Acción, reacción. La última oleada de robos en casas y comercios de El Cañaveral, el más avanzado de los llamados desarrollos del sureste, ha provocado un refuerzo en materia de seguridad que los crecientes vecinos, cerca de los 25.000 aunque no todos empadronados, reclamaban desde hace tiempo: la Policía Municipal enviará cada noche a una pareja de agentes para vigilar las calles del enclave. Hasta ahora, subrayan los residentes, este patrullaje se realizaba hasta poco después de la medianoche, coincidiendo normalmente con el cierre de los últimos establecimientos.Una coyuntura que los amigos de lo ajeno aprovechaban para colarse a altas horas de la madrugada en tiendas, garajes y chalés, conscientes de que la distancia física con la comisaría de Policía Nacional que atiende en el barrio (la de San Blas, situada a diez kilómetros), y la comisaría integral del distrito de Vicálvaro de la Policía Municipal (a cinco), hacía muy complicado su detención in fraganti. Por ello, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido tomar cartas en el asunto con una medida de reciente implementación.Fuentes del área de Seguridad informan a ABC de que el pasado 23 de julio, en la reunión semanal de coordinación entre los responsables de ambas comisarías, «se acordó el reforzamiento de la vigilancia de El Cañaveral, sobre todo en horario nocturno, por el incremento de delitos contra el patrimonio, de igual modo que se hace con otras zonas o barrios, cuando es necesario por el aumento de delitos o ciertas infracciones o situaciones relevantes de las que cualquiera de los dos cuerpos tiene conocimiento».Noticia Relacionada Grupo de siete jóvenes estandar No La banda de la alcantarilla se lanza contra los bares de El Cañaveral Carlos Hidalgo La Policía busca a un grupo de siete hombres muy jóvenes a las órdenes de una mafiaCabe recordar que en las reuniones de seguridad mantenidas cada tres meses en la Oficina de Atención a la Ciudadanía (OAC) de Vicálvaro, las asociaciones vecinales de El Cañaveral llevan tiempo solicitando una base de Policía Municipal y otra de Nacional, dos peticiones hasta la fecha caídas en saco roto. La amplitud de salidas que presenta este área, de poco más de 5 kilómetros cuadrados, favorece las rutas de escape, lo que hace más necesario la presencia policial a fin de generar un efecto disuasorio.Aunque algunos de los robos registrados han tenido lugar a plena luz del día, la franja más crítica comienza siempre al caer al sol. Prueba de ello son los dos últimos robos semanas atrás, cuando un grupo de siete jóvenes rompieron con alcantarillas las cristaleras del pub irlandés McLaren’s y la pizzería Pecora nera, dos negocios aledaños en la calle de Victoria Kent. Algunos moradores se despertaron con el estruendo y pudieron grabar a los malhechores, llegados en una furgoneta blanca y repartidos entre los dos locales para no perder más tiempo del necesario. Aún así, los daños ocasionados superaban por cinco al pírrico botín conseguido, de apenas 200 euros.Los puntos más señalados son, precisamente, las principales avenidas que vertebran El Cañaveral, como la avenida de Miguel Delibes, donde se han reportado robos en bares y farmacias; u otras arterias comerciales como la de Blas de Lezo, en la que solo el año pasado atracaron dos veces a punto de pistola el único estanco abierto en el barrio. Una negra circunstancia que ha obligado a sus dueños a dejar la puerta de entrada cerrada y que sean los clientes los que deban llamar primero al timbre. «Para evitar que alguien entre con la cara tapada», sostienen, en alusión a una medida que ya ha sido imitada por otros negocios. Acción, reacción. La última oleada de robos en casas y comercios de El Cañaveral, el más avanzado de los llamados desarrollos del sureste, ha provocado un refuerzo en materia de seguridad que los crecientes vecinos, cerca de los 25.000 aunque no todos empadronados, reclamaban desde hace tiempo: la Policía Municipal enviará cada noche a una pareja de agentes para vigilar las calles del enclave. Hasta ahora, subrayan los residentes, este patrullaje se realizaba hasta poco después de la medianoche, coincidiendo normalmente con el cierre de los últimos establecimientos.Una coyuntura que los amigos de lo ajeno aprovechaban para colarse a altas horas de la madrugada en tiendas, garajes y chalés, conscientes de que la distancia física con la comisaría de Policía Nacional que atiende en el barrio (la de San Blas, situada a diez kilómetros), y la comisaría integral del distrito de Vicálvaro de la Policía Municipal (a cinco), hacía muy complicado su detención in fraganti. Por ello, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido tomar cartas en el asunto con una medida de reciente implementación.Fuentes del área de Seguridad informan a ABC de que el pasado 23 de julio, en la reunión semanal de coordinación entre los responsables de ambas comisarías, «se acordó el reforzamiento de la vigilancia de El Cañaveral, sobre todo en horario nocturno, por el incremento de delitos contra el patrimonio, de igual modo que se hace con otras zonas o barrios, cuando es necesario por el aumento de delitos o ciertas infracciones o situaciones relevantes de las que cualquiera de los dos cuerpos tiene conocimiento».Noticia Relacionada Grupo de siete jóvenes estandar No La banda de la alcantarilla se lanza contra los bares de El Cañaveral Carlos Hidalgo La Policía busca a un