Claro que sigue habiendo apellidos compuestos y grandes de España ocupando las sillas de los consejos de administración del Ibex 35 y nobles de alta cuna metidos a políticos con escaño. Sin embargo, hace tiempo que el grueso de la aristocracia dejó de ser una clase social privilegiada. «¿Pero… quién vendrá esta noche a cenar ?», le pregunta a Amadeo-Martín Rey y Cabieses una buena amiga de alcurnia y en bancarrota cuando recibe una invitación. «Para alguien que tuvo millones y ha caído en desgracia resulta doloroso alternar con otros nobles que no han perdido su estatus económico», resume este historiador que es el director de publicaciones de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Su amiga, dice, vive esa pobreza vergonzante de quien ha recibido una educación refinada y no puede corresponder a una invitación con las grandes fiestas que daba antaño. Esta noble señora vive hoy apartada, en un lugar muy muy humilde, socorrida económicamente por los pocos amigos que no le han dado la espalda o condenado al ostracismo. «No exijo nada a nadie, la amistad para mí siempre ha sido otra cosa», relata Rey y Cabieses. «Prefiero no dar nombres, pues los apuros de dinero son para la nobleza una humillación enorme que ha de mantenerse en secreto. ¿Imagina que hoy leyeran el ABC? Pero conozco a varios títulos nobiliarios que son pobres de solemnidad ».La ruina del ‘conde Pocoyó’ Este diario ha podido hablar con uno de ellos: el conocido popularmente como ‘conde Pocoyó’. José María Castillejo y de Oriol estuvo detrás de lo que pudo ser el Pixar español por el éxito de Pocoyó, el famoso dibujo animado que llegó a medio mundo. Pero Castillejo, dos veces grande de España, terminó con todas sus cuentas y bienes embargados, sobreviviendo de la caridad de sus parientes en el madrileño barrio de Vallecas. «Ya no vivo en España. Fui objeto de una trama de delincuentes que destruyó mi familia, mi imagen profesional y personal y que me robó todo mi patrimonio . No comparto esa visión simplista de la nobleza como un ente privilegiado que no trabaja o no comparte los apuros de la clase media», confiesa por correo electrónico. Este conde contrajo matrimonio con Ana María Chico de Guzmán March, biznieta del banquero Juan March, un enlace del que Castillejo presumía en su blog personal: «Casi 600 años después, la sangre del Cid, de Hernán Cortés y del gran Emperador Moctezuma se han reunido por primera vez fuera de los campos de batalla y corre por las venas de nuestros seis hijos». Pero el tiempo demostró que incluso la sangre azul puede sufrir los plebeyos reveses de la clase media. Y, de hecho, es más habitual de lo que el español de a pie imagina. Precisamente esa realidad fue la que llevó a Isabel de Borbón a crear la Fundación Marquesa de Balboa para Ancianos Solitarios Venidos a Menos, una institución que se ocuparía de rescatar a esa nobleza incapaz de pagar las facturas. Según se publicó en el BOE en 2010, su misión sería « atender y cuidar a pobres vergonzantes y ancianos solitarios venidos a menos, que vivan solos o en condiciones precarias, con su familia o con personas a quienes estorban, o en residencias que tienen deficientes condiciones de higiene y en donde, además les traten mal». Albi –como llamaban amistosamente a Isabel de Borbón– era una marquesa con un enorme patrimonio que había hecho importantes donaciones al Museo del Prado y que quiso dejar una dotación inicial para la fundación de más de 600.000 euros. «La fundación empezó a funcionar cuando se abrió el testamento de Isabel de Borbón. Ya hemos atendido decenas de aristócratas venidos a menos» Beatriz Bullón de Mendoza patronato de la F. Marquesa de Balboa «La fundación empezó a funcionar cuando se abrió el testamento de Albi y, desde entonces, hemos atendido a decenas de aristócratas venidos a menos», introduce Beatriz Bullón de Mendoza Gómez de Valugera, que forma parte del patronato y que gestiona la fundación junto a otras dos mujeres también pertenecientes a la nobleza. Pero lo innovador de esta causa social es que se da preferencia a las mujeres que «tuvieron una buena posición», como la de la marquesa de