Los bombardeos de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares de Irán también pueden dañar la influencia en Oriente Medio de Rusia, que el año pasado ya perdió a su aliada Siria tras la caída de Bashar el Asad. Según se desarrollen los acontecimientos puede encontrarse con su otro socio en la región debilitado o, sencillamente, sin socio.
Los ataques pueden dañar la influencia de Putin en Oriente Medio
Los bombardeos de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares de Irán también pueden dañar la influencia en Oriente Medio de Rusia, que el año pasado ya perdió a su aliada Siria tras la caída de Bashar el Asad. Según se desarrollen los acontecimientos puede encontrarse con su otro socio en la región debilitado o, sencillamente, sin socio.
Moscú, que criticó con dureza la decisión de Donald Trump, esperaba este domingo con expectación la visita del ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abas Araqchí. Desde Estambul, antes de viajar a la capital rusa, recordó que Rusia e Irán son aliados estratégicos. Pero esa asociación, firmada este año por los presidentes de los dos países, Vladímir Putin y Masud Pezeshkian, no prevé obligación de apoyo militar en caso de conflicto con terceros. Araqchí, que se reúne con Putin el lunes en el Kremlin, podría pedir oficialmente ayuda a Rusia.
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Moscú exigió este domingo “el fin de la agresión” estadounidense a través de un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores: “La irresponsable decisión de someter el territorio de un Estado soberano a ataques con misiles y bombas, independientemente de los argumentos utilizados, viola gravemente el derecho internacional, la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, que califican tales acciones de inaceptables”.
Como en toda esta crisis, a Rusia no le queda más remedio que hacer equilibrios. Sabe que, como en el ajedrez, cualquier movimiento, aunque parezca un avance, termina debilitando su posición y dejando alguna casilla fuera de control. La propia condena de los ataques estadounidenses se produce mientras el ejército ruso sigue bombardeando Ucrania. A pesar de la alianza con Teherán, Moscú quiere conservar las relaciones políticas, económicas y culturales con Israel. Por si fuera poco, con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca en la capital rusa se han abierto esperanzas de que, en paralelo a las negociaciones sobre Ucrania, se puedan restablecer relaciones con EE.UU.
Por todo eso, Rusia sigue apostando por buscar una solución diplomática al conflicto. Según la agencia Tass, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, dijo que Putin no tiene planes de hablar con Trump tras los ataques contra Irán, pero añadió que, si es necesario, se puede acordar rápidamente, dando a entender que hay línea directa.
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Los ataques de EE.UU. también se han visto en Moscú como una “lección para Rusia” para que fortalezca su poder nuclear. “El mundo, según las reglas estadounidenses: atacar en cualquier momento y en cualquier lugar, sin el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU, sin declaración de guerra. La única manera de sobrevivir en un mundo así es fortalecer la soberanía de nuestro país, las fuerzas armadas y el potencial nuclear”, dijo en Telegram el senador Andréi Klishas.
Por el mismo medio Margarita Simonián, directora del canal de televisión RT y destacada defensora de la posición oficial, dijo que uno tendría que dar las gracias a Lavrenti Beria, jefe de la NKVD, mano derecha de Stalin y figura clave en el programa de armas nucleares de la URSS. “Si no tuviéramos la bomba [atómica], ahora pediríamos una reunión de emergencia de la ONU y, en general, no sabríamos qué hacer a continuación. Una diferencia muy clara”, dijo, refiriéndose a la convocatoria urgente este domingo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a petición de Irán.
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