El vicepresidente de BlackRock, Philipp Hildebrand, entiende que la UE se enfrenta a un momento crítico si no quiere pasar al total ostracismo frente a EEUU, imposible de superar aún Leer El vicepresidente de BlackRock, Philipp Hildebrand, entiende que la UE se enfrenta a un momento crítico si no quiere pasar al total ostracismo frente a EEUU, imposible de superar aún Leer
Philipp Hildebrand, vicepresidente de BlackRock, está de visita en Madrid para hablar con grandes inversores y compañías de las que es accionista de referencia. No es difícil, teniendo en cuenta que a BlackRock se le considera el principal dueño de la bolsa española -como de otras tantas-. Sus fondos cotizados siguen una regla tan sencilla como la de replicar la composición de los principales índices mundiales. La cita tiene lugar en una de las salas del Hotel Ritz, un clásico de estos foros, y allí recibe a Actualidad Económica, en un hall rodeado de espejos que otorga más pomposidad, no sabemos si necesaria, a cualquier tipo de encuentro.
- De repente todo el mundo habla de impulsar mercados europeos, de cómo incentivar a los ciudadanos para invertir… Ustedes también han elaborado su propio informe sobre cómo se podrían hacer mejor las cosas, y ¿todo esto ha sido por la guerra arancelaria desatada por Donald Trump?
- Han sucedido tres cosas en el último par de años. Desde una perspectiva más general, Europa ha empezado a reconocer la magnitud de cuánto atrás se ha quedado frente a EEUU en crecimiento, en competitividad, en productividad y, más importante todavía, en el tamaño de sus mercados de capitales. La economía europea tiene prácticamente el mismo tamaño que la de EEUU y, sin embargo, su mercado representa solo el 20% a nivel mundial frente al 70% aproximadamente de EEUU, dependiendo de qué variable se tome como referencia. La otra cuestión que ha sucedido es que dos informes distintos, de dos ex primeros ministros italianos, que son Enrico Letta y Mario Draghi, han venido a cristalizar lo que está sucediendo y, además, aportan soluciones sobre lo que sería necesario hacer para cambiar. En tercer lugar, es cierto que el contexto ha cambiado dramáticamente después de las elecciones estadounidenses y, particularmente, después de la imposición de aranceles en abril, que ha incrementado la presión sobre Europa para actuar. En realidad, tenemos ya la receta a raíz de los informes Draghi y Letta de lo que se necesita hacer. No es más una cuestión de qué hacer, sino de cómo hacerlo, pero ¿realmente se actuará o será otra oportunidad perdida? Apostaría a que Mario Draghi si estuviera aquí estaría algo decepcionado por lo poco que se ha hecho por llevar a la práctica su informe.
- Es cierto que los políticos a nivel europeo están diciendo muchas cosas, pero no se están llegando a acuerdos concretos.
- No deberíamos infravalorar el hecho de que ahora, al menos, se está hablando de ello. El tono de la Comisión Europea ha cambiado y el fondo también. El mercado de capitales solía ser algo de lo que hablaban solo los técnicos. La seguridad está siendo un desencadenante importante y una de las grandes oportunidades puede ser también -a nivel inversor- que los estados europeos tienen muy poco margen para incrementar la recaudación a través de impuestos, teniendo en cuenta sus cuentas nacionales y ante las necesidades tan abultadas de financiación en transición energética, infraestructuras, data centers y seguridad. ¿De dónde va a venir ese dinero? Tiene que llegar desde los mercados de capitales. Existe una discusión creciente sobre la necesidad que tiene Europa de tener un activo líquido y seguro, esencialmente un ‘eurobono’. La combinación de una mayor presión fiscal, comercial y de seguridad básicamente forzará a Europa a dar pasos concretos que permitan crecer a los mercados de capitales. No vamos cortos de ahorros. Hay 10 billones de euros en depósitos bancarios. El desafío no es ahorrar más, sino ser capaces de movilizar esos ahorros en un sentido más eficiente. Creo que si Europa no es capaz de actuar unida bajo esta serie de circunstancias extremas, francamente en algún momento la pregunta que plantearse será para qué sirve Europa. Nos encontramos ante un momento existencial que brinda grandes oportunidades.
- A nivel inversor, ¿diría que EEUU es irremplazable o Europa, si se da prisa, puede dar la batalla en este momento?