Balboa, y «que necesitan ayuda y no se atreven a pedirla».Los 200 o 300 euros para arreglar un cristal o pagar la calefacción en invierno Las historias de las personas a las que atienden, dice Bullón de Mendoza, les llegan por el boca a boca y jamás dan ningún nombre. «A veces ayudamos a estos nobles con pequeñas cantidades como 200 o 300 euros, pero esto s upone que puedan tener calefacción en invierno , arreglar un cristal que se rompe o poder permitirse llamar por teléfono». El perfil de noble al que atiende la Fundación Marquesa de Balboa es, como quiso su fundadora, mayoritariamente femenino . Han socorrido a enfermeras diplomadas que no han cotizado a la Seguridad Social pero que cuidaron a sus madres o que trabajaron en el ámbito familiar. También han rescatado a señoras sin descendencia que nunca se casaron y que se han visto ahogadas por las cargas de un gran patrimonio y no han sabido gestionarlo. También hay hombres, aunque en menor proporción, que tuvieron importantes problemas en la última crisis económica y terminaron por quedarse en la calle, viéndose obligados a dejar hasta la última de sus propiedades. Esta doctora en Derecho relata que lo más duro para alguien de linaje que lo pierde todo es convivir con la sensación de fracaso no solo a ojos de la sociedad sino dentro de su familia, de su ilustre árbol genealógico: «Son personas que incluso no quieren dejarse ayudar, que no se atreven a aparecer en la cola de Cáritas , que sienten una vergüenza y una culpabilidad paralizantes. La presión social que les rodea es asfixiante». La prima de ‘Jackie’ Kennedy y su tía fueron descubiertas viviendo en su mansión de los Hamptons, Grey Gardens, rodeadas de basura y gatos. Arriba, la imagen del documental ABCAlgo similar vivieron la tía y la prima de Jacqueline Kennedy, un caso que dejó conmocionada a la opinión pública de medio mundo. Un documentalista viajó a Los Hamptons para grabar el lugar donde ‘Jackie’ pasaba los veranos de infancia con su artistocrática familia, los Bouvier. Pero se encontró con una mansión en ruinas, llena de basura, maleza y decenas de gatos habitada por dos mujeres con abrigos de piel y joyas a punto de ser desahuciadas por las autoridades. Jackeline era por entonces la esposa del hombre más rico del mundo, Aristóteles Onassis, y cuando se enteró por las revistas de lo que estaban viviendo sus familiares, quiso higienizar y reformar aquella mansión. «Rocín flaco»… el ADN del noble españolVolviendo a nuestras fronteras, hay quien dice que los apuros económicos han estado en el ADN de buena parte de los nobles españoles. «Recuerdo que un amigo me solía decir: ‘ Fíjate, mi familia es tan noble tan noble que ya estaba arruinada en el siglo XVI’ », cuenta Bullón de Mendoza. Ya en la primera página de ‘El Quijote’, Cervantes daba cuenta de las estrecheces económicas que atravesaba el noble hidalgo. «Rocín flaco y galgo corredor»… en lo que comía «había más de vaca que de carnero»… y los domingos se permitía «algún palomino». «Y todo eso se llevaba las tres partes de su hacienda». «He conocido a duquesas trabajando de azafatas de tierra en Iberia, que se ocupan de los ‘check-in’ en el aeropuerto» Amadeo-Martín Rey y Cabieses director de publicaciones de la Real Academia Matritense de Heráldica y GenealogíaLas grandes casas de la nobleza española, como la Casa de Alba , son las que más han podido mantener su patrimonio, pero hoy esa imagen del duque o del marqués que vive de las rentas es algo que sobre todo ocurre en la ficción. «La sociedad suele a menudo pensar que los nobles viven del ‘dolce far niente’ pero diría que el 90% tienen una profesión como cualquier otra clase social . He conocido a duquesas trabajando de azafatas de tierra en Iberia, que se ocupan de los ‘check-in’ en el aeropuerto. Hoy a la aristocracia no le queda otra que trabajar para mantener su patrimonio, si es que lo tiene, una tarea sacrificada y que implica muchos gastos», apunta Rey y Cabieses. En los últimos años se habría acelerado la decadencia por una concatenación de factores. En 2006 Zapatero modificó la sucesión en los títulos nobiliarios . El varón ya no tiene