“Mi hijo de 35 años está en las listas para vivienda social desde hace mucho tiempo, porque la gente de fuera le pasa por delante”, protesta Betty, una jubilada holandesa en el centro comercial de la pequeña ciudad de Spijkenisse, que hoy acudirá a las urnas para votar al ultraderechista Geert Wilders en las elecciones de Países Bajos.
Los neerlandeses acuden a votar tras una campaña en que la ultraderecha ha usado la falta de casas para su relato islamófobo
“Mi hijo de 35 años está en las listas para vivienda social desde hace mucho tiempo, porque la gente de fuera le pasa por delante”, protesta Betty, una jubilada holandesa en el centro comercial de la pequeña ciudad de Spijkenisse, que hoy acudirá a las urnas para votar al ultraderechista Geert Wilders en las elecciones de Países Bajos.
Ese suburbio de Rotterdam se hizo conocido en el 2017 por ser el lugar en el que, dándose un baño de masas, Wilders prometió echar a la “escoria marroquí” del país. El relato islamófobo le funcionó: en el 2023 Wilders y su Partido por la Libertad (PVV) lograron aquí un récord de un 38% de los votos. En los comicios de hoy es poco probable que tenga tanto éxito, pero Wilders y su Partido de la Libertad (PVV) lidera todas las encuestas y se dispone a ganar de nuevo en las urnas de Países Bajos.
Lee tambiénAnna Buj

La escasez de vivienda, que afecta especialmente a jóvenes y familias de clase media, se ha convertido en la principal preocupación de los holandeses y en el eje de la campaña electoral. La segunda, según los sondeos, es la inmigración. Wilders no ha dudado en vincular ambos asuntos, un cóctel explosivo con el que intenta retener a sus votantes después de haber roto el anterior Ejecutivo y haber forzado las elecciones.
“Las casas deben ser para la gente que vive aquí y tiene que esperar mucho tiempo, la gente de fuera obtiene las casas primero y eso no es justo”, indica Bianca, repitiendo sus argumentos antiinmigración, en el centro comercial de Spijkenisse. “Entiendo el problema de la inmigración y estoy en parte de acuerdo en que se debe hacer algo, pero el populismo no es la mejor solución”, rebate Sepehr, un joven de origen afgano.
“La gente de fuera obtiene las casas primero y eso no es justo”, dice una votante del PVV
La crisis de vivienda en Países Bajos es real, pero un experto de Naciones Unidas concluyó en el 2023 que no se debía a la inmigración, sino a dos décadas de malas políticas en el país más densamente poblado de la Unión Europea, después de la pequeña Malta. Una entidad interprovincial sostiene que se necesita invertir entre 3.000 a 4.000 millones de euros al año, además de una reforma legislativa, para cumplir el objetivo de construir un millón de viviendas de aquí al 2030.
“Nos gustaría construir más y más rápido, el problema es que hay muchos factores externos en contra de ello. Por ejemplo, el problema del nitrógeno, que nos impide hacerlo en ciertos lugares”, explica Jan Willem Mijnans, concejal responsable de Vivienda del Ayuntamiento de Spijkenisse, de un partido local. La construcción se ha reducido considerablemente desde la crisis financiera del 2008, pero una de las razones que cita Mijnans es la preocupación nacional por las emisiones de nitrógeno, un problema medioambiental grave que dificulta la concesión de permisos para nuevos proyectos de vivienda. Otros motivos son la saturación de la red eléctrica y el alto precio del suelo.

Yves Herman / Reuters
“También se necesitan más casas porque las familias son diferentes y viven separadas. Hablar de que es culpa de los migrantes es propaganda. Por supuesto que esto juega un papel porque las listas son mayores, pero es muy pequeño comparado con el resto”, indica el concejal en su despacho.
Si hay algo en que todos los partidos políticos están de acuerdo en las elecciones de este miércoles es que hace falta construir más. Los progresistas GroenLinks-PvdA, liderados por el excomisario europeo Frans Timmermans, abogan por el mayor plan de vivienda del siglo: 36.600 millones de euros para construir 100.000 casas al año durante una década. Los democristianos del CDA piden cifras similares, pero también por simplificar los trámites. El D66, un partido social liberal que está subiendo mucho en los sondeos, incluso apuesta por levantar diez nuevas ciudades .
La izquierda intenta ampliar el debate y un partido aboga por construir diez nuevas ciudades en el país
“La izquierda está intentando abrir el debate y ampliarlo a los otros asuntos relacionados con la vivienda, no solo la inmigración, mientras la ultraderecha vincula los dos temas. En algunos casos con éxito en debates de televisión”, cuenta Tom Louwerse, profesor de Ciencias Políticas en la universidad de Leiden. “Dicen que tenemos una crisis de vivienda porque hay tantos solicitantes de asilo que necesitan una casa. Quizás es una parte del problema, pero una parte relativamente pequeña”, matiza.
Aunque con toda probabilidad Wilders ganará las elecciones –los sondeos hablan de que obtendrá un 19% de los votos–, el hombre de la cabellera plateada tiene pocas opciones de gobernar, ya que la mayoría de formaciones políticas han cerrado la puerta a pactar con él después de que en junio hiciera caer el último gobierno tras considerar que no se seguía su agenda migratoria.
Lee tambiénCarlos Márquez Daniel

La partida, sin embargo, está muy abierta. En el fragmentado sistema político neerlandés, mucho dependerá de qué partido quede segundo, una plaza que se disputan las tres formaciones anteriores. La sorpresa de esta campaña ha sido el fulgurante ascenso de Henri Bontenbal, el joven candidato de la derecha tradicional, pero una polémica de última hora por su defensa de las escuelas religiosas le podría traer apuros.
“Somos cristianos y votaremos por un partido cristiano”, señalan Michel y su mujer, que pagaban 2.000 euros al mes por un apartamento minúsculo. “Estuvimos rezando y rezando y Dios nos dio una casa, pero si no conoces a Dios… aquí tienes un problema”.
Internacional
