Llevaba años la Junta de Andalucía en el sudoku de la Ronda Norte y cuando está a punto de adjudicar una obra de 34 millones de euros pintada en el Plan General de Ordenación Urbana de Córdoba, con todos los perejiles para que no parezca un autovía, y de la que venimos discutiendo y escribiendo décadas…, se nos aparece Santa Eulalia de Mérida (también patrona de Barcelona), niña mártir, en ese primer tramo de apenas 800 metros por la Arruzafilla. Vuelve el dilema consustancial a Córdoba: arqueología versus obra pública. Interés académico versus interés general. Digo bien. Lo más sorprendente no es que afloren vestigios del siglo VII , sino que los indicios de un posible complejo edificatorio de época visigoda en honor a la niña emeritense caigan sobre la opinión pública a escasos días de que se cierre el contrato de obra, como si no hubieran pasado años para haber tenido certezas arqueológicas y oportunidad de valorar, antes de finiquitar el proyecto, la idoneidad de integrar o complementar la actuación con los vestigios religiosos. Como se hizo en la Ronda de Poniente , por ejemplo, con arrabales musulmanes. A lo máximo que se ha llegado es a dos informes de 2007 y 2019 donde se atisbaban conexiones hidráulicas o edificaciones sin más apellido. Y a que en 2023, la Gerencia de Urbanismo vertía esta carta arqueológica sobre la redacción del proyecto de la vía de conexión con la Ronda de Poniente. En las últimas semanas, sin duda, y sin apenas tiempo para digerir las inscripciones y hallazgos en torno a la santa extremeña en tierra de mártires -andaban ya preparados en el Cabildo Catedral para tomar huella y registro de otro emblema de una época cordobesa en plena restauración- ha habido mucha prisa tanto por sacar el origen de los restos a la luz (sin informe técnico aún concluido) como por intentar solaparlos. Ha habido un denodado interés por hacerlos valer por encima de la cautela de llegar al final del proceso con una solución en la obra de Fomento. Desconocemos por el momento si estamos ante el prurito profesional del currículum vitae o, por el contrario, ante un descomunal descubrimiento que resquebraja los cimientos de la historia local y revisa el enfoque visigótico que empezó a labrarse en el Patio de los Naranjos con el complejo episcopal y la basílica de San Vicente .Es curioso como lo del foco arqueológico va por oleadas y barrios. Unas veces nos interesa una época determina y un punto determinado de la ciudad, y otras, es preferible mirar para otro lado. Tras la efusiva irrupción llega la nostálgica contemplación de los jaramagos. Aún así, sería conveniente en el caso que nos ocupa que la Junta y el Ayuntamiento, a la espera como digo del informe final sobre las huellas de la niña mártir emeritense, pongan manos a la obra para encajar pronto el susto y resolver una ecuación ‘clásica’ en la Córdoba subterránea . Y que Santa Eulalia nos proteja. Llevaba años la Junta de Andalucía en el sudoku de la Ronda Norte y cuando está a punto de adjudicar una obra de 34 millones de euros pintada en el Plan General de Ordenación Urbana de Córdoba, con todos los perejiles para que no parezca un autovía, y de la que venimos discutiendo y escribiendo décadas…, se nos aparece Santa Eulalia de Mérida (también patrona de Barcelona), niña mártir, en ese primer tramo de apenas 800 metros por la Arruzafilla. Vuelve el dilema consustancial a Córdoba: arqueología versus obra pública. Interés académico versus interés general. Digo bien. Lo más sorprendente no es que afloren vestigios del siglo VII , sino que los indicios de un posible complejo edificatorio de época visigoda en honor a la niña emeritense caigan sobre la opinión pública a escasos días de que se cierre el contrato de obra, como si no hubieran pasado años para haber tenido certezas arqueológicas y oportunidad de valorar, antes de finiquitar el proyecto, la idoneidad de integrar o complementar la actuación con los vestigios religiosos. Como se hizo en la Ronda de Poniente , por ejemplo, con arrabales musulmanes. A lo máximo que se ha llegado es a dos informes de 2007 y 2019 donde se atisbaban conexiones hidráulicas o edificaciones sin más apellido. Y a que en 2023, la Gerencia de Urbanismo vertía esta carta arqueológica sobre la redacción del proyecto de la vía de conexión con la Ronda de Poniente. En las últimas semanas, sin duda, y sin apenas tiempo para digerir las inscripciones y hallazgos en torno a la santa extremeña en tierra de