preferencia a la hora de heredar el título, sino que el primero en la línea de sucesión es el primogénito, ya sea hombre o mujer. En aquel momento hubo líos en el seno de muchas familias. Según refiere Rey y Cabieses, porque el ‘llamado a suceder’ se había educado como tal, una expectativa que no pudo materializarse. Esas peleas tuvieron que ver con el honor de llevar un título pero también con el aspecto económico. Pocos matrimonios entre nobles y Además, los matrimonios entre nobles han menguado y suponen un porcentaje muy pequeño. Esta nueva realidad ha mermado la capacidad de mantener los patrimonios, «pues cuando enlazaban dos aristócratas era más fácil». Tampoco existen ya cargos en la corte remunerados como si hubo antaño y que se reservaban a personas nobles, por ejemplo, las damas de la Reina, que debían ser grandes de España.«Carlos, duque de Alba, me ha comentado que los bienes adjuntos al título son un honor, sí, pero también un yugo, un sacrificio», asegura Rey y Cabieses. A la nobleza española, hoy con problemas bancarios, le ha costado encontrar las fórmulas para poder subsistir y no ahogarse entre las cargas de su patrimonio como sí ha sabido modernizarse la aristocracia inglesa. Allí empezaron hace tiempo, mucho antes que nosotros, a alquilar sus castillos y sus palacios para pagar sus facturas. Y también a abrirlos a las visitas turísticas. Existen ejemplos en el mundo del cine o de las series, como en ‘ Retorno a Brideshead ‘, basada en la novela de Evelyn Waugh, que se rodó en el Castillo de Howar. También ocurrió con ‘ Downton Abbey’ , grabada en el Castillo de Highclere y que sigue siendo la casa de campo de la familia Herbert, condes de Carnarvon.Decadencia en el Paseo de la Castellana Para desgracia arquitectónica de muchos, hay numerosos palacios de los nobles españoles que ya ni siquiera siguen en pie. Pasó en el Paseo de la Castellana de Madrid. «Muchos fueron destruidos y sustituidos por espantosos edificios devaluando lo que un día fue la magnífica Castellana. Esto es un signo evidente de la decadencia de la nobleza española, puesto que era su columna vertebral, su arteria». Los que quedan son hoy sedes de instituciones como la Fiscalía General del Estado, la Embajada de Portugal, la Casa América o el Cuartel General del Ejército de Tierra.Pero, desde luego, hoy ya no son el techo bajo el que duermen los 2.825 títulos nobiliarios que hay en España , según datos de la Diputación de la Grandeza. Claro que no toda la nobleza es titulada y no toda la nobleza titulada figura en ese registro, que requiere de un pago. Sería raro que un marqués que no puede pagar la calefacción quisiera desembolsar un solo euro en figurar en la ‘lista oficial’ de los nobles. Puede que una duquesa sea quien le pida el DNI la próxima vez que viaje en Iberia. Claro que sigue habiendo apellidos compuestos y grandes de España ocupando las sillas de los consejos de administración del Ibex 35 y nobles de alta cuna metidos a políticos con escaño. Sin embargo, hace tiempo que el grueso de la aristocracia dejó de ser una clase social privilegiada. «¿Pero… quién vendrá esta noche a cenar ?», le pregunta a Amadeo-Martín Rey y Cabieses una buena amiga de alcurnia y en bancarrota cuando recibe una invitación. «Para alguien que tuvo millones y ha caído en desgracia resulta doloroso alternar con otros nobles que no han perdido su estatus económico», resume este historiador que es el director de publicaciones de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Su amiga, dice, vive esa pobreza vergonzante de quien ha recibido una educación refinada y no puede corresponder a una invitación con las grandes fiestas que daba antaño. Esta noble señora vive hoy apartada, en un lugar muy muy humilde, socorrida económicamente por los pocos amigos que no le han dado la espalda o condenado al ostracismo. «No exijo nada a nadie, la amistad para mí siempre ha sido otra cosa», relata Rey y Cabieses. «Prefiero no dar nombres, pues los apuros de dinero son para la nobleza una humillación enorme que ha de mantenerse en secreto. ¿Imagina que hoy leyeran el ABC? Pero conozco a varios títulos nobiliarios