Zoe (Nira Osahia) es una atleta excepcional pero sin una ambición clara de ser profesional en Olympo, que Netflix estrena este viernes. No quiere renunciar a su libertad y a sus porros. Cuando un ojeador se da cuenta de su talento, ficha para el Centro de Alto Rendimiento Pirineos presionada por circunstancias personales. Allí descubre un mundo tan competitivo que la amistad es compatible con la traición.
Tiene detrás la misma productora, Zeta Studios, y la misma cantidad de drama, morbo y toxicidad
Zoe (Nira Osahia) es una atleta excepcional pero sin una ambición clara de ser profesional en Olympo, que Netflix estrena este viernes. No quiere renunciar a su libertad y a sus porros. Cuando un ojeador se da cuenta de su talento, ficha para el Centro de Alto Rendimiento Pirineos presionada por circunstancias personales. Allí descubre un mundo tan competitivo que la amistad es compatible con la traición.
Hay deportistas como Roque (Agustín Della Corte), cuya homosexualidad se convierte en un problema para poder ser capitán de la selección española de rugby, o Amaia (Clara Galle), la estrella del equipo de natación sincronizada. Es la nadadora que, tras la lesión de una compañera, empieza a sospechar que algo raro sucede en el centro. ¿Hay dopaje o algo todavía peor?

MATÍAS URIS/NETFLIX
Olympo, creada por Jan Matheu, Laia Foguet e Ibai Abad, se puede entender a partir de su productora, Zeta Studios, responsable de Élite. El CAR Pirineos es la continuación espiritual de la escuela Las Encinas cambiando el elitismo por razones económicas por el elitismo por resultados deportivos.
El molde es el mismo. Tenemos un misterio de fondo. La cámara se fija en los abdominales, las piernas y los glúteos mientras hay comentarios o escenas sexuales cada pocos minutos en una incesante búsqueda del morbo. No cuesta imaginar que se valoró el atractivo de los actores durante el proceso de cásting, sin desmerecer que Clara Galle, Martí Cordero y Agustín Della Corte saben cómo hacerse suyos los papeles.
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Además, absolutamente todos los personajes son tóxicos: no pierden nunca la oportunidad de soltar un comentario hiriente, apuñalar a alguien por la espalda, ser egoístas o tirarse de cabeza a cualquier relación enfermiza.
Quizá es un movimiento inteligente por parte de Zeta Studios y Netflix repetir la fórmula de Élite en un nuevo entorno. La serie de Carlos Montero y Darío Madrona fue un fenómeno y una atrevida (y bien hecha) apuesta en sus primeras temporadas, aunque después no supieron reinventarse tras empezar a despedir la primera generación de alumnos. Y, si bien Olympo recuerda a esos inicios, no puede sacudirse esa impresión de que esta serie ya la hemos visto.
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