De Singapur a Salvador de Bahía. El waterpolo centra ahora su foco en el Mundial júnior femenino que arranca estos días en Brasil y donde España se mantiene como una de las favoritas. De hecho, en la convocatoria hay jugadoras jóvenes que ya se han colgado medallas con la absoluta, como Carlota Peñalver, presente en los últimos Mundiales donde las de Jordi Valls fueron bronce, o Isabel Piralkova, campeona olímpica en los Juegos de París.
Los disparos de la policía, en el exterior de la piscina de Salvador de Bahía, provocaron que los árbitros detuvieran el China-Canadá para proteger a las jugadoras ante la situación inesperada
De Singapur a Salvador de Bahía. El waterpolo centra ahora su foco en el Mundial júnior femenino que arranca estos días en Brasil y donde España se mantiene como una de las favoritas. De hecho, en la convocatoria hay jugadoras jóvenes que ya se han colgado medallas con la absoluta, como Carlota Peñalver, presente en los últimos Mundiales donde las de Jordi Valls fueron bronce, o Isabel Piralkova, campeona olímpica en los Juegos de París.
Antes del estreno de España ante Países Bajos, China se midió a Canadá en un partido accidentado. En el segundo cuarto, con victoria 2-3 para las asiáticas, se escucharon unos sonidos de disparos en los exteriores de la piscina, lo que alertó primero a los espectadores, que se giraron a ver que estaba sucediendo. Ante el alboroto, los árbitros detuvieron el partido y llamaron apresuradamente a las jugadoras para que salieran del agua y se pusieran a cubierto en la zona de las vallas publicitarias. Una imagen surrealista en medio de un Mundial.
A los pocos minutos, el partido se retomó y la competición pudo seguir con normalidad. Según fuentes de la selección española, que se encuentra en la ciudad brasileña, en las afueras hubo un robo y la policía disparó para disuadir a los delincuentes. “Como podrán oír, hubo una intervención policial en la calle justo detrás de la piscina. Los policías dispararon al aire mientras perseguían a un ladrón. Esto no suele ocurrir en esta zona. No hay motivo de pánico, pero, por supuesto, se requiere un comportamiento responsable. Nadie resultó herido y la policía gestionó el incidente según su policía”, transmitieron los presentes en el lugar de los hechos.
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Una vez se interrumpió el partido, tanto espectadores como árbitros se asomaron al exterior a través de la valla para ver cual era la situación y, al detectar que el foco del conflicto ya no estaba allí, decidieron retomar el encuentro. No es una situación nueva en Brasil, pues en los Juegos Olímpicos de Río, en 2016, se vivieron situaciones de este tipo debido al proceder de la policía y el índice de delitos callejeros del país.
Un autocar que transportaba a periodistas del parque olímpico de Barra de Tijuca a la sede de Deodoro recibió disparos en los cristales que sembraron el pánico entre los presentes, mientras que varios periodistas españoles -entre ellos de Mundo Deportivo- se encontraron a la salida del hotel una persecución policial con balas pérdidas y tuvieron que refugiarse.
Los últimos datos reflejaron un descenso del 3,4 % en la tasa de asesinatos anuales en el país en 2023, la cifra más baja desde 2011, aunque sigue estando lejos de ser un estado seguro: con una tasa de 22,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 2023 está por encima de la media de América Latina (19,2) y el promedio mundial (5,8), según comunicó el Foro Brasileño de Seguridad Pública. En Brasil vive el 3% de la población mundial y se cometen el 10% de los homicidios registrados.
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