que son pobres de solemnidad ».La ruina del ‘conde Pocoyó’ Este diario ha podido hablar con uno de ellos: el conocido popularmente como ‘conde Pocoyó’. José María Castillejo y de Oriol estuvo detrás de lo que pudo ser el Pixar español por el éxito de Pocoyó, el famoso dibujo animado que llegó a medio mundo. Pero Castillejo, dos veces grande de España, terminó con todas sus cuentas y bienes embargados, sobreviviendo de la caridad de sus parientes en el madrileño barrio de Vallecas. «Ya no vivo en España. Fui objeto de una trama de delincuentes que destruyó mi familia, mi imagen profesional y personal y que me robó todo mi patrimonio . No comparto esa visión simplista de la nobleza como un ente privilegiado que no trabaja o no comparte los apuros de la clase media», confiesa por correo electrónico. Este conde contrajo matrimonio con Ana María Chico de Guzmán March, biznieta del banquero Juan March, un enlace del que Castillejo presumía en su blog personal: «Casi 600 años después, la sangre del Cid, de Hernán Cortés y del gran Emperador Moctezuma se han reunido por primera vez fuera de los campos de batalla y corre por las venas de nuestros seis hijos». Pero el tiempo demostró que incluso la sangre azul puede sufrir los plebeyos reveses de la clase media. Y, de hecho, es más habitual de lo que el español de a pie imagina. Precisamente esa realidad fue la que llevó a Isabel de Borbón a crear la Fundación Marquesa de Balboa para Ancianos Solitarios Venidos a Menos, una institución que se ocuparía de rescatar a esa nobleza incapaz de pagar las facturas. Según se publicó en el BOE en 2010, su misión sería « atender y cuidar a pobres vergonzantes y ancianos solitarios venidos a menos, que vivan solos o en condiciones precarias, con su familia o con personas a quienes estorban, o en residencias que tienen deficientes condiciones de higiene y en donde, además les traten mal». Albi –como llamaban amistosamente a Isabel de Borbón– era una marquesa con un enorme patrimonio que había hecho importantes donaciones al Museo del Prado y que quiso dejar una dotación inicial para la fundación de más de 600.000 euros. «La fundación empezó a funcionar cuando se abrió el testamento de Isabel de Borbón. Ya hemos atendido decenas de aristócratas venidos a menos» Beatriz Bullón de Mendoza patronato de la F. Marquesa de Balboa «La fundación empezó a funcionar cuando se abrió el testamento de Albi y, desde entonces, hemos atendido a decenas de aristócratas venidos a menos», introduce Beatriz Bullón de Mendoza Gómez de Valugera, que forma parte del patronato y que gestiona la fundación junto a otras dos mujeres también pertenecientes a la nobleza. Pero lo innovador de esta causa social es que se da preferencia a las mujeres que «tuvieron una buena posición», como la de la marquesa de Balboa, y «que necesitan ayuda y no se atreven a pedirla».Los 200 o 300 euros para arreglar un cristal o pagar la calefacción en invierno Las historias de las personas a las que atienden, dice Bullón de Mendoza, les llegan por el boca a boca y jamás dan ningún nombre. «A veces ayudamos a estos nobles con pequeñas cantidades como 200 o 300 euros, pero esto s upone que puedan tener calefacción en invierno , arreglar un cristal que se rompe o poder permitirse llamar por teléfono». El perfil de noble al que atiende la Fundación Marquesa de Balboa es, como quiso su fundadora, mayoritariamente femenino . Han socorrido a enfermeras diplomadas que no han cotizado a la Seguridad Social pero que cuidaron a sus madres o que trabajaron en el ámbito familiar. También han rescatado a señoras sin descendencia que nunca se casaron y que se han visto ahogadas por las cargas de un gran patrimonio y no han sabido gestionarlo. También hay hombres, aunque en menor proporción, que tuvieron importantes problemas en la última crisis económica y terminaron por quedarse en la calle, viéndose obligados a dejar hasta la última de sus propiedades. Esta doctora en Derecho relata que lo más duro para alguien de linaje que lo pierde todo es convivir con la sensación de fracaso no solo a ojos de la sociedad sino dentro de su familia, de su ilustre árbol