Emmanuel Macron ha nombrado este domingo el nuevo Gobierno que encabeza Sébastien Lecornu, un equipo de 34 ministros que combina perfiles políticos y técnicos y que, a priori, no tiene asegurados los apoyos para sobrevivir a un voto de censura en la Asamblea Nacional. El primer Consejo de Ministros se celebrará el martes, después de que el presidente de la República regrese de Egipto, a dónde viaja mañana para apoyar la paz en Gaza.
El Gabinete Lecornu II cambia al ministro del Interior y prescinde de Manuel Valls en Ultramar
Emmanuel Macron ha nombrado este domingo el nuevo Gobierno que encabeza Sébastien Lecornu, un equipo de 34 ministros que combina perfiles políticos y técnicos y que, a priori, no tiene asegurados los apoyos para sobrevivir a un voto de censura en la Asamblea Nacional. El primer Consejo de Ministros se celebrará el martes, después de que el presidente de la República regrese de Egipto, a dónde viaja mañana para apoyar la paz en Gaza.
Lecornu afirmó en un comunicado que se trata de “un Gobierno de misión para dar un presupuesto a Francia”.
Sale del Gabinete, bautizado como Lecornu II, el hasta ahora titular de Interior, Bruno Retailleau, un peso pesado que es también el presidente de Los Republicanos (LR, derecha gaullista). Le sustituye Laurent Núñez, actual prefecto de policía de París, de ascendencia española (sus ancestros andaluces emigraron a Argelia en el siglo XIX), que ya fue número dos del ministerio hace unos años, así como coordinador de inteligencia y lucha antiterrorista.
También abandona el Gobierno -lo que constituye una sorpresa- Manuel Valls. El exprimer ministro ostentaba la importante cartera de Ultramar y se había empleado a fondo para lograr un acuerdo entre lealistas e independentistas en Nueva Caledonia, el archipiélago francés en el Pacífico sur. Deja asimismo el Gabinete Élisabeth Borne, exprimera ministra, que ocupaba Educación.
Un puesto clave, al frente del Ministerio de Economía y Finanzas, es para Roland Lescure, economista y banquero, con experiencia de gobierno. A él le corresponderá presentar de inmediato el presupuesto para el 2026, con medidas de austeridad pero también eventuales concesiones para evitar la censura.
Sigue en el Ejecutivo el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, una figura del macronismo que tiene ambiciones presidenciales. Su presencia contradice la voluntad expresada por Lecornu de no contar con personalidades que aspiren al Elíseo en el 2027 para que no perturben el funcionamiento del Ejecutivo. Se mantienenn igualmente en sus puestos el ministro de Exteriores, Jean-Noël Barrot, y la de Cultura, Rachida Dati. Catherine Vautrin pasa de Trabajo a Defensa.
Los Republicanos decidieron excluir de inmediato del partido a los seis ministros que militan en sus filas, pues la dirección de LR había decidido no participar en el Ejecutivo.
Horas antes del anuncio del nuevo Gobierno, Lecornu amenazó con volver a dimitir, como ya hizo el lunes pasado, si continúa sin recibir apoyos suficientes para poder realizar su tarea. “No voy a hacer cualquier tontería”, se confió Lecornu al rotativo La Tribune Dimanche.
El hombre encargado por Macron para dirigir el Gobierno multiplicó sus contactos durante todo el fin de semana para formar su equipo, una tarea nada fácil porque los candidatos potenciales a ministros eran conscientes de que el experimento puede ser muy breve y marcarles negativamente, al ser etiquetados como los últimos rescatadores de un macronismo casi en ruinas.
El tiempo apremia porque, según la Constitución, el presupuesto del Estado para el 2026 debe ser aprobado por el Gobierno y presentado al Parlamento, a más tardar, setenta días antes de acabar el año
La amenaza de censura inmediata pende como una espada de Damocles. Los socialistas se sumarán a la izquierda radical, los comunistas, la extrema derecha y probablemente también los ecologistas si el primer ministro no acepta la suspensión de la reforma de las pensiones aprobada en el 2023, que elevó la edad de jubilación de 62 a 64 años.
Según el primer secretario socialista, Olivier Faure, –––frenar en seco esta controvertida reforma, aprobada por decreto después de meses de protestas, es “una cuestión social y una reparación democrática”.
La presión sobre Lecornu –y sobre todo sobre Macron, que mueve los hilos– es máxima. Las voces a favor de que el presidente de la República dimita van creciendo. Muchos piensan que si la inestabilidad se prolonga durante el año y medio que falta hasta las próximas elecciones al Elíseo, será una pesadilla que causará estragos.
El semanario Le Point pide en su último número, en una portada impactante, que Macron se vaya para intentar poner fin al bloqueo, algo que no esta garantizado. La revista lo acusa, además, de un hundimiento económico, social y político. Uno de los analistas de la publicación, en un toque de humor para convencer a Macron a renunciar a terminar el mandato, recuerda la célebre ironía de Georges Clemenceau, primer ministro durante la I Guerra Mundial, que nunca logró cumplir su ambición de acceder al Elíseo: “La vida me ha enseñado que hay dos cosas de las que se puede prescindir, la presidencia de la República y la próstata”.
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