La diosa fortuna del automovilismo le tenía reservado a Robert Kubica (Cracovia, 1984) su día de gloria al volante un 15 de junio del 2025. Antes, sin embargo, el caprichoso destino le había preparado 15 años de travesía por el desierto, desde su descenso a los infiernos en el 2011 por un terrorífico accidente, hasta una inacabable pelea para abrirse camino como piloto lisiado obstinado en triunfar. El bueno de Kubica, uno de los grandes talentos que pisó la F-1, que pudo ser compañero de su amigo Fernando Alonso en Ferrari, por fin toca el cielo: ha conquistado las 24 Horas de Le Mans, ironías de la vida, vestido de Ferrari.
El piloto polaco, estrella truncada de la F1 en el 2011, toca el cielo al ganar las 24 Horas de Le Mans
La diosa fortuna del automovilismo le tenía reservado a Robert Kubica (Cracovia, 1984) su día de gloria al volante un 15 de junio del 2025. Antes, sin embargo, el caprichoso destino le había preparado 15 años de travesía por el desierto, desde su descenso a los infiernos en el 2011 por un terrorífico accidente, hasta una inacabable pelea para abrirse camino como piloto lisiado obstinado en triunfar. El bueno de Kubica, uno de los grandes talentos que pisó la F-1, que pudo ser compañero de su amigo Fernando Alonso en Ferrari, por fin toca el cielo: ha conquistado las 24 Horas de Le Mans, ironías de la vida, vestido de Ferrari.
Formando equipo en el Ferrari AF Corse número 83 con Yifei Ye y Phil Hanson, Kubica ganaba el domingo en la categoría reina (Hypercar) de las 24 Horas en La Sarthe con 14s de ventaja sobre el Porsche de Matt Campbell, Kévin Estre y Laurens Vanthoor. Era el primer triunfo de un coche privado, pero sobre todo esta edición de la mítica carrera será recordada por el éxito del polaco. Ya le tocaba, tras 15 años de persistencia.
He ganado la batalla con mi mente. Lo que pasó fue muy desafortunado, pero tuve mucha suerte. Trabajé duro para cerrar este capítulo”
Robert Kubica
“He ganado la batalla con mi mente”, decía Kubica con la corona de flores al cuello, y con su mano derecha con movilidad reducida, uno de los recuerdos del dramático accidente que sufrió en 2011 en el rally amateur Ronde di Andora, cerca de Génova.

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“Lo que pasó fue muy desafortunado, pero tuve mucha suerte. Trabajé duro para cerrar este capítulo, me llevó bastantes años, no solo recuperarme física, sino también mentalmente. Lo que pasó, pasó, y debo aceptarlo. Uno de los peores momentos de mi vida fue cuando mi mente no podía aceptar el hecho de que mi brazo estaba fallando”, recordaba el polaco.
El accidente del 2011 en el que flirteó con la muerte –estuvo una semana en coma, se destrozó el brazo y la mano derecha, que casi le amputan– le costó la carrera en la F-1, truncada tras 5 buenas temporadas (2006-10) en las que llegó a ser 4.º en el 2008 con BMW Sauber. Tardó meses en recuperarse, con la secuela de una mano retraída.
Dos años después ya volvía a correr en rallies, fue campeón del mundo de WRC2 (2013), disputó el Mundial de WRC, regresó a la F-1 en el 2018 como piloto reserva de Williams, y volvió a correr 23 carreras, hasta el 2021. Pero el gran circo prefería a jóvenes promesas y Robert miró hacia los turismos y la resistencia. En sus quintas 24 Horas, tras dos segundos puestos en LMP2, Kubica se abrazó a la gloria.
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