genealógico: «Son personas que incluso no quieren dejarse ayudar, que no se atreven a aparecer en la cola de Cáritas , que sienten una vergüenza y una culpabilidad paralizantes. La presión social que les rodea es asfixiante». La prima de ‘Jackie’ Kennedy y su tía fueron descubiertas viviendo en su mansión de los Hamptons, Grey Gardens, rodeadas de basura y gatos. Arriba, la imagen del documental ABCAlgo similar vivieron la tía y la prima de Jacqueline Kennedy, un caso que dejó conmocionada a la opinión pública de medio mundo. Un documentalista viajó a Los Hamptons para grabar el lugar donde ‘Jackie’ pasaba los veranos de infancia con su artistocrática familia, los Bouvier. Pero se encontró con una mansión en ruinas, llena de basura, maleza y decenas de gatos habitada por dos mujeres con abrigos de piel y joyas a punto de ser desahuciadas por las autoridades. Jackeline era por entonces la esposa del hombre más rico del mundo, Aristóteles Onassis, y cuando se enteró por las revistas de lo que estaban viviendo sus familiares, quiso higienizar y reformar aquella mansión. «Rocín flaco»… el ADN del noble españolVolviendo a nuestras fronteras, hay quien dice que los apuros económicos han estado en el ADN de buena parte de los nobles españoles. «Recuerdo que un amigo me solía decir: ‘ Fíjate, mi familia es tan noble tan noble que ya estaba arruinada en el siglo XVI’ », cuenta Bullón de Mendoza. Ya en la primera página de ‘El Quijote’, Cervantes daba cuenta de las estrecheces económicas que atravesaba el noble hidalgo. «Rocín flaco y galgo corredor»… en lo que comía «había más de vaca que de carnero»… y los domingos se permitía «algún palomino». «Y todo eso se llevaba las tres partes de su hacienda». «He conocido a duquesas trabajando de azafatas de tierra en Iberia, que se ocupan de los ‘check-in’ en el aeropuerto» Amadeo-Martín Rey y Cabieses director de publicaciones de la Real Academia Matritense de Heráldica y GenealogíaLas grandes casas de la nobleza española, como la Casa de Alba , son las que más han podido mantener su patrimonio, pero hoy esa imagen del duque o del marqués que vive de las rentas es algo que sobre todo ocurre en la ficción. «La sociedad suele a menudo pensar que los nobles viven del ‘dolce far niente’ pero diría que el 90% tienen una profesión como cualquier otra clase social . He conocido a duquesas trabajando de azafatas de tierra en Iberia, que se ocupan de los ‘check-in’ en el aeropuerto. Hoy a la aristocracia no le queda otra que trabajar para mantener su patrimonio, si es que lo tiene, una tarea sacrificada y que implica muchos gastos», apunta Rey y Cabieses. En los últimos años se habría acelerado la decadencia por una concatenación de factores. En 2006 Zapatero modificó la sucesión en los títulos nobiliarios . El varón ya no tiene preferencia a la hora de heredar el título, sino que el primero en la línea de sucesión es el primogénito, ya sea hombre o mujer. En aquel momento hubo líos en el seno de muchas familias. Según refiere Rey y Cabieses, porque el ‘llamado a suceder’ se había educado como tal, una expectativa que no pudo materializarse. Esas peleas tuvieron que ver con el honor de llevar un título pero también con el aspecto económico. Pocos matrimonios entre nobles y Además, los matrimonios entre nobles han menguado y suponen un porcentaje muy pequeño. Esta nueva realidad ha mermado la capacidad de mantener los patrimonios, «pues cuando enlazaban dos aristócratas era más fácil». Tampoco existen ya cargos en la corte remunerados como si hubo antaño y que se reservaban a personas nobles, por ejemplo, las damas de la Reina, que debían ser grandes de España.