Nacho Medina es un reportero de raza. Hijo de Tico Medina, de casta le viene al galgo, pues aprendió de su padre la pasión por el oficio, pero fue su afán por escuchar y por mostrar lo que le convirtieron en el padre de Callejeros, un mito de la televisión. Tras el regreso del programa la temporada pasada, Medina y su equipo vuelven esta noche para mostrar la realidad de la calle con valentía y verdad Leer Nacho Medina es un reportero de raza. Hijo de Tico Medina, de casta le viene al galgo, pues aprendió de su padre la pasión por el oficio, pero fue su afán por escuchar y por mostrar lo que le convirtieron en el padre de Callejeros, un mito de la televisión. Tras el regreso del programa la temporada pasada, Medina y su equipo vuelven esta noche para mostrar la realidad de la calle con valentía y verdad Leer
Hace 20 años un programa de televisión cambió el concepto de reporterismo. Callejeros se convertía en leyenda no sólo por vídeos que ahora siguen siendo virales, cuando en aquella época casi no existían las redes, sino porque mostraba la realidad, la preocupación, la verdad de la calle con un grupo de reporteros que lo único que hacían era coger su cámara, irse al lugar donde creían que estaba la noticia y mostrarla.
Tras 19 años nada más que en la memoria de los espectadores, Callejeros regresó a Cuatro en marzo del año pasado. No volvió con los datos de audiencia de entonces, pues mucho ha cambiado la televisión, pero sí volvieron con la esencia que les catapultó al éxito. Esta noche, Nacho Medina, el capitán de este barco, y sus marineros regresan con nuevas entregas y con el mismo objetivo: «Escuchar, mirar y contar». Tres verbos que todos usamos cada día, pero que cada vez menos ponemos en práctica.
Producido en colaboración con Señor Mono y bajo la dirección de Nacho Medina, Callejeros mantiene intacta la fórmula que lo ha convertido en uno de los programas más emblemáticos y reconocibles de la cadena: contar, desde la cercanía y a pie de calle, los temas que más afectan a la sociedad a través de sus verdaderos protagonistas, presentando casos reales y testimonios de personas anónimas, a veces tan singulares como extraordinarias, que ofrecen una radiografía única de la sociedad desde la calle.
En sus nuevas entregas, el equipo de reporteros y cámaras del programa recorrerá diversos lugares de España para abordar cuestiones tan relevantes como la salud mental, la violencia machista, el éxodo urbano de quienes deciden empezar una nueva vida en el campo, el trabajo de quienes velan por salvar vidas o la dura realidad de las personas que se ven obligadas a dormir en la calle.
Nacho Medina es consciente y por eso está convencido de que programas como Callejeros son más necesarios que nunca. Fue su padre, uno de los reporteros por excelencia, Tico Medina, del que heredó esa capacida de percibir lo que otros no ven. Sabiendo que de casta le viene al galgo no puede extrañar que pillemos a Nacho Medina volviendo de una grabación. Para él «cualquier historia merece ser contada», pero, además, de ser contado es clave «el cómo tiene que ser contada».
En Callejeros no hay artificios: lo que se ve es lo que ocurre. Y Nacho Medina ve una historia siempre que «miro hacia abajo». Pone de ejemplo lo que le suele decir a los reporteros neófitos que llegan hasta él. Imagina estar en una rueda de prensa del presidente del Gobierno. Decenas de micros y cámaras alrededor de él y el mismo discurso bien aprendido. Al lado, un hombre en la acera, sosteniendo un cártel en el que pone ‘tengo hambre’. «Si en ese momento preguntas al presidente por ese hombre, tu pregunta y su respuesta darán la vuelta al mundo».
- ¿Por qué toda historia merece ser contada?
- Mira, el otro día iba en coche por Sevilla y pasé por el campo del Betis de una manera fugaz. Y, de repente, desde la ventanilla del coche veo que hay 40 o 50 bolsas de estas de tela que venden en los bazares de todo un euro de tela cuadradas cargadas de ropa. Miro un poco a la derecha y veo a una mujer bailando a las 15:00 de la tarde a 35 grados en Sevilla. Solo con esa imagen sabes que hay una historia que merece ser contada. Luego también es importante el cómo la cuentas. En Callejeros las contamos de una manera tan de piel que es lo que llega después de 20 años.
