Tim Weiner, veterano periodista del New York Times y ganador del premio Pulitzer, ha dedicado 38 años de su vida a diseccionar las entrañas de la CIA, el servicio de espionaje más famoso del mundo. Considera que este es el momento más peligroso de su historia. La amenaza tiene nombre y apellido: Donald Trump, que no le ha perdonado a la CIA y al FBI que desvelaran la interferencia rusa para que fuera presidente en el 2016 y por eso se propone destruirlos.
El periodista estadounidense, experto en inteligencia, denuncia la ofensiva del presidente sobre la agencia
Tim Weiner, veterano periodista del New York Times y ganador del premio Pulitzer, ha dedicado 38 años de su vida a diseccionar las entrañas de la CIA, el servicio de espionaje más famoso del mundo. Considera que este es el momento más peligroso de su historia. La amenaza tiene nombre y apellido: Donald Trump, que no le ha perdonado a la CIA y al FBI que desvelaran la interferencia rusa para que fuera presidente en el 2016 y por eso se propone destruirlos.
Basado en más de 200 entrevistas, incluidos seis exdirectores de la agencia y trece jefes de estación, acaba de publicar La misión (Debate), donde repasa la historia de la CIA en el siglo XXI, desde los atentados del 11 de septiembre del 2001 hasta hoy.
11-S
“La CIA intentó advertir a Bush más de 30 veces que algo terrible iba a ocurrir”
¿Cómo terminó cubriendo a la CIA? ¿Siempre le fascinó el espionaje o la vida le llevó allí?
Soy un hijo del Watergate. El momento decisivo que hizo caer a Nixon fue el 23 de junio de 1972, seis días después del robo. Llamó al director de la CIA, Richard Helms, y le dijo que el FBI debía abandonar la investigación, era un asunto de seguridad nacional. Helms lo pensó durante 16 días y le dijo no. La conversación fue grabada. Nixon luchó por mantener las cintas en secreto, pero cuando se hicieron públicas, fue el cargo número uno en su impeachment . Por otra parte, los ladrones del Watergate eran todos ex-CIA o FBI. Años después hubo la investigación del Senado sobre lo que la CIA y el FBI habían hecho durante 30 años de guerra fría. Frank Church, quien la dirigió, dijo: “La CIA es un elefante desbocado, pisotea personas y naciones”. Al final, se dio cuenta de que no era culpa del elefante, sino de su conductor: el presidente de EE.UU. Me pareció fascinante. ¿Cómo es posible tener un servicio de inteligencia secreto en una sociedad democrática? Aún no lo sabemos. SSalto al 1987, tenía 31 años y me fui a Afganistán, donde la CIA apoyaba a los muyahidines contra los soviéticos.Casi ningún reportero iba. No había hoteles, electricidad, caminos. Los soviéticos mataban civiles por doquier. Antes de irme, llamé al oficial de asuntos públicos de la CIA. No quiso recibirme. Volví cuatro meses después. Apenas llevaba un día en mi escritorio, sonó el teléfono. Era mi nuevo mejor amigo de la CIA. Muy amable esta vez. “¿Quiere venir ahora?”. En la sede de la CIA, en la pared habíaa siete millas de Washington, un pasaje del Evangelio de Juan: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. En ese momento quedé enganchado. Han pasado 38 años y sigo fascinado.
Purga ideológica
“Los ataques de Trump aumentan el riesgo de un fallo catastrófico como el 11-S”
Entrevistó a cientos de agentes. ¿Cómo logra que hablen?
Ganar la confianza toma tiempo. Nuestro trabajo se basa en la confianza, como el de ellos. Al final, todo el mundo quiere hablar de lo más fascinante del mundo: ellos mismos.Cuando era adolescente hacía autostop por EE.UU. La gente me recogía. ¿Por qué? Querían hablar. Así aprendí a hacer entrevistas. Especialmente al llegar a cierta edad, como la mía, tengo casi 70, no quieren que sus historias queden encerradas en archivos secretos. Quieren que queden registradas. Y tienen buenas historias.
Las mejores.
Para asegurarme de que cuentan la verdad, intento tener tres fuentes. Lleva tiempo, pero ya no soy reportero diario. Mis plazos se miden en años.
Su libro arranca con el 11-S, un momento duro para la CIA.
Intentó advertir a Bush más de 30 veces que algo terrible iba a ocurrir, que EE.UU. debía ir a la guerra contra Al Qaeda. Bush no les creyó. Y si la CIA no consigue que la crean, la agencia no tiene propósito.
Termina el libro en otro momento difícil, el comienzo del segundo mandato de Trump. ¿Cree que la CIA está bajo amenaza?
Una nación necesita un servicio de inteligencia. Lo dijo Eisenhower, es una necesidad desagradable pero vital. Trump quiere destruir la CIA. La odia por dos razones: la ve como el núcleo del “estado profundo” –que no existe, pero él cree que sí–, y porque la CIA y el FBI informaron sin dudas que su equipo y el de Putin colaboraron en las elecciones del 2016. Fue una exitosa operación encubierta de los rusos. La yihad personal de Trump contra la CIA arranca aquí.
¿Qué ha hecho para destruirla?