«Carlos, duque de Alba, me ha comentado que los bienes adjuntos al título son un honor, sí, pero también un yugo, un sacrificio», asegura Rey y Cabieses. A la nobleza española, hoy con problemas bancarios, le ha costado encontrar las fórmulas para poder subsistir y no ahogarse entre las cargas de su patrimonio como sí ha sabido modernizarse la aristocracia inglesa. Allí empezaron hace tiempo, mucho antes que nosotros, a alquilar sus castillos y sus palacios para pagar sus facturas. Y también a abrirlos a las visitas turísticas. Existen ejemplos en el mundo del cine o de las series, como en ‘ Retorno a Brideshead ‘, basada en la novela de Evelyn Waugh, que se rodó en el Castillo de Howar. También ocurrió con ‘ Downton Abbey’ , grabada en el Castillo de Highclere y que sigue siendo la casa de campo de la familia Herbert, condes de Carnarvon.Decadencia en el Paseo de la Castellana Para desgracia arquitectónica de muchos, hay numerosos palacios de los nobles españoles que ya ni siquiera siguen en pie. Pasó en el Paseo de la Castellana de Madrid. «Muchos fueron destruidos y sustituidos por espantosos edificios devaluando lo que un día fue la magnífica Castellana. Esto es un signo evidente de la decadencia de la nobleza española, puesto que era su columna vertebral, su arteria». Los que quedan son hoy sedes de instituciones como la Fiscalía General del Estado, la Embajada de Portugal, la Casa América o el Cuartel General del Ejército de Tierra.Pero, desde luego, hoy ya no son el techo bajo el que duermen los 2.825 títulos nobiliarios que hay en España , según datos de la Diputación de la Grandeza. Claro que no toda la nobleza es titulada y no toda la nobleza titulada figura en ese registro, que requiere de un pago. Sería raro que un marqués que no puede pagar la calefacción quisiera desembolsar un solo euro en figurar en la ‘lista oficial’ de los nobles. Puede que una duquesa sea quien le pida el DNI la próxima vez que viaje en Iberia.
Claro que sigue habiendo apellidos compuestos y grandes de España ocupando las sillas de los consejos de administración del Ibex 35 y nobles de alta cuna metidos a políticos con escaño. Sin embargo, hace tiempo que el grueso de la aristocracia dejó de ser una … clase social privilegiada. «¿Pero… quién vendrá esta noche a cenar?», le pregunta a Amadeo-Martín Rey y Cabieses una buena amiga de alcurnia y en bancarrota cuando recibe una invitación. «Para alguien que tuvo millones y ha caído en desgracia resulta doloroso alternar con otros nobles que no han perdido su estatus económico», resume este historiador que es el director de publicaciones de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Su amiga, dice, vive esa pobreza vergonzante de quien ha recibido una educación refinada y no puede corresponder a una invitación con las grandes fiestas que daba antaño.
Esta noble señora vive hoy apartada, en un lugar muy muy humilde, socorrida económicamente por los pocos amigos que no le han dado la espalda o condenado al ostracismo. «No exijo nada a nadie, la amistad para mí siempre ha sido otra cosa», relata Rey y Cabieses. «Prefiero no dar nombres, pues los apuros de dinero son para la nobleza una humillación enorme que ha de mantenerse en secreto. ¿Imagina que hoy leyeran el ABC? Pero conozco a varios títulos nobiliarios que son pobres de solemnidad».
La ruina del ‘conde Pocoyó’
Este diario ha podido hablar con uno de ellos: el conocido popularmente como ‘conde Pocoyó’. José María Castillejo y de Oriol estuvo detrás de lo que pudo ser el Pixar español por el éxito de Pocoyó, el famoso dibujo animado que llegó a medio mundo. Pero Castillejo, dos veces grande de España, terminó con todas sus cuentas y bienes embargados, sobreviviendo de la caridad de sus parientes en el madrileño barrio de Vallecas.
«Ya no vivo en España. Fui objeto de una trama de delincuentes que destruyó mi familia, mi imagen profesional y personal y que me robó todo mi patrimonio. No comparto esa visión simplista de la nobleza como un ente privilegiado que no trabaja o no comparte los apuros de la clase media», confiesa por correo electrónico. Este conde contrajo matrimonio con Ana María Chico de Guzmán March, biznieta del banquero Juan March, un enlace del que Castillejo presumía en su blog personal: «Casi 600 años después, la sangre del Cid, de Hernán Cortés y del gran Emperador Moctezuma se han reunido por primera vez fuera de los campos de batalla y corre por las venas de nuestros seis hijos». Pero el tiempo demostró que incluso la sangre azul puede sufrir los plebeyos reveses de la clase media. Y, de hecho, es más habitual de lo que el español de a pie imagina.