- Hace unos seis meses estuve aquí, en Madrid, en este mismo hotel, y en la puerta de al lado un político europeo de alto nivel dijo una gran frase: hay dos tipos de países en Europa, los que saben que son pequeños y los que todavía no han reconocido que lo son. La única vía de que Europa pueda definir su propio futuro es encontrando el camino que nos permita ser fuertes unidos y, para ello el mercado de capitales es una pieza muy importante. Y en lo que respecta a los aranceles, no nos queda otra que aceptarlo porque, básicamente, Europa es demasiado débil, no desde un punto de vista económico, pero sí si se compara con la dominancia que tiene EEUU sobre el sistema. Nueve de cada diez aplicaciones tecnológicas empleadas por los bancos son estadounidenses. Todo el sistema de pagos está dominado por EEUU, etc., etc.. Tenemos que ser realistas. No hay manera de que podamos decir adiós a EEUU. Lo que sí podemos es ir dando pasos gradualmente hacia una mayor autonomía, como piden algunos estados.
- La periferia europea está ahora mucho mejor que Francia…
- Es cierto y es una gran historia. En cierto sentido, la crisis de la Eurozona creó la capacidad de hacer cosas que antes eran imposibles. Y creo que ahora nos encontramos en un momento similar a nivel europeo donde esta constelación de presiones finalmente se desbloqueará.
- ¿Cómo de probable lo ve?
- Es que Europa no tiene elección. Si los ciudadanos europeos ven que Europa fracasa en su respuesta llegará un momento en el que se planteen para qué ha servido todo esto; por eso pienso que no hay alternativa a menos que queramos sacrificar todos los logros conseguidos durante la integración de las últimas décadas. Europa siempre hace lo correcto, pero trata de llevarlo a cabo siempre en el último momento, con lo que nos espera un viaje largo y difícil hasta conseguirlo. Además, en una mayoría de países existen en la actualidad gobiernos inestables, quitando Grecia donde hay una clara mayoría política. Las mayores economías están atravesando por situaciones que demuestran su fragilidad en el arco político. Esto favorece de algún modo que pueda surgir alguna fuerza que se pregunte para qué estamos haciendo todo esto. Un buen ejemplo de ello son los ‘eurobonos’. Puedo entender desde un punto de vista germánico la disciplina fiscal, pero ¿si no tienes un solo instrumento líquido de financiación en Europa cómo vas a construir un mercado de capitales?
- ¿Cómo de cerca ve la creación de un ‘eurobono’?
- Bueno, si algo me hace ser optimista ahora mismo, es la necesidad que tiene Europa de financiar su defensa. Necesitamos levantar fondos para invertir, para renovar el equipamiento militar y para comprar nuevo armamento. Estamos viendo incursiones de drones casi todos los días. Existe una oportunidad real de financiar la necesidad de aumentar la seguridad en Europa [desde cero] de una manera verdaderamente europea con un activo seguro y líquido.
- Christine Lagarde pretende crear el euro digital con el objetivo de acabar con el oligopolio que EEUU tiene en los sistemas de pago a través de Visa y Mastercard. ¿Lo ve también poco realista?
- La soberanía digital es un gran problema y la razón por la cual Europa puede hacer poco contra los aranceles de Trump. La idea es totalmente acertada. Se trata de lo digital, de los sistemas de pago y, francamente, del sector financiero en general, cuyo déficit de mercado de capitales es un grave problema. La gente debe entender que las finanzas no son solo una cuestión técnica y alejada, sino un componente fundamental de nuestra capacidad de crecimiento. Si queremos crecer en el futuro no va a depender del crecimiento demográfico. España tiene una población muy envejecida, al igual que Europa. ¿De dónde vendrá el crecimiento entonces? Si no vamos a tener los flujos de inmigración necesarios, la única vía para crecer es la innovación, la productividad y esto proviene básicamente de la tecnología. En los últimos 20 años las empresas más innovadoras no han sido financiadas por bancos, sino por el mercado de capitales. Si queremos crecer e innovar en Europa debemos empezar a pensar cómo tener mercados más profundos. Tampoco ayuda que la nueva regulación bancaria haya hecho más difícil que los bancos presten dinero.
- Se les exige un mayor ‘colchón’ de capital.
- Exacto. Después de la crisis financiera se redujo la capacidad de los bancos de financiar la innovación. Necesitamos crecer para no quedarnos todavía más atrás. Se está viendo ahora cuando existe un apetito enorme por invertir en EEUU, básicamente en IA. La mayoría de las inversiones están destinadas ahora mismo a aumentar la energía que se necesita para la IA y los centros de datos. Estamos en un momento crítico. Si Europa fracasa en construir grandes data centers, si no aumentas la electricidad, la producción de energía renovable, etc., nos vamos a perder la próxima etapa de la innovación.
- ¿Y no le parece que parte de esa falta de apetito por querer pertenecer al mercado de capitales es también una cuestión de mentalidad? El hecho de que los europeos no estamos tan enfocados al mundo capitalista…
- Yo soy europeo, no me interprete mal. Soy un europeo comprometido. No quiero que Europa se convierta en EEUU, claro que no. Pero si queremos preservar nuestra manera de vivir, tenemos que encontrar la manera de financiar el crecimiento y la innovación. Y hay que conocer la realidad actual en la que los bancos tienen difícil financiar más riesgo y hay poco margen fiscal en los estados. Mire a Francia, a Reino Unido, incluso a Alemania [a través del programa anunciado por el Gobierno el pasado mes de marzo para invertir en infraestructura y defensa por valor de 500.000 millones de euros].