Ha puesto de director a un guerrero MAGA, John Ratcliffe. Ordenó una purga ideológica y eliminó la política de diversidad de la CIA. ¿Por qué había una? No son woke, es que mandar solo espías blancos a China, Pakistán o Somalia es una mala idea. Ratcliffe despidió a todos los nuevos espías entrados en el 2023 y el 2024, porque habían sido contratados por Biden. Han hecho lo mismo en el FBI. El resultado es lo que el exdirector de la CIA Bill Burns llama “una autoinmolación estratégica”. Trump no dispara al pie de la inteligencia americana, le dispara en la cabeza. Y eso aumenta el riesgo de un fallo catastrófico como el 11-S. La CIA depende mucho de sus alianzas con servicios de inteligencia extranjeros en más de 60 países, incluyendo algunos que nunca pensarías que son aliados de EE.UU. La CIA está cortando el intercambio de inteligencia con ellos, particularmente sobre Rusia, y ellos están cortando el intercambio con EE.UU. porque no confían en Trump ni en su gente.
¿Sus fuentes en la CIA comparten esta preocupación?
No estoy solo. Muchos están aterrados. Han perdido miles de años de experiencia en personas que han sido purgadas. Me preocupa que veamos otro ataque. Seguramente no se parezca al último. Mientras hablamos, Putin está en guerra con Europa. Sabotaje, asesinatos, guerra política. Quiere dividir a la izquierda y el centro, y fortalecer a la derecha.
¿Como Trump?
Como Trump. Quiere imponer un acuerdo en términos rusos en Ucrania. No ha enviado ni una bala. Todo lo que ha recibido Ucrania fue aprobado por Biden.
¿Trump no pierde la paciencia con Putin?
No lo crea. Le gusta Putin porque quiere ser como él. Quiere ser un autócrata. Desprecia a Zelenski y es aliado de Rusia. Con algún desacuerdo, pero Trump es objetivamente un aliado de Putin.
¿Es Trump un agente ruso?
¿Recibió una maleta del Kremlin bajo un puente en Viena en 1987? No. No es un agente, es un aliado.
Un tonto útil, escribe.
O en términos más formales, un agente de influencia, que no tiene que ser reclutado. Basta con que use su poder para promover los intereses de un Estado hostil.
¿Por afinidad ideológica?
Putin es KGB hasta los huesos. Sabe manipular, usar, chantajear. Ha tocado a Trump como un violín durante diez años.
¿Qué opina de que Trump haya confirmado que ha autorizado operaciones encubiertas de la CIA para derrocar a Maduro?
Ya no son encubiertas, ¿no? El Consejo Nacional de Inteligencia y la CIA han informado consistentemente que Venezuela no está en guerra con EE.UU., que Maduro no controla cárteles, que no inunda el país con criminales ni fentanilo. Trump y Ratcliffe ordenó reescribir estos informes. Cuando el Consejo se reafirmó, Trump despidió al director.
¿Le recuerda a las intervenciones de la guerra fría?
Lo diferente es que Trump es presidente, e ignora deliberadamente la inteligencia. También desconoce la historia de la CIA: el golpe en Guatemala en 1954, los intentos fallidos de derrocar a Castro, las guerras de la Contra, y especialmente Panamá en 1989. Noriega era dictador y narco, y Bush padre pidió a la CIA que lo derrocara. No pudieron y ordenó una invasión. Murieron cerca de mil civiles. Trump no sabe nada de eso. Es como un niño pequeño que solo dice: “quiero, quiero, quiero”. Ahora que es de conocimiento público que la CIA intenta derrocar a Maduro, reduce las probabilidades de éxito. Lo que más me duele como estadounidense es que Trump ha ordenado a los militares matar personas en el Caribe, volar sus barcos. Puede que fueran narcotraficantes, o pescadores. Bajo la ley estadounidense, la ley internacional y la ley de guerra, eso es asesinato. Pero Trump está encantado. La inteligencia secreta en manos de un presidente sin ley es algo muy peligroso.
¿Y China? ¿Ve en TikTok una herramienta de espionaje chino?
Sin duda. El Ministerio de Seguridad del Estado chino puede usarla como herramienta de vigilancia. Ya han penetrado las nueve principales empresas de telecomunicaciones de EE.UU. Pueden leer correos gubernamentales no clasificados. Han robado archivos de personal. Quieren proyectar su Estado de vigilancia total en EE.UU. En China hay una cámara de vigilancia por cada dos personas: 600 millones. Quieren replicarlo en EE.UU. Porque creen, con razón, que la información es poder, que los datos son el nuevo petróleo, y que en caso de conflicto quieren un mapa completo del terreno humano: quién es el enemigo, dónde vive, cuál es su número de teléfono. Se preparan para un campo de batalla futuro.
Dice que China y Rusia tienen estrategias distintas de espionaje.
China quiere conocernos. Rusia solo quiere jodernos.
¿Cuál es hoy el servicio de inteligencia más poderoso?
China. Porque son enormes. Su Ministerio de Seguridad tiene unas 400.000 personas. La CIA, unas 21.000. Su capacidad tecnológica en computación cuántica supera ampliamente la nuestra. No son una amenaza militar hoy, pero podrían serlo en 20 años.
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