El aficionado se cree el único personaje íntegro del mundo del fútbol. Ve a menudo a los jugadores como mercenarios. Critica las sustituciones que hace el entrenador –y las que no hace–, por lo general a toro pasado. Está convencido de que los periodistas son agitadores que aspiran a cargarse el bienestar emocional del club de sus amores o, simplemente, son forofos del máximo rival.
El aficionado se cree el único personaje íntegro del mundo del fútbol. Ve a menudo a los jugadores como mercenarios. Critica las sustituciones que hace el entrenador –y las que no hace–, por lo general a toro pasado. Está convencido de que los periodistas son agitadores que aspiran a cargarse el bienestar emocional del club de sus amores o, simplemente, son forofos del máximo rival.Seguir leyendo…
El aficionado se cree el único personaje íntegro del mundo del fútbol. Ve a menudo a los jugadores como mercenarios. Critica las sustituciones que hace el entrenador –y las que no hace–, por lo general a toro pasado. Está convencido de que los periodistas son agitadores que aspiran a cargarse el bienestar emocional del club de sus amores o, simplemente, son forofos del máximo rival.
Ya es hora de que digamos que el aficionado es tan imperfecto, contradictorio, pesetero y egoísta como el resto de personajes del planeta del fútbol.
¡Adiós Chen! Todo aficionado cree que nadie es tan íntegro como él (ni tampoco más ingrato)
Alexis Sánchez, jugador del Sevilla, marcó el domingo un gol al FC Barcelona, club que le abandonó en el 2014. En estos once años, ningún barcelonista le ha echado de menos aún deseándole lo mejor (en ciertos casos, se les desea lo peor). Pues bien, hubo aficionados del Barça que criticaron su celebración, sacrilegio parecido al que se imputó al portero del Betis Pau López, ex del RCE Espanyol desde siete años atrás, por festejar algo tan emocionante para un guardameta como detener un penalti en el último minuto que garantiza la victoria (sobró, eso sí, el gesto de las orejas en dirección a sus críticos).
En cambio, los aficionados pueden exigir a grito pelado que el propietario del club presente la dimisión y malvenda el negocio deprisa y corriendo si el equipo va mal y no hay pasta para reforzarlo. El RCD Espanyol ha cerrado la década Chen Yansheng, personaje enigmático en lo que a sus intenciones se refiere, el chino que desembolsó 78 millones de euros a Sánchez Llibre –la pela es la pela– y otros 195 en sucesivas ampliaciones de capital. Ya le gustaría a muchos clubs de Barcelona, Catalunya y España un dueño así. Cometió errores, sí, pero no se puede decir que, a diferencia de otros que besan los colores para meter mano en la caja, Chen Yansheng haya dejado al RCE Espanyol en peor estado que hace diez años.

Robbie Jay Barratt – AMA / Getty
¿Agradecerá la afición perica a Chen Yansheng el dinero invertido o hará un si te he visto no me acuerdo? La afición del RCD Espanyol anda hoy ilusionada porque tiene un tío en América –como en West side story – y es perico. A diferencia de Chen Yansheng, poco cómodo en esto de dar abrazos –cuestión cultural, no existe el chino abrazafarolas –, Alan Pace ha entrado con buen pie y es la alegría de la huerta cuando le abordan los aficionados para hacerse una foto.
Si exigimos a los exjugadores que se vistan de luto cuando nos marcan un gol, demos las gracias a los extranjeros que ponen la pasta –ver Valencia o Zaragoza– en lugar de creer y actuar como si fuésemos nosotros quienes les hacemos el gran favor.
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