- Necesariamente esta financiación entiendo que pasaría por dar entrada a fondos de capital privado en esa reconversión de los países y de sus infraestructuras…
- Necesitamos a los dos, pero la gran masa monetaria está en el lado privado del mercado. Por la parte pública se están viendo iniciativas como la que está desarrollando Alemania donde se está empezando a ahorrar en ETFs destinados a ese fin, desde los niños más pequeños con menos dinero. Es algo que está comenzando, pero que está creciendo muy rápido. Es una manera de empezar a invertir y a hacer crecer los mercados públicos de capitales.
- ¿Y cómo se convence al ciudadano europeo para que invierta más?
- Necesitamos pulsar todos los botones disponibles porque es un cambio cultural que debe comenzar en los colegios y universidades.
- La realidad es que existe una gran diferencia entre el dinero que tienen invertidos los ciudadanos americanos en bolsa y los europeos…
- Tenemos más dinero del que pensamos. Una de las grandes paradojas en Europa es que en aquellos países donde existe un sistema fuerte de pensiones la gente invierte más de lo que cree en mercado. Las pensiones en EEUU son mucho más reducidas que en Europa y, además, sus planes de pensiones están más vinculados al devenir de la bolsa, por eso la gente está más pendiente mensualmente de lo que sucede.
- Si pensamos que las futuras generaciones cobrarán una pensión menor que las actuales ante el déficit del sistema público, ¿cree que esto impulsará a la gente a complementar su pensión invirtiendo?
- La pensión pública está grabada en el ADN europeo. La idea de que el Estado juega un papel importante a nivel de seguridad financiera está ahí. Pero no será suficiente. Por ello entiendo que se desarrollará un segundo pilar a través de planes de pensiones impulsados por las empresas o por los propios empleados para complementarlo. Y, una tercera capa, completamente voluntaria, que se basará en incentivos fiscales sobre el ahorro. Este es el modelo. Tenemos que hacer algo porque la gente va a vivir mucho más y con la situación actual de déficit fiscal el Estado no va a ser capaz de financiar a todas estas personas de cara a su jubilación.
- BlackRock ha sido uno de los protagonistas de la ‘gran rotación’ de capitales que se ha vivido este año en mercado, ya que gran parte del dinero que los inversores europeos se han traído de vuelta de EEUU ha ido a parar a gestión pasiva. ¿Cree que se ha acabado ya y fue ‘flor’ de pocos meses?
- Es exactamente lo que ha sucedido. Después del fuerte shock que supuso la nueva Administración [en EEUU], de la imposición de aranceles y claramente ante la debilidad del dólar, se produjo lo que yo llamaría un ‘ajuste marginal de la localización de activos’. ¿Por qué? Por la dominancia de EEUU. No se puede dejar el mercado de EEUU sin más. No es una opción. Lo que se ha visto es que muchos clientes han reducido exposición a dólar en sus carteras. Es algo que se ha producido, pero ahora mismo parece que se ha estancado. De todas formas, esta rotación se ha generado como respuesta a un shock externo. Ahora depende de Europa que la tendencia continúe y volvemos a lo mismo. Los inversores se están haciendo las mismas preguntas que me está planteando usted ahora. ¿Va a utilizar Europa este momento histórico para responder o será una nueva oportunidad perdida?
- ¿Entiende que Francia, a raíz de la inestabilidad de su gobierno y su abultado déficit, está arruinando la posibilidad de que se nos vea de otra forma?
- Europa está en un momento crítico, con presiones externas y una debilidad política y fiscal. La pregunta es: ¿Se encuentra en una posición en la que realmente pueda aprobar las reformas que se necesitan? Esa es la gran preocupación. España está mostrando grandes oportunidades por el lado de la energía, Alemania ha aprobado un gran plan de inversiones… se están viendo pequeñas piezas, pero tiene que ser algo sostenido en el tiempo y a mayor escala. ¿De lo contrario qué sucederá? Todo ese capital irá a parar de nuevo a EEUU y a Oriente Medio y en 10 años estaremos escribiendo otro informe sobre la oportunidad perdida de Europa. Es un momento muy importante similar a cuando la Unión Soviética colapsó en la década de 1980, y en cuatro años se creó el Tratado de Maastricht y había comenzado la integración europea. No creo que esto hubiera sucedido sin que colapsara antes la URSS.
- O sea que necesitamos un colapso.
- Estamos en un momento parecido de la historia, ahora lo que espero es que tengamos la voluntad de cambiar.
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