Precisamente esa realidad fue la que llevó a Isabel de Borbón a crear la Fundación Marquesa de Balboa para Ancianos Solitarios Venidos a Menos, una institución que se ocuparía de rescatar a esa nobleza incapaz de pagar las facturas. Según se publicó en el BOE en 2010, su misión sería «atender y cuidar a pobres vergonzantes y ancianos solitarios venidos a menos, que vivan solos o en condiciones precarias, con su familia o con personas a quienes estorban, o en residencias que tienen deficientes condiciones de higiene y en donde, además les traten mal». Albi –como llamaban amistosamente a Isabel de Borbón– era una marquesa con un enorme patrimonio que había hecho importantes donaciones al Museo del Prado y que quiso dejar una dotación inicial para la fundación de más de 600.000 euros.

«La fundación empezó a funcionar cuando se abrió el testamento de Isabel de Borbón. Ya hemos atendido decenas de aristócratas venidos a menos»
Beatriz Bullón de Mendoza
patronato de la F. Marquesa de Balboa
«La fundación empezó a funcionar cuando se abrió el testamento de Albi y, desde entonces, hemos atendido a decenas de aristócratas venidos a menos», introduce Beatriz Bullón de Mendoza Gómez de Valugera, que forma parte del patronato y que gestiona la fundación junto a otras dos mujeres también pertenecientes a la nobleza. Pero lo innovador de esta causa social es que se da preferencia a las mujeres que «tuvieron una buena posición», como la de la marquesa de Balboa, y «que necesitan ayuda y no se atreven a pedirla».
Los 200 o 300 euros para arreglar un cristal o pagar la calefacción en invierno
Las historias de las personas a las que atienden, dice Bullón de Mendoza, les llegan por el boca a boca y jamás dan ningún nombre. «A veces ayudamos a estos nobles con pequeñas cantidades como 200 o 300 euros, pero esto supone que puedan tener calefacción en invierno, arreglar un cristal que se rompe o poder permitirse llamar por teléfono».
El perfil de noble al que atiende la Fundación Marquesa de Balboa es, como quiso su fundadora, mayoritariamente femenino. Han socorrido a enfermeras diplomadas que no han cotizado a la Seguridad Social pero que cuidaron a sus madres o que trabajaron en el ámbito familiar. También han rescatado a señoras sin descendencia que nunca se casaron y que se han visto ahogadas por las cargas de un gran patrimonio y no han sabido gestionarlo. También hay hombres, aunque en menor proporción, que tuvieron importantes problemas en la última crisis económica y terminaron por quedarse en la calle, viéndose obligados a dejar hasta la última de sus propiedades. Esta doctora en Derecho relata que lo más duro para alguien de linaje que lo pierde todo es convivir con la sensación de fracaso no solo a ojos de la sociedad sino dentro de su familia, de su ilustre árbol genealógico: «Son personas que incluso no quieren dejarse ayudar, que no se atreven a aparecer en la cola de Cáritas, que sienten una vergüenza y una culpabilidad paralizantes. La presión social que les rodea es asfixiante».
ABC
Algo similar vivieron la tía y la prima de Jacqueline Kennedy, un caso que dejó conmocionada a la opinión pública de medio mundo. Un documentalista viajó a Los Hamptons para grabar el lugar donde ‘Jackie’ pasaba los veranos de infancia con su artistocrática familia, los Bouvier. Pero se encontró con una mansión en ruinas, llena de basura, maleza y decenas de gatos habitada por dos mujeres con abrigos de piel y joyas a punto de ser desahuciadas por las autoridades. Jackeline era por entonces la esposa del hombre más rico del mundo, Aristóteles Onassis, y cuando se enteró por las revistas de lo que estaban viviendo sus familiares, quiso higienizar y reformar aquella mansión.
«Rocín flaco»… el ADN del noble español
Volviendo a nuestras fronteras, hay quien dice que los apuros económicos han estado en el ADN de buena parte de los nobles españoles. «Recuerdo que un amigo me solía decir: ‘Fíjate, mi familia es tan noble tan noble que ya estaba arruinada en el siglo XVI’», cuenta Bullón de Mendoza. Ya en la primera página de ‘El Quijote’, Cervantes daba cuenta de las estrecheces económicas que atravesaba el noble hidalgo. «Rocín flaco y galgo corredor»… en lo que comía «había más de vaca que de carnero»… y los domingos se permitía «algún palomino». «Y todo eso se llevaba las tres partes de su hacienda».