mártires -andaban ya preparados en el Cabildo Catedral para tomar huella y registro de otro emblema de una época cordobesa en plena restauración- ha habido mucha prisa tanto por sacar el origen de los restos a la luz (sin informe técnico aún concluido) como por intentar solaparlos. Ha habido un denodado interés por hacerlos valer por encima de la cautela de llegar al final del proceso con una solución en la obra de Fomento. Desconocemos por el momento si estamos ante el prurito profesional del currículum vitae o, por el contrario, ante un descomunal descubrimiento que resquebraja los cimientos de la historia local y revisa el enfoque visigótico que empezó a labrarse en el Patio de los Naranjos con el complejo episcopal y la basílica de San Vicente .Es curioso como lo del foco arqueológico va por oleadas y barrios. Unas veces nos interesa una época determina y un punto determinado de la ciudad, y otras, es preferible mirar para otro lado. Tras la efusiva irrupción llega la nostálgica contemplación de los jaramagos. Aún así, sería conveniente en el caso que nos ocupa que la Junta y el Ayuntamiento, a la espera como digo del informe final sobre las huellas de la niña mártir emeritense, pongan manos a la obra para encajar pronto el susto y resolver una ecuación ‘clásica’ en la Córdoba subterránea . Y que Santa Eulalia nos proteja.
PRETÉRITO IMPERFECTO
Sorprende que a pocos días de adjudicarse una obra de 34 millones de euros aflore el valor de unos restos que a todas luces resultan incómodos
Llevaba años la Junta de Andalucía en el sudoku de la Ronda Norte y cuando está a punto de adjudicar una obra de 34 millones de euros pintada en el Plan General de Ordenación Urbana de Córdoba, con todos los perejiles para que … no parezca un autovía, y de la que venimos discutiendo y escribiendo décadas…, se nos aparece Santa Eulalia de Mérida (también patrona de Barcelona), niña mártir, en ese primer tramo de apenas 800 metros por la Arruzafilla. Vuelve el dilema consustancial a Córdoba: arqueología versus obra pública. Interés académico versus interés general. Digo bien.
Lo más sorprendente no es que afloren vestigios del siglo VII, sino que los indicios de un posible complejo edificatorio de época visigoda en honor a la niña emeritense caigan sobre la opinión pública a escasos días de que se cierre el contrato de obra, como si no hubieran pasado años para haber tenido certezas arqueológicas y oportunidad de valorar, antes de finiquitar el proyecto, la idoneidad de integrar o complementar la actuación con los vestigios religiosos. Como se hizo en la Ronda de Poniente, por ejemplo, con arrabales musulmanes. A lo máximo que se ha llegado es a dos informes de 2007 y 2019 donde se atisbaban conexiones hidráulicas o edificaciones sin más apellido. Y a que en 2023, la Gerencia de Urbanismo vertía esta carta arqueológica sobre la redacción del proyecto de la vía de conexión con la Ronda de Poniente. En las últimas semanas, sin duda, y sin apenas tiempo para digerir las inscripciones y hallazgos en torno a la santa extremeña en tierra de mártires -andaban ya preparados en el Cabildo Catedral para tomar huella y registro de otro emblema de una época cordobesa en plena restauración- ha habido mucha prisa tanto por sacar el origen de los restos a la luz (sin informe técnico aún concluido) como por intentar solaparlos. Ha habido un denodado interés por hacerlos valer por encima de la cautela de llegar al final del proceso con una solución en la obra de Fomento. Desconocemos por el momento si estamos ante el prurito profesional del currículum vitae o, por el contrario, ante un descomunal descubrimiento que resquebraja los cimientos de la historia local y revisa el enfoque visigótico que empezó a labrarse en el Patio de los Naranjos con el complejo episcopal y la basílica de San Vicente.
Es curioso como lo del foco arqueológico va por oleadas y barrios. Unas veces nos interesa una época determina y un punto determinado de la ciudad, y otras, es preferible mirar para otro lado. Tras la efusiva irrupción llega la nostálgica contemplación de los jaramagos. Aún así, sería conveniente en el caso que nos ocupa que la Junta y el Ayuntamiento, a la espera como digo del informe final sobre las huellas de la niña mártir emeritense, pongan manos a la obra para encajar pronto el susto y resolver una ecuación ‘clásica’ en la Córdoba subterránea. Y que Santa Eulalia nos proteja.
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