El oro negro de Emiratos Árabes Unidos (EAU) no está sólo en su pozos petrolíferos. Expuestos como productos de lujo, los principales centros comerciales de Dubái exhiben en sus escaparates unas enjoyadas tabletas de chocolate, cuya fama –y precios– se han disparado desde hace un año.
Un maletín con tabletas recubiertas de oro de 24 quilates y otras extravagancias del dulce del Golfo
El oro negro de Emiratos Árabes Unidos (EAU) no está sólo en su pozos petrolíferos. Expuestos como productos de lujo, los principales centros comerciales de Dubái exhiben en sus escaparates una enjoyadas tabletas de chocolate, cuya fama –y precios– se han disparado desde hace un año.
El concepto detrás de este dulce viral sólo podía haber nacido en la metrópoli del Golfo: “Una fusión de chocolate belga y los sabores tradicionales de Oriente Medio del knafeh y el pistacho”, anuncia la marca Gold Chocolate Dubai, cuyos “caprichos lujosos” se venden por 39,99 euros la tableta. La empresa alerta de la alta demanda del producto, del cual hace envíos a todo el mundo.
Pero la idea original, recubrir de cacao el postre típico de los zocos árabes, hecho con hilo kadaifi , relleno de pistachos y empapado de almíbar, surgió de un simple antojo. En diversas entrevistas a los medios, la creadora de la receta, la egipcio-británica Sarah Hamouda, asegura que se le ocurrió mezclar estas dos delicias durante su embarazo. De ahí salió Can’t Get Knafeh of it (No me puedo hartar de ello), la primera de sus creaciones dulces. No tenía ninguna experiencia previa en el mundo de la pastelería.
Los inicios de Fix Dessert Chocolatier fueron duros, hasta que las redes sociales hicieron su magia en diciembre del 2023. La influencer María Vehera consiguió más de siete millones de likes dando mordiscos a una de las tabletas de Sarah. “Wow, de verdad. No puedo explicar lo buenos que están. Cuando el chocolate, el postre y el arte se juntan, esto es lo que pasa”, titulaba su vídeo la joven, famosa por mostrar comidas trendy desde el asiento de su coche.
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En pocos días, la pequeña empresa no daba abasto con los pedidos y su web colapsó en varias ocasiones. Igual que sus ventas, también se multiplicaron sus competidores. Decenas de fabricantes comenzaron a vender el que ya sería conocido como Chocolate de Dubái , con precios entre los 20 y más de 100 euros por cada barra. Más productos de la cocina tradicional pérsica se colaron en las pastelerías, como los bombones rellenos de dátil, las trufas con infusión de azafrán y tabletas de leche de camella.
Hace unas décadas, el cacao en la península Arábiga era, en su mayoría, un producto importado: un símbolo de estatus que se regalaba a amigos y clientes o se ofrecía en bodas. La producción local era mínima y las estanterías de los supermercados apenas mostraban algo más que marcas globales. Desde la irrupción de la tableta de pistacho, la industria del cacao ha tenido un verdadero booom dentro en la monarquía emiratí, un mercado que el año pasado recaudó 736 millones de dólares, frente a los 483 millones del anterior.
Del Golfo Pérsico se extendió a Estados Unidos e incluso a la cuna de la repostería fina, Suiza, donde Lindt comercializó una edición de su praliné Estilo Dubái . Otras multinacionales como Starbucks o Nestlé también se han sumado a la tendencia. Pero no todo el mundo se puede permitir el snack estrella de los Duty Free de los aeropuertos. Las búsquedas de “receta casera de Chocolate de Dubái” se han disparado desde el año pasado, en un intento de democratizar un producto que nunca estuvo pensado para las masas.
Si Emiratos Árabes Unidos es conocido por algo es por su sentido de la ostentación y la búsqueda de los exclusivo. Todo puede volverse más dorado e inaccesible en tierra del dinero: “Doce tabletas. Oro de 24 quilates. Cero contención”. Así se anuncia la edición limitada de The Sweet Tooth, que por 500 dólares te lleva a casa un maletín con barras de chocolate “recubiertas de auténtico oro comestible”, presentadas en “una vitrina de cristal de calidad museística” y con “placa de latón incluida, para darle historia y leyenda”.
Según, la marca, las ostentosas chocolatinas “no son solo un regalo. Es un momento. Un legado. Una forma de decir: “Te mereces lo mejor. Aquí lo tienes”. Un lujo efímero y dulce, fácilmente derretible bajo el calor del verano
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