«He conocido a duquesas trabajando de azafatas de tierra en Iberia, que se ocupan de los ‘check-in’ en el aeropuerto»
Amadeo-Martín Rey y Cabieses
director de publicaciones de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía
Las grandes casas de la nobleza española, como la Casa de Alba, son las que más han podido mantener su patrimonio, pero hoy esa imagen del duque o del marqués que vive de las rentas es algo que sobre todo ocurre en la ficción. «La sociedad suele a menudo pensar que los nobles viven del ‘dolce far niente’ pero diría que el 90% tienen una profesión como cualquier otra clase social. He conocido a duquesas trabajando de azafatas de tierra en Iberia, que se ocupan de los ‘check-in’ en el aeropuerto. Hoy a la aristocracia no le queda otra que trabajar para mantener su patrimonio, si es que lo tiene, una tarea sacrificada y que implica muchos gastos», apunta Rey y Cabieses.
En los últimos años se habría acelerado la decadencia por una concatenación de factores. En 2006 Zapatero modificó la sucesión en los títulos nobiliarios. El varón ya no tiene preferencia a la hora de heredar el título, sino que el primero en la línea de sucesión es el primogénito, ya sea hombre o mujer. En aquel momento hubo líos en el seno de muchas familias. Según refiere Rey y Cabieses, porque el ‘llamado a suceder’ se había educado como tal, una expectativa que no pudo materializarse. Esas peleas tuvieron que ver con el honor de llevar un título pero también con el aspecto económico.
Pocos matrimonios entre nobles y
Además, los matrimonios entre nobles han menguado y suponen un porcentaje muy pequeño. Esta nueva realidad ha mermado la capacidad de mantener los patrimonios, «pues cuando enlazaban dos aristócratas era más fácil». Tampoco existen ya cargos en la corte remunerados como si hubo antaño y que se reservaban a personas nobles, por ejemplo, las damas de la Reina, que debían ser grandes de España.
«Carlos, duque de Alba, me ha comentado que los bienes adjuntos al título son un honor, sí, pero también un yugo, un sacrificio», asegura Rey y Cabieses. A la nobleza española, hoy con problemas bancarios, le ha costado encontrar las fórmulas para poder subsistir y no ahogarse entre las cargas de su patrimonio como sí ha sabido modernizarse la aristocracia inglesa. Allí empezaron hace tiempo, mucho antes que nosotros, a alquilar sus castillos y sus palacios para pagar sus facturas. Y también a abrirlos a las visitas turísticas. Existen ejemplos en el mundo del cine o de las series, como en ‘Retorno a Brideshead‘, basada en la novela de Evelyn Waugh, que se rodó en el Castillo de Howar. También ocurrió con ‘Downton Abbey’, grabada en el Castillo de Highclere y que sigue siendo la casa de campo de la familia Herbert, condes de Carnarvon.
Decadencia en el Paseo de la Castellana
Para desgracia arquitectónica de muchos, hay numerosos palacios de los nobles españoles que ya ni siquiera siguen en pie. Pasó en el Paseo de la Castellana de Madrid. «Muchos fueron destruidos y sustituidos por espantosos edificios devaluando lo que un día fue la magnífica Castellana. Esto es un signo evidente de la decadencia de la nobleza española, puesto que era su columna vertebral, su arteria». Los que quedan son hoy sedes de instituciones como la Fiscalía General del Estado, la Embajada de Portugal, la Casa América o el Cuartel General del Ejército de Tierra.
Pero, desde luego, hoy ya no son el techo bajo el que duermen los 2.825 títulos nobiliarios que hay en España, según datos de la Diputación de la Grandeza. Claro que no toda la nobleza es titulada y no toda la nobleza titulada figura en ese registro, que requiere de un pago. Sería raro que un marqués que no puede pagar la calefacción quisiera desembolsar un solo euro en figurar en la ‘lista oficial’ de los nobles. Puede que una duquesa sea quien le pida el DNI la próxima vez que viaje en Iberia.
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