El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha llegado a la Casa Blanca con la intención de convencer a su homólogo estadounidense, Donald Trump, de que necesita más armamento para forzar a Rusia a dialogar por la paz. Pero el republicano ha enfriado la posibilidad de entregar los potentes misiles de crucero Tomahawk, lo que “supondría una escalada” para el líder ruso, Vladimir Putin. Aunque ha dejado la puerta abierta a su venta, ha deseado que “ojalá podamos poner fin a la guerra sin tener que pensar en ellos”.
El presidente recibe al líder ucraniano para una comida de trabajo un día después de su llamada con Putin, con quien se reunirá pronto en Budapest
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha llegado a la Casa Blanca con la intención de convencer a su homólogo estadounidense, Donald Trump, de que necesita más armamento para forzar a Rusia a la mesa de negociación para la paz. Tras firmar la primera fase de su plan para Gaza en Egipto, el republicano se mostró abierto a dar ese paso y entregar misiles Tomahawk de largo alcance al país aliado. Pero ayer, tras una conversación de más de dos horas con el líder ruso, Vladimir Putin, en la que acordaron reunirse en Budapest (Hungría) para tratar de sellar la paz, pareció más reticente a esa idea. “Nadie quiere que le lancen Tomahawks”, dijo, definiendo el misil como un arma “ofensiva, feroz y destructiva”, y añadió que “los necesitamos para Estados Unidos, así que no sé qué podemos hacer al respecto”.
No sería la primera vez que Trump da esperanzas a Zelenski, prometiendo armamento o sanciones a Rusia, y luego da marcha atrás alegando que ha visto a Putin dispuesto al diálogo. Tras cada una de esas veces, el presidente ruso ha seguido incrementando su ofensiva sobre Ucrania, país que invadió hace más de tres años y en el que se encontró con una mayor resistencia de la esperada, con el apoyo económico y militar de Occidente. En su llamada con Trump, en la que también se habló de oportunidades de negocio, el líder ruso volvió a ganar tiempo para continuar la ofensiva.
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La venta de esos misiles de crucero daría unas capacidades ofensivas a Ucrania que cambiarían el curso de la guerra. Permitiría al país realizar ataques de largo alcance –a más de 1.500 kilómetros– en las profundidades de Rusia, lo que incluye Moscú, San Petersburgo y otras de sus principales ciudades. También ampliaría el rango de instalaciones energéticas a las que golpear, lo que Zelenski considera la mejor estrategia para aumentar el costo de la guerra para el Kremlin.
En la visión del líder ucraniano, el armamento es clave para empujar a Rusia hacia un acuerdo y, también, para dejar a Ucrania en una posición de fuerza en la mesa de negociación. Sin embargo, los expertos advierten que necesitaría una gran cantidad de Tomahawks, lo que supondría un precio desorbitado, pues cada uno de ellos, en su versión más reciente, cuesta alrededor de 2,5 millones de dólares. En caso de convencer a Trump, Zelenski tendría que convencer a Europa para que financie su compra.
El Kremlin ha advertido a Washington que la venta de esas armas supondría una escalada del conflicto. Además, frustraría los intentos de acercamiento de la Administración Trump durante los últimos meses, incluidos el restablecimiento de relaciones diplomáticas, las conversaciones comerciales y la reunión entre Trump y Putin en Anchorage (Alaska), tras la cual el líder estadounidense compró algunos de los argumentos del Kremlin.
Dijo entonces que “hay que resolver las causas profundas” del conflicto, en alusión al acercamiento de Ucrania a la OTAN, y asumió que Kyiv debería ceder territorio si quiere un acuerdo con Rusia. Y se mostró optimista con la posibilidad de mediar para una reunión entre Putin y Zelenski, que nunca ha llegado a producirse.
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Es el sexto encuentro entre Trump y Zelenski, la tercera reunión en la Casa Blanca este año, lo que demuestra la insistencia del líder ucraniano por ganarse el respaldo de Trump. Incluso después de la fatídica reunión en febrero, de la que salió expulsado a gritos por el presidente y el vicepresidente J.D. Vance, quienes le reprocharon que no había mostrado “suficiente gratitud” hacia EE.UU. En las siguientes visitas a Washington, Zelenski abandonó su atuendo militar característico, se puso traje y optó por un discurso más servil y elogioso con el inquilino de la Casa Blanca.
Ocho meses después de aquel primer encuentro, el escenario internacional ha cambiado, y Zelenski confía en que el alto el fuego en Gaza dé a Trump incentivos para forzar que Rusia deje de bombardear su país. “Ahora hay un impulso muy fuerte por la paz en el mundo, tras los acuerdos alcanzados en Oriente Medio”, dijo esta semana el líder ucraniano. “El lenguaje de la fuerza y la justicia también funcionarán contra Rusia”, añadió, en alusión a los ultimátum que lanzó Trump a Hamas en los días previos a su acuerdo con Israel.
Ambos equipos compartirán en las próximas dos horas una comida de trabajo en la sala de Gabinete junto a sus equipos. Es una situación distinta a la que se encontró Zelenski en las dos anteriores ocasiones, cuando se reunió con Trump en el despacho oval. Antes de este encuentro, Zelenski se ha reunido con ejecutivos de Raytheon, fabricante de misiles Tomahawk y Patriot, y Lockheed Martin, en unas conversaciones que giraron en torno a los aviones F-16 y otro armamento.
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