- ¿Se nos está olvidando escuchar o es que estamos escuchando mal?
- Totalmente. Esa es la esencia de Callejeros, escuchar. Es poner una cámara delante. Callejeros es terapéutico. Acabamos de estar grabando ahora a una gente que nos decía «nunca nos han venido a ver en un año. Gracias por venir». Cuando realmente lo único que tienes que hacer es mirar a los lados. Me remito a lo de antes. Acabamos de venir de una grabación y de ver un camión aquí tirado en el suelo, lleno de cristales y un señor sin camiseta dando un paseo alrededor. Pues nos hemos parado a ver si realmente vivía en ese camión tirado en el suelo. Es decir, hay tanto ruido mental, tanto ruido emocional y tanto ruido social que se nos ha olvidado escuchar y dialogar.
El programa de esta noche, por ejemplo, arranca con un viaje por España para retratar de cerca el drama social que afrontan miles de personas que buscan su primera vivienda en un mercado cada vez más inaccesible. Desde los jóvenes que no pueden emanciparse sin ayuda familiar a los barrios en los que los inversores compran a tocateja, Callejeros muestra cómo los precios se disparan mientras la oferta se reduce. «La gente que vea esta noche Callejeros se va a quedar impactada al ver como hoy en día es prácticamente imposible comprarte una vivienda con el sudor de tu frente. Depende de si puedes heredar de tu familia y eso me parece algo absolutamente dramático», asegura Nacho Medina.
Con testimonios de compradores, vendedores, expertos y agentes inmobiliarios, datos contundentes y retratos de vida cotidiana, Callejeros pone rostro a una generación que ve cómo el sueño de tener una casa propia es cada vez menos accesible.
- ¿Consigues disociar todo lo que ves y cuentas o te lo llevas a casa?
- Pues mira, en el 99% de los casos consigo disociar, pero cuando hicimos el Callejeros de la DANA y de los 100 días después de la DANA no fui capaz porque nada más pisar Valencia me eché a llorar, y hasta un cierto sentimiento de culpa, como si tuviera poca profesionalidad, pero yo sí que trato de disociarlo porque si no, no podría hacer este programa. O sea, yo trato de tener la mente en blanco.
- Vosotros, que estáis siempre en la calle, ¿está todo tan mal como parece?
- No es que esté todo tan mal, si no que es tan real… Callejeros es un programa tan cercano, sin micrófono de mano, sin nada más que una cámara y un reportero que es todo tan real que parece que es mucho peor. A veces nos acusan de por qué mostramos la parte más desagradable de un barrio y no la parte buena, pero, evidentemente hay mil historias que contar, luego tú decides cuáles contar, cómo y dónde. Lo que sí te puedo asegurar es que todo lo que se ve es real. Es como un bocado de realidad que, afortunadamente o desgraciadamente, no sé cómo decirlo, 20 años después sigue igual.
- Tu padre es Tico Medina, Recuerdas algún consejo que te diera al que siempre te agarras cuando cuando estás grabando.
- Mi padre ha sido uno de los grandes reporteros de la historia de este país y él siempre me decía que nunca perdiera la curiosidad. Y mi padre siempre decía «tienes que ser capaz de encontrar el oro en el barro de las historias». Y es lo que he dicho al principio, toda historia merece ser contada. Y luego contarlas como si le hablaras a tu abuela de 90 años que vive en el pueblo. Es decir, la cercanía y la naturalidad. Mi padre creo que era un gran humanista. Y a la hora de encontrar el personaje tenía también un sexto sentido.Yo lo he heredado: mirar a una persona y a lo mejor por solo cómo va vestida, saber que tiene una historia.
- ¿Todas las historias que cuentas te descubren algo nuevo del ser humano?
- Sí, todas me descubren las grandezas y las miserias del ser humano. Pero siempre hay algo que me sorprende y es que cuando llegas a alguien, aunque sea la persona que está más degradada socialmente en el mundo, suelo darle la mano y mirarle a los ojos y explicarle a lo que voy. Y siempre, siempre, siempre, me hablan. Siempre digo, ahora que en tiempos de la IA donde le das a un botón y te construye una vida, que Callejeros es como la mercería en la que vas poniendo botón a botón para hilar una historia, en tener un un mantel de cuadros donde juntar a toda la familia. Eso es Callejeros.
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