Habla rápido, piensa más rápido y dirige como pocos. Joxean Fernández Matxín (Basauri, 1970) es mucho más que el director deportivo del UAE Team Emirates; es el arquitecto de un equipo diseñado para dominar, el hombre que apostó por Tadej Pogacar cuando pocos sabían pronunciar su nombre. Ahora, con el Tour de Francia 2025 a punto de acabar, esa apuesta roza la leyenda. Pogacar va camino de ganar su cuarto maillot amarillo, y lo hace con una autoridad que habla tanto del ciclista como del equipo que le rodea. A punto de llegar a París, Matxín hace una pausa para hablar de estrategia, talento, errores, aciertos… y de lo que realmente significa competir al más alto nivel.
El director del UAE atiende a La Vanguardia durante el Tour de Francia
Habla rápido, piensa más rápido y dirige como pocos. Joxean Fernández Matxín (Basauri, 1970) es mucho más que el director deportivo del UAE Team Emirates; es el arquitecto de un equipo diseñado para dominar, el hombre que apostó por Tadej Pogacar cuando pocos sabían pronunciar su nombre. Ahora, con el Tour de Francia 2025 a punto de acabar, esa apuesta roza la leyenda. Pogacar va camino de ganar su cuarto maillot amarillo, y lo hace con una autoridad que habla tanto del ciclista como del equipo que le rodea. A punto de llegar a París, Matxín hace una pausa para hablar de estrategia, talento, errores, aciertos… y de lo que realmente significa competir al más alto nivel.
La rivalidad con Vingegaard está marcando una época y les hace ser mejores”
¿Cuál es el techo de Pogacar?
No lo sé (se ríe). Cada año Tadej está siendo mejor. Ahora diría que puede estar en un 99% de condición fisiológica. Pero siempre mejora. Por eso no sé si es un 98% y al año siguiente me daré cuenta de que ha mejorado un poco más. Por edad podría mejorar, pero no son matemáticas puras.
¿Recuerda cuándo lo vio por primera vez?
Sí, fue en marzo del 2017 en Motovun, en una carrera que se llama Istrian Trophy, donde ya fue el mejor absolutamente. Corría contra dos exprofesionales de 33 y 34 años y casi les gana.
¿Qué le sorprendió más de él?
La calidad que tenía. Si tú miras los resultados, no te llamaría la atención alguien que hace tercero, pero yo interpreté que era el mejor sin ninguna duda.
¿Qué valora más de estos años con él?
Su evolución. Ver cómo ha crecido como ciclista y mentalmente. Tadej no se acomoda, siempre quiere más. Es muy profesional.
¿En qué le ha ayudado a usted?
¡En todo! Sobre todo a crecer como director. Su presencia nos obligó a fichar a los mejores corredores del mundo para protegerle. A veces pensábamos que teníamos suficiente, pero él nos hacía ver que todavía debíamos aspirar a más y buscar algo más importante.
¿Alguien como quién?
El primero que entendió esa política fue Rafal Majka, que competía por la general y por luchar por etapas en el Tour. Le dije: ‘Tienes que ser absolutamente un gregario de este corredor, porque pese a ser muy joven va a ser alguien muy importante. Y quiero que creas en este proyecto porque realmente es el principio de algo que va a ser muy grande’.
¿Lo convenció?
Sí. Lo aceptó y fue el principio de lo que luego hemos hecho con gente tan fuerte como Marc Soler, Adam Yates, Polit, Wellens, Narváez o Sivakov. Un bloque de absoluta seguridad y de garantías para Tadej.
¿De dónde sale esa capacidad para seguir creciendo?
Tadej es un profesional. Tiene una mentalidad de líder. La diferencia entre un campeón y un líder es Tadej. Se preocupa por él y por ganar. Se preocupa por los compañeros, por el staff, por buscar la perfección, y por estar a la altura de la exigencia del Tour y de estar al mejor nivel mundial. Él lo ha entendido y lo ejecuta de una manera sublime.
Vingegaard ha supuesto un enorme reto para él.
Así es, son dos corredores que están marcando una época en cuanto a rivalidad deportiva en los últimos cinco años en el Tour. Se miran de tú a tú. Igual que la guerra entre Van der Poel y Van Aert, esta rivalidad les ha hecho ser mejores y distanciarse del resto.
¿Qué decisión le ha costado más en este Tour?
Decisiones duras tienes que tomar muchas. Hay momentos que hay corredores que pueden ganar una etapa y tienes que decirles que la idea es otra. Nunca perdemos la brújula de que estamos aquí para intentar ganar y el objetivo es llevarnos el maillot amarillo. Es complicado porque le estás diciendo a los corredores que no pueden tener la opción de ganar. Esas son decisiones que asumo yo como responsable.
¿Manejar a un grupo exitoso genera muchas tensiones?
Claro. Desde el momento en que definimos el calendario hay corredores que quieren participar en cierta carrera y tienes que definir bien los roles y decirles que vienen a hacer lo hablado. Y no ya cuando decidimos correr el Tour, sino cuando firmamos el contrato o incluso cuando hablamos de firmarlo. Hay que ser honesto. Yo siempre les digo que no tengo ni la firma ni el dinero, tengo la palabra, y esto es lo que hay que mantener.
¿Por qué se ha corrido tanto en este Tour?
Antiguamente los ciclistas tenían que tener experiencia para aprender, y ahora eso se ha cambiado por tener información. Los deportistas son más prematuros por sus conocimientos. Por eso el ciclismo moderno está dominado por jóvenes.
¿Qué tiene el Tour que no tengan la Vuelta o el Giro?
Muchas cosas. Por ejemplo, en la puerta de nuestro hotel tenemos a 2.000 personas esperando cada día. Y hay doce personas de seguridad delante del autobús, porque, si no fuera así, no podríamos ni salir…
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