Talude Militar, Talud Militar en español. El barrio más famoso del Portugal de hoy tiene nombre bélico. Un sarcasmo del destino. Y es un paisaje después de la batalla, tras las dramáticas imágenes del 14 julio de las excavadoras del ayuntamiento de Loures tirando medio centenar de chabolas, entre la protesta y la desesperación de sus moradores, faltos de alternativas viables. Un juzgado paralizó los derribos que pusieron el foco sobre la proliferación en la periferia lisboeta de una realidad que se daba por erradicada en el cambio de siglo, la de los “barrios de lata”. Resurge fruto de los desorbitados precios de la vivienda, en plena ola de inmigración masiva, la más intensa en proporción en el último lustro en la Europa occidental.
El desorbitado precio de la vivienda en plena inmigración masiva hace resurgir los “barrios de lata” en la periferia de la capital
Talude Militar, Talud Militar en español. El barrio más famoso del Portugal de hoy tiene nombre bélico. Un sarcasmo del destino. Y es un paisaje después de la batalla, tras las dramáticas imágenes del 14 julio de las excavadoras del ayuntamiento de Loures tirando medio centenar de chabolas, entre la protesta y la desesperación de sus moradores, faltos de alternativas viables. Un juzgado paralizó los derribos que pusieron el foco sobre la proliferación en la periferia lisboeta de una realidad que se daba por erradicada en el cambio de siglo, la de los “barrios de lata”. Resurge fruto de los desorbitados precios de la vivienda, en plena ola de inmigración masiva, la más intensa en proporción en el último lustro en la Europa occidental.
Talude Militar se ha convertido en las últimas semanas en el eje de múltiples combates, públicos o silenciosos, que sacuden a la sociedad portuguesa. Refleja la cruel y a menudo imposible lucha de la gente humilde para hallar un techo digno asequible. Radiografía un desborde de la inmigración similar a la de la España de la burbuja inmobiliaria que no está acompañada por una bonanza económica comparable. Muestra cómo el discurso de la ultraderecha de Chega, segunda fuerza parlamentaria, de mano dura con los trabajadores extranjeros no sólo ha sido adoptado por el gobierno del conservador Luís Montenegro, sino también por dirigentes locales el Partido Socialista (PS), al que pertenece el alcalde de Loures, Ricardo Leão.
Un dramático derribo de 50 barracas sin alternativas para los moradores pone los focos sobre las chabolas
Entre los restos de las infraviviendas y los enseres no retirados surgieron las tiendas de campaña en este barrio en el que predominan los oriundos de la isla de São Tomé. Son los continuadores de los inmigrantes caboverdianos mayoritarios junto con los llegados del resto de Portugal en los inicios de hace 50 años. Como algún otro asentamiento similar, el Talude Militar persistió pese al Plan Especial de Realojamiento que lanzó en 1993 el gobierno del conservador Aníbal Cavaco Silva para erradicar 46.391 chabolas en las áreas metropolitanas de Oporto y Lisboa. En colaboración con los ayuntamientos se construyeron más de 34.000 viviendas públicas para 130.000 personas.
“La gran Lisboa aún tiene 13 barrios de lata”, titulaba en febrero del 2019 el Expresso sobre un fenómeno que se creía residual. El 5 de junio publicó el mismo reportaje, con idéntica metodología, la de pedir los datos a los municipios del área metropolitana, con el encabezamiento de “hay 27 barrios de barracas en la Gran Lisboa”. “Tengo la certeza que si hiciese este trabajo dentro de un año el título sería ya hay 40 o 50”, afirmó en un podcast del Expresso una de las autoras, Joana Pereira Bastos.
La arquitecta e investigadora de precariedad de la vivienda del Dinãmia’Cet del Instituto Universitario de Lisboa Joana Pestana Lages si bien coincide en la tendencia alcista difiere de las cifras, pues en el listado, de los ayuntamientos de Loures, Almada, Amadora y Seixal, aparecen barrios precarios consolidados que cuentan con servicios públicos y otros que sí son de chabolas. En concreto, en el caso del Talude Militar, asentamiento que lleva décadas estudiando, apunta que conviven esas dos realidades distintas
“Esta no fue la primera intervención ni será la última. Ya demolimos en este mandato cerca de 250 construcciones idénticas”, escribió en las redes sociales el alcalde de Loures, que no le hizo ascos a ser jaleado por seguidores de Chega, mientras una parte del PS se escandalizaba por “la demolición de los principios”. El líder, José Luís Carnerio, se situó a medio camino, entre la comprensión al alcalde y la apelación a la sensibilidad social, pues la principal polémica reside en la falta de alternativas viables para los desalojados. Y el primer ministro Montenegro defendió las medidas disuasorias para frenar los “barrios de lata”, combinadas con soluciones para los afectados y la regulación de la inmigración ilegal. El Gobierno exhibe, además, su política de construcción de vivienda accesible con fondos europeos y, como el alcalde, incide en la actividad de las redes clandestinas que comercializan las chabolas.
Para la investigadora Pestana Lages esas apelaciones constituyen una forma de criminalizar un fenómeno que surge de la “tempestad perfecta” que sufre Portugal, “el país de la OCDE con más diferencia entre los precios de la vivienda y los salarios”. Los alquileres turísticos, la alta demanda de casas de lujo y la escasa construcción de pisos en los últimos lustros asequibles crean una espiral que se ceba con los más desfavorecidos como los inmigrantes. Aboga por un plan de emergencia, con alojamientos de transición.
El elevado número de chabolas derribadas y las protestas del colectivo Vida Justa provocaron según Pestana que la intervención en el Talude Militar del 14 de julio tuviese gran repercusión, pese a que no sea novedosa y que en Lisboa prolifere la población sin techo. Alarma que entre los habitantes de los “barrios de lata” abunden quienes tienen un trabajo estable. “Yo no soy mendiga, trabajo”, explicó a la TVI una vigilante de seguridad, madre de una hija, que llegó de São Tomé en 2019 y que vivía en una de las infraviviendas derribadas. Con 900 euros de salario no encuentra nada mejor. Es la carne de cañón de la caldera social portuguesa.
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