Emmanuel Macron se ha replegado sobre sí mismo, en una especie de enroque político, al volver a nombrar este viernes a Sébastien Lecornu como primer ministro, solo cinco días después de que su fiel colaborador presentara la dimisión.
En un escenario de fuerte división entre los partidos, el presidente francés apuesta de nuevo por su fiel colaborador
Emmanuel Macron se ha replegado sobre sí mismo, en una especie de enroque político, al volver a nombrar este viernes a Sébastien Lecornu como primer ministro, solo cinco días después de que su fiel colaborador presentara la dimisión.
La decisión del presidente francés se ha producido al término de una jornada de alta tensión -y cierta sensación de caos- en la que se han puesto en evidencia las grandes diferencias entre los partidos, incluidos los del bloque macronista. Nada garantiza la supervivencia del nuevo Gobierno. al que buena parte de la oposición quiere tumbar lo antes posible.
El presidente francés quería evitar a toda costa la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de nuevas elecciones legislativas, ante el temor de que el bloqueo actual se agudice aún más y peligre la aprobación de los presupuestos. Macron cree también que existe una mayoría entre los partidos partidaria de evitar ir otra vez a las urnas, pero el problema es que las prioridades de unos y otros son muy diferentes.
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Macron impuso su voluntad pese a la opinión de algunos macronistas
Sébastien Lecornu dimitió el lunes pasado, 14 horas después de haber formado el Gabinete. Entre las propias filas macronistas surgió una rebelión porque consideraron que daría una muy mala señal de continuismo. Finalmente, Macron impuso su voluntad. El Elíseo indicó que el presidente da carta blanca a Lecornu para escoger al Gabinete y negociar con los partidos.
Horas antes del esperado nombramiento, mientras se producía un encuentro en el Elíseo entre Macron y los líderes de los partidos -excepto el Reagrupamiento Nacional (RN, extrema derecha) y La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical) – para consultarles, Le Pen se hallaba en Le Mans para un acto de solidaridad con bomberos. La líder de la extrema derecha calificó la reunión de París de “espectáculo deplorable” , propia de “mercaderes de alfombras” . “Me interrogo sobre la función presidencial, dijo.
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Los líderes de izquierda que acudieron al Elíseo salieron muy decepcionados por la actitud poco receptiva de Macron, su rigidez y la vaguedad de algunas de sus posiciones. “No nos ha dicho nada”, resumió el jefe del grupo parlamentario socialista, Boris Vallaud. “No ha habido respuestas”, lamentó la secretaria general de los ecologistas, Marine Tondelier, quien admitió estar “estupefactos”. “Esto acabará muy mal”, predijo.
Para el primer secretario del Partido Socialista (PS), Olivier Faure, cuyo nombre había circulado insistentemente durante los últimos días como posible primer ministro, lo ocurrido durante esta semana ha puesto en escena la fuerte división del campo macronista, algunos de cuyos líderes han perdido la confianza en el presidente de la República -el exprimer ministro Gabriel Attal reconoció que ya no entendía sus decisiones- e incluso otro expremier, Édouard Philippe (al frente del gobierno durante los primeros tres años del mandato de Macron), aconsejó al jefe de Estado dimitir, después de que se aprueben los presupuestos del 2026, para deshacer el nudo gordiano de una crisis que paraliza el país desde hace casi un año y medio y no se puede soportar por más tiempo.
Las concesiones que al parecer Macron ha hecho a la izquierda, como un retraso en la aplicación de la reforma de las pensiones del 2023 -que elevó de 62 a 64 años la edad de jubilación- son consideradas demasiado tímidas.
Las concesiones que a la izquierda son consideradas demasiado tímidas
Ningún miembro de la derecha realizó declaraciones a la prensa después de verse con el presidente. Los Republicanos habrían dejado claro que no aceptaban un primer ministro de izquierdas. La cadena LCI citó al presidente de LR y ministro del Interior saliente, Bruno Retailleau, con esta frase lapidaria a los suyos: “La base común ha muerto”. Se refería a la coalición forzada con los macronistas.
Para LR, la situación es en efecto muy compleja y cargada de riesgos. Existe división de opiniones sobre su participación en el próximo gobierno. Una parte de su alma les pide responsabilidad al servicio del país en esta coyuntura tan delicada. Es lo que han hecho desde hace un año, pese a sus reticencias. Otros consideran que, pensando en el futuro y una inevitable vuelta a las urnas, deben dejar de comportarse como una muleta para un Macron condenado irremediablemente a hundirse como el Titanic.
La última crisis ha aumentado aún más las expectativas electorales del partido de Le Pen. Según un sondeo del instituto Ifop encargado por el diario Le Figaro y las cadenas LCI y Sud Radio, el RN obtendría hasta el 36% de votos, por delante de la coalición de izquierdas, el Nuevo Frente Popular (NFP) -en el caso de que se mantuviera unido- que lograría hasta el 27% de los sufragios. El bloque macronista llegaría al 13% y Los Republicanos (LR, derecha tradicional) al 11%.
Más allá del peso de los partidos y del ascenso que parece imparable de la extrema derecha, una de las realidades a largo plazo que destacan todos los analistas es la crisis muy profunda del sistema de gobierno de la V República que diseñó el general De Gaulle en 1958, basado en unos poderes muy amplios del presidente. No existe tampoco la certeza de que una reforma del sistema electoral hacia un método proporcional aportara más estabilidad, teniendo en cuenta la fragmentación.
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