grupo de siete hombres muy jóvenes a las órdenes de una mafiaCabe recordar que en las reuniones de seguridad mantenidas cada tres meses en la Oficina de Atención a la Ciudadanía (OAC) de Vicálvaro, las asociaciones vecinales de El Cañaveral llevan tiempo solicitando una base de Policía Municipal y otra de Nacional, dos peticiones hasta la fecha caídas en saco roto. La amplitud de salidas que presenta este área, de poco más de 5 kilómetros cuadrados, favorece las rutas de escape, lo que hace más necesario la presencia policial a fin de generar un efecto disuasorio.Aunque algunos de los robos registrados han tenido lugar a plena luz del día, la franja más crítica comienza siempre al caer al sol. Prueba de ello son los dos últimos robos semanas atrás, cuando un grupo de siete jóvenes rompieron con alcantarillas las cristaleras del pub irlandés McLaren’s y la pizzería Pecora nera, dos negocios aledaños en la calle de Victoria Kent. Algunos moradores se despertaron con el estruendo y pudieron grabar a los malhechores, llegados en una furgoneta blanca y repartidos entre los dos locales para no perder más tiempo del necesario. Aún así, los daños ocasionados superaban por cinco al pírrico botín conseguido, de apenas 200 euros.Los puntos más señalados son, precisamente, las principales avenidas que vertebran El Cañaveral, como la avenida de Miguel Delibes, donde se han reportado robos en bares y farmacias; u otras arterias comerciales como la de Blas de Lezo, en la que solo el año pasado atracaron dos veces a punto de pistola el único estanco abierto en el barrio. Una negra circunstancia que ha obligado a sus dueños a dejar la puerta de entrada cerrada y que sean los clientes los que deban llamar primero al timbre. «Para evitar que alguien entre con la cara tapada», sostienen, en alusión a una medida que ya ha sido imitada por otros negocios.
La Policía Municipal enviará a una pareja de agentes durante la franja más crítica
Acción, reacción. La última oleada de robos en casas y comercios de El Cañaveral, el más avanzado de los llamados desarrollos del sureste, ha provocado un refuerzo en materia de seguridad que los crecientes vecinos, cerca de los 25.000 aunque no todos empadronados, reclamaban desde hace tiempo: la Policía Municipal enviará cada noche a una pareja de agentes para vigilar las calles del enclave. Hasta ahora, subrayan los residentes, este patrullaje se realizaba hasta poco después de la medianoche, coincidiendo normalmente con el cierre de los últimos establecimientos.
Una coyuntura que los amigos de lo ajeno aprovechaban para colarse a altas horas de la madrugada en tiendas, garajes y chalés, conscientes de que la distancia física con la comisaría de Policía Nacional que atiende en el barrio (la de San Blas, situada a diez kilómetros), y la comisaría integral del distrito de Vicálvaro de la Policía Municipal (a cinco), hacía muy complicado su detención in fraganti. Por ello, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido tomar cartas en el asunto con una medida de reciente implementación.
Fuentes del área de Seguridad informan a ABC de que el pasado 23 de julio, en la reunión semanal de coordinación entre los responsables de ambas comisarías, «se acordó el reforzamiento de la vigilancia de El Cañaveral, sobre todo en horario nocturno, por el incremento de delitos contra el patrimonio, de igual modo que se hace con otras zonas o barrios, cuando es necesario por el aumento de delitos o ciertas infracciones o situaciones relevantes de las que cualquiera de los dos cuerpos tiene conocimiento».
Cabe recordar que en las reuniones de seguridad mantenidas cada tres meses en la Oficina de Atención a la Ciudadanía (OAC) de Vicálvaro, las asociaciones vecinales de El Cañaveral llevan tiempo solicitando una base de Policía Municipal y otra de Nacional, dos peticiones hasta la fecha caídas en saco roto. La amplitud de salidas que presenta este área, de poco más de 5 kilómetros cuadrados, favorece las rutas de escape, lo que hace más necesario la presencia policial a fin de generar un efecto disuasorio.
Aunque algunos de los robos registrados han tenido lugar a plena luz del día, la franja más crítica comienza siempre al caer al sol. Prueba de ello son los dos últimos robos semanas atrás, cuando un grupo de siete jóvenes rompieron con alcantarillas las cristaleras del pub irlandés McLaren’s y la pizzería Pecora nera, dos negocios aledaños en la calle de Victoria Kent. Algunos moradores se despertaron con el estruendo y pudieron grabar a los malhechores, llegados en una furgoneta blanca y repartidos entre los dos locales para no perder más tiempo del necesario. Aún así, los daños ocasionados superaban por cinco al pírrico botín conseguido, de apenas 200 euros.
Los puntos más señalados son, precisamente, las principales avenidas que vertebran El Cañaveral, como la avenida de Miguel Delibes, donde se han reportado robos en bares y farmacias; u otras arterias comerciales como la de Blas de Lezo, en la que solo el año pasado atracaron dos veces a punto de pistola el único estanco abierto en el barrio. Una negra circunstancia que ha obligado a sus dueños a dejar la puerta de entrada cerrada y que sean los clientes los que deban llamar primero al timbre. «Para evitar que alguien entre con la cara tapada», sostienen, en alusión a una medida que ya ha sido imitada por otros negocios.
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