La ficción va con frecuencia por delante de la vida real, y en siete de las películas de James Bond, entre 1995 y 2015, una mujer (representada por la actriz Judi Dench) fue la jefa del MI6 (servicio de inteligencia exterior británico), a la que tenían que informar 007 y todos los demás agentes.
Blaise Metreweli, una antropóloga de 47 años, será la directora del MI6
La ficción va con frecuencia por delante de la vida real, y en siete de las películas de James Bond, entre 1995 y 2015, una mujer (representada por la actriz Judi Dench) fue la jefa del MI6 (servicio de inteligencia exterior británico), a la que tenían que informar 007 y todos los demás agentes.
A veces resulta difícil encontrar a alguien en quien inspirarse a la hora de hacer un trabajo, pero Blaise Meterweli, recién nombrada para el cargo, lo tiene fácil: no tiene más que suscribirse a Netflix y otras plataformas, surfear en sus archivos y observar la elegancia y la sobriedad con que Dench hace el papel conocido en código como M (C, en la vida real), la única posición en el MI6 cuya identidad se divulga a la prensa. Y además, al final todo acaba bien, y los villanos que intentan destruir el mundo haciéndose con armas nucleares no logran su objetivo.
Fue reclutada en Cambridge, donde practicó el remo y ganó la famosa regata contra Oxford
Metreweli es más joven que su equivalente en el cine (47 años) y licenciada en Antropología por la Universidad de Cambridge, tradicional centro de reclutamiento de espías por parte del gobierno británico, y también sin quererlo de agentes dobles que se pasaron a la Unión Soviética, como fue el caso de los famosos cinco (Kim Philby, Donald Maclean, Anthony Blunt, Guy Burgess y John Cairncross), que pasaron secretos a Moscú durante la II Guerra Mundial y la guerra fría, y estuvieron activos más de dos décadas.
Metreweli ingresó en los servicios de inteligencia británicos en 1999, y estuvo destinada en Europa y el Oriente Medio antes de regresar al imponente cuartel general de la organización a orillas del Támesis, donde actualmente ostentaba el cargo de Q, o directora de tecnología e innovación. En las películas, es la persona a quien acude James Bond para que de la carrocería blindada de su Aston Martin o BMW salgan ametralladoras apretando un botón, el vehículo vuele o su pluma estilográfica se transforme en un arma letal.
Convertirse en la primera directora del MI6 no es el primer logro en la biografía de Metreweli, que compitió con Cambridge contra Oxford en la prueba femenina de la famosa regata en 1997, y resultó triunfadora. Su nueva tarea encierra sin embargo una responsabilidad mucho mayor: procurar la seguridad del Reino Unido en un mundo cambiante lleno de amenazas de todo tipo, desde el terrorismo hasta las acciones de otros estados, algunos incluso considerados amigos.
“En un momento de inestabilidad global y amenazas emergentes, en el que la tecnología es poder y nuestros adversarios colaboran cada vez más entre sí, Blaise va a garantizar que el Reino Unido esté en condiciones de afrontar estos desafíos, y mantener segura a Gran Bretaña tanto a nivel interno como externo –dijo el primer ministro, Keir Starmer, al anunciar el nombramiento–. Cada día, nuestros servicios de inteligencia (MI5, MI6 y GCHQ, responsables de las escuchas e intercepciones) trabajan detrás del escenario para impedir atentados terroristas y defender la seguridad nacional”. El líder laborista ha añadido 700 millones de euros anuales al presupuesto de la organización en el último reparto de gastos entre ministerios y agencias del Gobierno.
En la carrera para dirigir el MI6 y convertirse en C, Metreweli ha derrotado a la que era considerada favorita, Barbara Woodward, exembajadora en Pekín entre el 2015 y el 2020, y cuya gestión ha sido criticada como demasiado tolerante con las violaciones de los derechos humanos y la agresividad comercial china, un factor que eventualmente ha sido determinante en su contra.
Después de la “era dorada” en las relaciones bilaterales emprendida por David Cameron, se produjo un sustancial enfriamiento con denuncias de espionaje chino a través de agentes de ese país que hacían lobby a políticos y parlamentarios, e incluso a miembros de la familia real. Pero Starmer quiere ahora un mayor entendimiento como base a la cooperación comercial, y considera a Pekín como adversario y rival, pero no como enemigo. El presidente estadounidense, Donald Trump, no está demasiado conforme con ello.
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