamación. La dietista-nutricionista Ana Colomer cuenta cuáles son:
– Mayor retención de líquidos por las altas temperaturas.
– Cambios en la rutina alimentaria (más comidas fuera, picoteos, helados, bebidas con gas o alcohol…).
– Menor actividad física, especialmente si el calor nos hace reducir el movimiento diario.
– Y en muchas ocasiones, una disbiosis intestinal latente, que se ve más afectada por los cambios estacionales.
Algunos alimentos típicos del verano pueden empeorar la hinchazón o la inflamación intestinal:
1. Bebidas azucaradas y carbonatadas (refrescos, tinto de verano, cervezas, incluso las «0» o sin alcohol).
2. Helados industriales, salsas preparadas, snacks ultraprocesados o platos con exceso de sal.
3. Exceso de frutas ricas en fructosa si hay una alteración digestiva de base (como sandía o mango).
4. Comidas ricas en harinas refinadas (bocadillos, pizzas, empanadas…).
5. Verduras flatulentas crudas o poco cocinadas, como cebolla, coliflor, pepino o pimiento (muy típicas en ensaladas veraniegas).
Cómo prevenir la inflamación
Vanesa León, nutricionista y asesora técnica de Biogran, señala que antes de inclinarse hacia dietas restrictivas o eliminar grupos de alimentos, lo ideal es adoptar una alimentación variada, ecológica y natural: «El primer paso debería ser reducir el consumo de alimentos procesados y aditivos sintéticos y sustituirlos por alimentos ecológicos ya que no contienen pesticidas ni aditivos artificiales que puedan dañar la microbiota intestinal». Además, tengamos en cuenta lo siguiente:
– No eliminar la fibra: su déficit puede empeorar los problemas digestivos. Vanesa León recomienda empezar el día con copos de avena integral o trigo sarraceno de El Granero, fruta fresca de temporada o tortitas de lenteja acompañadas de vegetales o aguacate.
– Incluir fibra fermentable: este tipo de fibra específica está presente en alimentos como la alcachofa, cebolla, puerro, legumbres o cereales integrales, que tienen un perfil nutricional saludable. Si no existe sibo diagnosticado, este tipo de fibra alimenta y protege la microbiota.
– Hidratarse bien: el agua, las infusiones ecológicas y de comercio justo como las de Cupper, o las bebidas vegetales sin azúcares añadidos como las de Isola Bio, ayudan a mejorar el tránsito intestinal.
– Apostar por alimentos con omega 3: como el pescado azul, nueces o semillas de chía o lino molidas, por su poder antiinflamatorio.
– No olvidar los alimentos fermentados: como yogures, kéfir, kombucha o tempeh, que aportan fermentos vivos beneficiosos para la salud digestiva.
Con todo, es esencial recordar que la salud digestiva no se construye a base de modas o restricciones innecesarias, sino con un enfoque integral que priorice hábitos saludables, alimentos ecológicos y la consulta con profesionales sanitarios.
«Sin un diagnóstico previo de sibo, es mucho más recomendable apostar por una alimentación equilibrada y sostenible que por una dieta restrictiva que puede generar más perjuicios que beneficios», concluye Vanesa León.
La dietista-nutricionista Ana Colomer comenta que tamién hay algunas prácticas recomendadas:
– Priorizar cocciones suaves y platos frescos: cremas frías de calabacín, ensaladas templadas con arroz, quinoa, calabaza o patata cocida, gazpachos suaves sin ajo ni cebolla si hay sensibilidad.
– Aumentar el consumo de alimentos ricos en agua y potasio (pepino sin piel, calabacín, melón, espárragos cocidos, piña madura).
– Usar infusiones digestivas y drenantes: hinojo, diente de león, jengibre con limón, cola de caballo (evitar en embarazo o lactancia).
– Mantener el aporte de proteínas de calidad (pescados suaves, huevos, tofu, carnes blancas cocinadas sin grasa).
– Y, por supuesto, hidratarse bien, no solo con agua, sino también con alimentos que hidraten sin sobrecargar el aparato digestivo.
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