Mounir Nasraoui, de 39 años y conocido por ser el padre de Lamine Yamal, sufrió el 14 de agosto del año pasado tres puñaladas que supusieron “un riesgo vital”. Así lo describe el médico forense que analizó los informes que recibió del hospital de Can Ruti de Badalona donde permaneció ingresado varios días en su unidad de cuidados intensivos.
‘La Vanguardia’ reproduce la agresión que sufrió Mounir Nasraoui a partir de las diligencias
Mounir Nasraoui, de 39 años y conocido por ser el padre de Lamine Yamal, sufrió el 14 de agosto del año pasado tres puñaladas que supusieron “un riesgo vital”. Así lo describe el médico forense que analizó los informes que recibió del hospital de Can Ruti de Badalona donde permaneció ingresado varios días en su unidad de cuidados intensivos.
Hace dos semanas, el hombre declaró en el juzgado de instrucción 3 de Mataró, pero no como víctima, sino como investigado, después de que la Audiencia de Barcelona atendiera la petición de la defensa del agresor de Nasraoui. El individuo que presuntamente apuñaló al padre de Lamine Yamal declaró meses después que lo hizo “por error”, tras arrebatar el cuchillo a uno de los amigos de Nasraoui y tras recibir un puñetazo de éste que le fracturó el tabique nasal.
El vecino de Rocafonda está acusado de dar un puñetazo al hombre que luego le apuñaló
En su fugaz comparecencia en el juzgado, el padre de Lamine respondió solo a las preguntas de su abogado, Ramon Muns Tubau, y reiteró que los únicos manotazos que soltó aquella noche fueron para “defenderse”, tras verse acorralado.
Ahora La Vanguardia ha tenido acceso al sumario de la causa, que en su día instruyó la unidad de investigación de los Mossos d’Esquadra de Mataró. Unas diligencias durante las que se tomó declaración a los cuatro testigos del incidente esa misma noche. Los cuatro coincidieron en un mismo relato. Una secuencia en la que los presuntos agresores, dos hermanos, el padre, y un amigo de la familia, esperaron la llegada de Mounir Nasraoui al estacionamiento del campo de fútbol del barrio de Rocafonda.
El incidente tuvo un primer capítulo ese mismo día, a las tres de la tarde, en la calle Franck Marshal, en el mismo barrio de Rocafonda. Nasraoui caminaba solo y desde el tercer piso de un edificio le echaron agua encima. El autor acabó siendo un crío que jugaba con un barreño.
Por lo que fuera y nadie aclaró durante la instrucción, el padre del menor, su tío y el abuelo bajaron a la calle e iniciaron una discusión que subió de tono, se fue de las manos y Nasraoui terminó lesionado con un arañazo en el cuello. Una patrulla de la policía municipal que no estaba lejos irrumpió enseguida en la escena y, según consta en las diligencias, retiró al padre de Lamine. Una secuencia que grabaron con sus teléfonos varios vecinos y difundieron en las redes. El familiar del jugador internacional trasladó a los policías su voluntad de denunciar a sus agresores. “Que esto no puede ser hombre. Yo estaba paseando tranquilamente y me tiran cosas. O lo arregla un buen abogado o lo arreglamos luego”, advirtió acalorado.
El incidente terminó así. Pero seis horas después, Nasraoui se citó con dos amigos de Mataró en Barcelona y los tres regresaron después en coche a Mataró. Fueron directamente al estacionamiento del campo de fútbol de Rocafonda. Tampoco aclaran los protagonistas, quién citó a quién en ese punto; ni con qué intención.
En el parque había sentado en un banco un amigo del padre de Lamine que casualmente también conoce del barrio a los hermanos, y que de hecho habló con uno de ellos, con Adrián. Éste le contó el incidente que habían tenido con Nasraoui y el hombre le aseguró que estuviera tranquilo: “Estas cosas se arreglan después hablando, no os preocupéis”.
Estaba también allí, presenció la escena y declaró, un hombre que vive en un coche estacionado allí mismo. Los instructores dieron valor a su relato al tratarse de un individuo ajeno a los intereses de las partes y por tanto objetivo. Además mantuvo siempre la misma secuencia. Que vio primero a los hermanos, al padre y al amigo en el estacionamiento como esperando o buscando a alguien. Que los integrantes de esa familia eran los que portaban desde el primer momento el cuchillo, la defensa extensible y una piedra de grandes dimensiones. “Mounir ha corrido, él (el del cuchillo) viene detrás de él y le pincha. Se lo clava dos o tres veces en el pecho y el costado”.
Su relato coincidió con la declaración del amigo que esperaba en el parque y con el de las dos personas que acompañaban al padre de Lamine. Uno, Soufian B. A. declaró que a Nasraoui “le querían matar. Uno llevaba un cuchillo”. Y que vio como le clavaban “bastantes” puñaladas. Para añadir: “Empezó a dar como si fuera un animal. Iba a matarlo”. El otro amigo, Younes E. B., también presenció las puñaladas, como Haytam B. que estaba aquella noche casualmente en un banco y declaró que “Adrián estaba sentado detrás, ha salido corriendo con el cuchillo y ha ido hacia el Mounir. Lo he visto ante mis ojos. Y le ha dado tres o cuatro puñaladas”.
Las declaraciones de los cuatro testigos se realizaron en la comisaría de los Mossos la misma noche de los hechos, de forma espontánea y sin posibilidad de que los relatos fueran pactados entre ellos porque, como los investigadores indican en sus diligencias, se les separó intencionadamente para no viciar los testimonios.
Los cuatro presuntos agresores fueron detenidos, se negaron a declarar y el juzgado de guardia decretó el ingreso en prisión del presunto autor material de las puñaladas. En diciembre quedó en libertad con cargos coincidiendo con el cambio de equipo defensor y la presentación de nuevas diligencias en el juzgado con una declaración, las primeras de los sospechosos, en las que aseguran que fueron ellos las víctimas de Nasraoui. El acusado del apuñalamiento aseguró que las lesiones con el cuchillo se realizaron en “defensa propia” y “por error” al verse acorralado.
Deportes