Lo que hemos visto en Gaza en estos 20 meses supera todo lo imaginable: 53.000 muertes (entre ellas, la de 15.000 niños); 120.000 heridos; 10.000 desaparecidos; la mayoría de edificios residenciales destruidos; buena parte de la población desplazada, por cierto, alguna varias veces; ataques a hospitales y escuelas; bloqueo de la ayuda humanitaria; hambre, sed y enfermedades. Todo ante nuestros ojos. Y nadie puede objetar desconocimiento: la voluntad de destruir Gaza, anexionarse el territorio y expulsar a los palestinos no es una interpretación. Es algo que, abiertamente, dicen y defienden varios ministros del Gobierno israelí.
Lo que hemos visto en Gaza en estos 20 meses supera todo lo imaginable: 53.000 muertes (entre ellas, la de 15.000 niños); 120.000 heridos; 10.000 desaparecidos; la mayoría de edificios residenciales destruidos; buena parte de la población desplazada, por cierto, alguna varias veces; ataques a hospitales y escuelas; bloqueo de la ayuda humanitaria; hambre, sed y enfermedades. Todo ante nuestros ojos. Y nadie puede objetar desconocimiento: la voluntad de destruir Gaza, anexionarse el territorio y expulsar a los palestinos no es una interpretación. Es algo que, abiertamente, dicen y defienden varios ministros del Gobierno israelí.Seguir leyendo…
Lo que hemos visto en Gaza en estos 20 meses supera todo lo imaginable: 53.000 muertes (entre ellas, la de 15.000 niños); 120.000 heridos; 10.000 desaparecidos; la mayoría de edificios residenciales destruidos; buena parte de la población desplazada, por cierto, alguna varias veces; ataques a hospitales y escuelas; bloqueo de la ayuda humanitaria; hambre, sed y enfermedades. Todo ante nuestros ojos. Y nadie puede objetar desconocimiento: la voluntad de destruir Gaza, anexionarse el territorio y expulsar a los palestinos no es una interpretación. Es algo que, abiertamente, dicen y defienden varios ministros del Gobierno israelí.
A cualquier persona que por su humanidad y sensibilidad le repugne la matanza que Hamas realizó el 7 de octubre –con el resultado de 1.200 muertes, 3.400 heridos y 251 secuestrados, de los cuales más de 50 continúan retenidos– no puede mostrarse impasible o permisivo con la crueldad con la que Israel actúa en Gaza.
Criticar al gobierno más ultra de la historia de Israel no tiene nada de judeofóbico
Naciones Unidas, la justicia internacional, numerosas agencias humanitarias y organizaciones de la sociedad civil han expresado públicamente su rechazo. Una gran mayoría de países ha votado repetidamente en el mismo sentido en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sin embargo, Estados Unidos y Europa han mantenido una grave e irresponsable –como mínimo– pasividad, que a menudo ha sido complicidad (con diplomacia, armas y dinero) y que, algunas veces incluso, ha pasado por aplaudir los crímenes de guerra perpetrados por Israel.
Y cuando se ha alertado sobre ello, han arreciado las denuncias por antisemitismo. Pero criticar la actuación del gobierno más ultra de la historia de Israel no tiene nada de antisemita o judeofóbico.
De hecho, sería fácil hacer una larga lista de colectivos y personas judías de todo el mundo que han criticado duramente la acción israelí en Gaza. Lo relevante es que se pueden encontrar varios políticos y militares israelíes, que han ejercido grandes responsabilidades, que también lo han hecho. Yair Golan, líder de Los Demócratas, exmilitar que el 7 de octubre se reincorporó para rescatar a varias personas, ha afirmado que “si Israel quiere la vida, no puede predicar el asesinato de civiles”.
El exministro Shlomo Ben Ami consideró que Netanyahu “es el mayor culpable de esta guerra y de que esta persista”, y añadía que “hay que parar la guerra y dar otra oportunidad a la solución de los dos estados”.
Moshe Yaalon, exministro de Defensa con el Likud y exjefe del Estado Mayor de las FDI, en referencia a Netanyahu y su seguidismo de la extrema derecha señaló que “el camino al que nos están arrastrando es el de la ocupación, la anexión y la limpieza étnica de la franja de Gaza”.
Ehud Olmert, exprimer ministro israelí, ha asegurado que Israel comete “crímenes de guerra” y denuncia que “miles de palestinos inocentes están siendo asesinados”. Pero déjenme terminar con el testimonio de Rami Elhanan, judío, israelí, hijo de superviviente del Holocausto, padre de Smadar, una niña de 14 años asesinada en 1997 por Hamas y desde hace décadas activista por la paz y los derechos humanos. En unas contundentes y lúcidas declaraciones pronunciadas en Barcelona hace escasas semanas afirmaba: “Dominar, oprimir y humillar a millones de personas durante tantos años sin ningún derecho democrático no es judío. No hay otra forma posible de verlo. Y estar en contra de ello no es antisemitismo”.
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